Capítulo 3. Pequeña tortura con dos palabras

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Capítulo III. Pequeña tortura con dos palabras

Aquel mismo año ambos entraron en la Universidad: Logan se metió en Derecho y Katsa en Criminología. Ambas carreras estaban en Vitmena y eran las que de verdad les gustaban a ellos, no por capricho de sus padres o por cercanía. Agradecieron mucho que esto fuera así, no solo por no tener que separarse de sus sendos padres y de su hermana en el caso de Katsa, sino por poder llevar allí mismo la relación y seguir cerca de LAMO.

Tanto Logan como Katsa habían tenido claro qué carrera hacer tras graduarse, pero ambos se preguntaban si serían capaces. La carrera no era lo que les asustaba, sino lo que venía después: el mundo laboral. No era lo mismo plantear un juicio hipotético entre compañeros y el profesor que estar frente a un juez y un jurado de verdad y que la vida de una persona dependiera de ese juicio. No era lo mismo hacer un análisis de pruebas que te proporcionaba un profesor para que llegaras hasta el delincuente en poco tiempo que estar frente a la escena de un crimen y tener que buscar tú mismo las pruebas. Les asustaba el mundo real porque temían no poder realizar lo que tanto ansiaban: ayudar a los demás.

Cuando eran pequeños y sus padres y profesores les preguntaban por lo que querían ser de mayor, ambos siempre habían respondido un oficio relacionado con la ayuda a los demás: policía, bombero, abogado, profesor, médico, etc., eran siempre sus respuestas. Pero esto fue muy diferente cuando crecieron y fueron conscientes del mundo real: no siempre ibas a poder ayudar a todo el mundo. Esto les hizo dudar por unos años, dudar de si hacer lo que querían, aunque pudiera salirles mal, o de si hacer algo sencillo y que no les diera problemas, pero que no les gustara. Optaron por lo que creyeron mejor: hacer lo que les gustaba.

El padre de Katsa, Liam, les dio su opinión al respecto de su preocupación desde su posición en el cuerpo de policía. Gracias a esto tuvieron aún más claro que lo que querían hacer era lo que debían hacer. Liam tuvo la misma duda que ellos, y descubrir que podía fallar en el mundo real fue muy duro para él, pero otros compañeros más antiguos le apoyaron y le contaron sus respectivas experiencias, algunas demasiado duras porque eran tocantes a familiares cercanos. Katsa y Logan vieron que iban a fallar, pero, poniendo todo de sí mismos, no tenían por qué sentirse culpables de ello.

En lo poco que llevaban de carrera, estaban contentos con ellos mismos y con lo que estaban haciendo, pese a que el temor siguiera. Katsa lo comparaba con el descubrimiento de sus poderes: temió, renegó y esto fue lo que puso en peligro a los demás, no que ella fallara.

–Se acabó el descanso, pareja –dijo Michael entrando en la sala.

–Pero si no han pasado ni cinco minutos –replicó Logan mirando en su dirección.

–No seas quejica. –Le tiró una toalla sudada en la cabeza a Katsa.

–Y nosotros somos los cerdos –dijo quitándose la toalla de la cabeza y tirándosela a su dueño–. No te vendría mal un descanso para una ducha corta. Me lo vas a matar, pero no por tu fuerza ni poderes precisamente –se burló Katsa, ante lo que Logan alzó las cejas y puso la boca en forma de «o».

Michael, sin entrar en el juego, se rio y dejó la toalla en uno de los bancos.

Ante tal acción, Logan y Katsa se miraron sorprendidos: el Michael de antes la hubiera retado a un combate con poderes o a una lucha cuerpo a cuerpo.

–¿Te encuentras bien? –preguntaron ambos al unísono y mirando a Michael.

Michael volvió a reírse mientras negaba con la cabeza.

–Oliver me dijo que a veces soy muy temperamental cuando hacen bromas hacia mi persona, y que, en lugar de eso, debería aprender a reírme de mí mismo, siempre que el comentario no sea ofensivo –explicó Michael caminando hacia ellos.

La chica del Dragón II: Creer es poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora