Los ojos de Arthur Weasley, el patriarca del ejército de pelirrojos, miraba con adoración la bicicleta colgada en el techo del garaje empolvado que tenía; esa reliquia era su favorita, quizá mucho más que su auto mágicamente modificado o el bendito patito de hule, que guardaba en un cofre especial hasta que alguien se dignara a decirle cómo funcionaba. Pues tenía un muy buen motivo para que la misma fuese su objeto muggle preferido, de hecho fue el que le ayudó a conquistar a la madre de sus siete hijos y la abuela de esa alocada docena de nietos que tenía: su querida esposa.
Cosa que Molly no siempre le gustaba traer a la memoria, digamos que al recordarla sus codos le dolían. Muchas veces la había encontrado intentando deshacerse de ella a escondidas, pero por alguna extraña razón siempre estaba en el momento preciso para negarse ante tal atroz accionar. Esa bicicleta era especial aún a pesar de no tener una sola pizca de magia y que su pintura, antes azul, se viera desgastada.
Sacó su varita del bolsillo de su chaqueta y apuntó hacia esta, haciéndola levitar con facilidad hacia él. Sonrió cuando su mano tuvo contacto con el frío metal del manubrio y la suavidad del asiento con la otra. Estaba bastante intacta, tal vez incluso para dar la última vuelta antes de volver a guardarla.
***
—¿Qué sucede, mamá? —Ginny llevaba varios platos en sus manos para dejarlos en el fregadero. En el mismo en que su madre, apoyada en él y parada en puntitas de pie, miraba por la ventana hacia el patio.
—Tu padre encontró la bendita bicicleta. —Aunque parecía estar molesta, Ginny supo que sólo fingía. El brillo en sus ojos era la prueba perfecta para así creerlo. —Le diré que vuelva a guardarla antes de que los niños la vean. No queremos que se lastimen ¿verdad? —Molly dejó el trapo que hasta ese momento había estado apretando con sus dedos, y salió de allí rápidamente.
Harry apareció junto a su esposa cargando con el resto de los platos, y arrugó el entrecejo cuando notó lo que ella estaba mirando divertida.
—¿Tus padres...?
—Sí, cariño. —Se escuchó la risa extasiada de Arthur y Molly gritaba que no la dejara caer como la última vez mientras se subía a la bicicleta que su esposo había utilizado para proponerle matrimonio hacía ya bastantes años; tantos como para recordar exactamente cada minúsculo detalle de tan entrañable momento de sus vidas.
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La última vuelta.
FanfictionAquella bicicleta para Arthur Weasley, era más que sólo un objeto muggle.