—Megan, tenemos que hablar.
Megan Meade bebió un buen trago de su gaseosa y dejó caer la pajilla de sus labios. Su corazón se dejó caer con ella. Cerró los ojos firmemente.
¿Que estaban haciendo sus padres de vuelta de la base tan temprano?
—Este es mi primer refresco del día, lo prometo —dijo, girando en la silla. La Z-Boy giratoria de cuero de su padre para enfrentarse a ellos. Sin embargo, en el momento en que los vio, supo que no iban a hablar sobre su consumo de azúcar al día. Esto era mucho más grave.
Los padres de Megan estaban de pie delante de ella en el salón para nada original de asuntos gubernamentales en casa, ambos llevando sonrisas falsas de emoción. También estaban vistiendo sus uniformes de gala: su madre en una falda prensada y chaqueta verde militar con medias oscuras, a pesar de que estaban a unos cuarenta grados a la sombra de Texas, y su padre con el cuello abotonado con tanta fuerza que su cuello se estaba poniendo rojo.
—Oh Dios —dijo Megan.
Colocó su vaso de soda empapado sobre la montaña de bebidas a su lado y se preparó. Había sido una mocosa criada en el ejército toda su vida, así que no fue difícil para ella entender lo que estaba por venir. Sólo esperaba que no fuera cierto.
—Es hora de empacar tu equipo, Pateadora —anunció su padre, forzando una sonrisa bulliciosa—. ¡Nos vamos a mudar a Corea del Sur!
Así es. Allí estaba. Megan entró en caída libre. Sus órganos internos se volvieron sin peso y comenzaron a flotar por el interior de la cavidad de su cuerpo. Se aferró a los brazos de la silla con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos, sólo para no vomitar.
—¿Qué? —soltó Megan. Su voz sonaba muy distante.
—Ha pasado un tiempo desde que fuimos trasladados, ¿cierto? —dijo su padre muy casualmente—. Esto debería ser emocionante.
¿Emocionante? ¿Había estado probando las máscaras de gas por toda la base hoy? ¿Cómo puede alguien pensar que ella estaría entusiasmada con esto?
Megan se había estado mudando durante toda su vida. Ella había nacido en Rammstein, Alemania, en una de las mayores bases militares estadounidenses en Europa. Cuando tenía cinco años, justo en el momento en que había hecho su primer amigo, su familia había sido trasladada a Turquía. Después de unos años allí jugando al fútbol con los chicos y aprendiendo turqués de su mejor amiga, Medha, otra transferencia había surgido, enviando a Megan al país que siempre había pensado como su hogar por primera vez en su vida. A lo largo de toda la escuela media Megan se había mudado, desde el Fuerte Carson en Colorado, al Fuerte Bragg en Carolina del Norte, al Fuerte Leavenworth en Kansas. Ella no había estado en ninguno de esos lugares durante el tiempo suficiente para hacer amigos de verdad.
Pero aquí, en Fuerte Hood, Megan finalmente había encontrado un hogar. Había pasado por tres grados completos aquí. Estaba en un equipo campeón estatal de fútbol.
Acababa de recibir su permiso de aprendiz.
Tenía una verdadera mejor amiga, Tracy Dale-Franklin. Y este año, en el primer día de escuela, iba a hablar con Ben Palmer. Finalmente, por fin iba hablar con él.
Ella incluso tenía un atuendo todo escogido y había practicado el saludo trescientos cincuenta y un veces delante del espejo. Se suponía que este iba a ser el Año de Megan. ¿Por qué sucede esto?
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La guía de Megan Meade sobre los chicos McGowan
Teen FictionCuando tenía nueve años, Megan Meade conoció un grupo de chicos terribles, perversos, cubiertos de helado, hijos de un amigo de su padre... los chicos McGowan. Ahora, siete años mas tarde, los padres de Megan, médicos del ejercito, son enviados a C...