Introducción
Mientras bajaba la ventanilla del coche blanco de mi madre para refrescarme un poco, cansado de haber estado durante tantas horas de viaje por nuestra mudanza a Madrid, no podía parar de pensar en lo que me depararía el año que tenía por delante, yéndonos de nuestro hogar hacia otra ciudad completamente nueva para mí y una de las más habitadas de toda la península.
Solo habían pasado cuatro meses desde la última vez en la que mi padre le puso las manos encima a mi madre. Fue la última de las otras muchas que nos hacía a los dos hasta que decidí atacarlo con mis propias manos con tan solo diecisiete años y que, a pesar de haberle causado daños graves, mi madre no tardó en llamar a la policía para que lo llevaran preso.
Justo unos días después mi madre sabía que teníamos que mudarnos de ahí.
Esa casa estaba llena de malos recuerdos. No solo la casa, sino también el barrio, la gente de alrededor... Todo. Tan malos recuerdos que la convivencia con mi madre se complicaba demasiado, y aquí estoy ahora, mudándome desde Inglaterra hacia la capital de España, una de las ciudades que más me gustaban de la península junto con Barcelona.
No tenía ningún inconveniente en hablar español a partir de ahora, sabía manejar los idiomas muy bien, especialmente el español, gracias a mi madre.
Toda mi familia era de Inglaterra excepto mi madre, que al conocer a mi padre por trabajos en común decidieron vivir juntos hasta hace cuatro meses, cuando las cosas comenzaron a torcerse.
Me tocaba vivir una vida completamente diferente en un país en el que solo viví de pequeño con mi madre, pero ni siquiera lo recuerdo muy bien.
—Ya hemos llegado. —Dijo mi madre al tiempo en que agarraba con fuerza el volante para dejar de temblar. Estaba casi tan nerviosa como yo, y es de esperar. Hace años que no pisa su zona natal y también debe comenzar una vida nueva.
Justo cuando ambos salimos del coche pasa una rata delante de nosotros, lo que hizo que mi madre grite del susto.
—Genial. —Dije divertido y molesto a la vez mirando a mi madre. ¿No podía haber encontrado algo mejor? Todo el pueblo estaba repleto de chalets con piscina menos esta. Era una casa de ladrillos con plantas muertas alrededor, y el jardín de fuera era solo tierra con alguna que otra mala hierba. —¿Dónde está la familia Adams? —Añado quitando el polvo de la ventana con mi mano para mirar en el interior. Por suerte la cosa mejora por dentro. De la mierda pasa a lo normal.
—Alexander —me regaña mientras sale del coche, dando pisadas con sus tacones kilométricos que resonaban por todo el lugar —¿puedes dejar de hablar así? Me estás poniendo nerviosa —exclama buscando como una loca las llaves de la maravillosa casa en su bolso mientras se acerca hacia la puerta. No me di cuenta de que había una alfombrilla llena de polvo en la que pone Welcome to paradise. No pude evitar comenzar a reírme cuando leí eso, mi madre no entendió nada hasta que miró el suelo y lo leyó. En vez de decir algo me fulminó con la mirada.
Mientras esperaba a que mi madre abriera la puerta miré a mi alrededor. El pueblo era bonito, había que reconocerlo. El cielo estaba completamente despejado y no escuchaba ni un solo ruido, exceptuando los coches que pasaban por la carretera y los gorriones cantando en los árboles.
Mi madre pensó que sería mejor irnos a un pueblo con chalets que mudarnos cerca de la capital de Madrid. Aunque de todas formas solo estábamos a pocos minutos de allí.
Me sorprendí al ver un gato negro subirse a la valla que rodeaba la casa mientras me miraba con curiosidad. Al fijarme bien tenía partes en las que no tenía pelo. Quizás algún capullo lo quemó, pero habría conseguido escapar. Otra cosa que también me llamó especialmente la atención era que le faltaba un ojo. Fui acercándome poco a poco hacia el minino hasta que escuché a mi madre abrir la puerta.
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Latidos en mi cabeza © [EN EDICIÓN]
Mystery / Thriller"Alex, estás enfermo. Alex, eres un asesino en serie. Alex, eres un completo psicópata. Estás roto. Y nada puede arreglarte." Un chico que la gran mayoría teme y la otra gran mayoría lo desea conocer. Aviso de que esto lo escribí con 12 años y es...