Capítulo 8: Perturbación.

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-Hola Lina-saludé sin mucho ánimo y poniendo mis manos sobre las suyas, intenté amable que desenroscara los brazos alrededor de mi cintura.

Lo hizo pero no perdió su alegría y se colocó a mi lado junto a la barra, sonriendo.

Se había alisado el pelo, cortado a la altura de mandíbula. Se había hecho la ralla a la izquierda, dejando más volumen de cabello hacia el lado derecho. Tenía el mismo tono que el mío aunque con reflejos caoba que solo se veían bajo la luz. Sus grandes ojos azules destacaban en su delgado rostro. Se había excedido con el maquillaje y el rimel en las pestañas; Aquella camisa sin mangas color cian dejaba al descubierto sus esqueléticos brazos. No tenía apenas pecho aunque si disfrutaba de un buen trasero que le encantaba enseñar a la mínima oportunidad. Sus esbeltas piernas estaban embutidas en unos ceñidos vaqueros claros y los zapatos negros de tacón la hacían más alta de lo que ya era. Llevaba un par de pulseras doradas en una muñeca a juego con sus largos pendientes.

-¿Qué tal? ¡No he vuelto a saber de ti desde el jueves!-Intentó hacerse oír entre tanto ruido.

No la miré pero sabía que estaría poniéndome morros por la forma en que sus palabras se cerraban antes de acabar la frase.

-No creí que tuvieras que saber de mí-Le di un matiz burlón para que no se molestara.

En ese momento, tenía a la chica de la barra justo delante después de haber atendido a unos chicos de al lado. Le sonreí cuando levantó la cabeza y me miró. Sus ojos de un azul-grisáceo estaban cansados.

-¿Con quién has venido?-Interrumpió por unos segundos mi amiga.

-Un whisky con hielo-contesté inclinándome hacia la chica para que me escuchara mejor. Luego me volví hacia Lina, ignorando su pregunta-. ¿Tú quieres tomar algo?

-Ponme a mí lo mismo, Beth-Sonrió mucho a la muchacha a quién parecía conocer.

La tal Beth le sonrió, acababa de colocar los dos vasos sobre la barra, y metió las pinzas -que sujetaba con la mano- en la nevera que tenía debajo para ponernos los hielos.

-¿La conoces?-Alcé una ceja mirando a Lian, un poco sorprendido.

-Es mi prima-Afirmó con la cabeza.

En mi boca se formó un “Ah” pero no llegué a pronunciarlo, Lina me había cogido de la cinturilla de los vaqueros y me había arrimado a ella mientras se mordía el labio inferior. Giré la cabeza hacia la barra cuando estaba a punto de besarme y cogí el vaso de whisky que acababa de servirme Beth. Sé que Lina resopló porque estaba tan cerca de mí que sentí su aliento chocar contra la pared de mi cuello. Le pegué un trago a mi bebida y, apreté los ojos cuando tragué y me escoció la garganta.

-¿Sabes qué? Mañana voy a estar todo el día sola en casa-me susurró en el oído, sentí de nuevo su cálido aliento que hizo irremediablemente que se me pusiera la carne de gallina.

No me pareció agradable. Me giré completamente hacia la barra y me quedé callado. Apoyé los codos y sujeté mi vaso en una mano mientras observaba a la gente al otro lado del club, en la barra que se extendía desde donde yo estaba, formando un rectángulo. Mientras, Lina acomodaba su cuerpo a mi costado y volvía a rodearme con sus brazos. Reconocí al instante a la chica que me miraba desde lejos con la mandíbula tensa, la veía casi a diario.

-Venga… -Intentaba persuadirme Lina en un tono de súplica y deseo, metiendo sus manos frías por debajo de mi polo y provocando que contrajera el estómago por la baja temperatura.

-Lina, déjalo ya…-Le retiré las manos de nuevo con todo el tacto que me fue posible.

-Sabes que soy muy insistente-Sonrió de oreja a oreja, divertida, mientras cogía su copa –por primera vez- y le daba un trago sin despegarse de mí.

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora