Prólogo

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-¡Apuntad! ¡Fuego!

-Señor, es muy rapida, no conseguimos apuntarle, dos de nuestros hombres ya han desaparecido. -El hombre rascó su entrecejo y suspiró.

-Buscad a su manada, la usaremos como cebo y una vez este cerca será nuestra, la pillaremos con la Guardia baja.

(...)

-Señor, la tenemos en el punto de mira, ¿Cuanto suministramos?

-Inyectad 35 cg de Secobarbital.

-¿Pero señor, no es demasiado para una primera tanda? - El hombre miró al más bajo con el ceño fruncido.

-Mirala, esa cosa no es humana, para ella 35 cg es nada. Apuntad. -Había un total de cinco hombres, todos escondidos detrás de unos arbustos a la escasa distancia de diez metros de una joven chica, dos de ellos tenían armas para disparar redes capaces de retener a un león, otro contenía el Secobarbital, un sedante capaz de adormecer a cualquier humano, y otro poseía un rifle con el cual matar a la chica si las cosas se ponían feas, justo en el centro se encontraba el capitán, el cual vigilaba con atención los movimientos de la chica, la cual se encontraba descansando cerca de su manada, una brisa de aire traicionera hizo que la muchacha se alertase del grupo de hombres que la vigilaba, sin dudarlo, el capitán se levantó y la señaló. -¡Fuego! -Todo fue sumamente rápido, a la pequeña mujer no le dio tiempo de escapar o reaccionar, al recibir el disparo trato de correr, pero el sedante era tan fuerte que en cuestión de segundos sus piernas ya flanqueaban, cayó al suelo y entonces se acercaron el grupo de hombres, los dos los cuales tenian las redes le dispararon para que estas la rodeasen, el capitán se acercó orgulloso y la miró.

-Dulces sueños, intento de chucho.

Y todo se volvió negro.

Por la fuerza. -Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora