-¿Te parece si vamos a cenar algo?- definitivamente no me quería decir nada aún. Me cambió de tema a la velocidad de la luz, pero me dio igual, no iba a rechazar aquella invitación.
-Siempre que pagues tu...- bromeé. Y con esa broma mi primera sonrisa sincera. Porque no podía aguantar ni un solo minuto más con aquella tontería de hacerme el enfadado, con ella era algo imposible. Habló con el hombre que tenía pensado conducir y le dijo que se fuera, que ya conducía ella. Me cambié al asiento del copiloto y ahora si, nos fuimos. El restaurante no quedaba muy lejos de allí, por lo que llegamos en apenas 10 minutos.
Aparcó un poco más lejos para que no nos vieran llegar juntos. Primero salí yo. Entré en el restaurante y esperé en la entrada. Luego entró ella, que habló con el camarero y disimuladamente nos llevaron (otra vez) a una sala especial. ¡Hay que ver, la de privilegios que tenía esta mujer!
Cuando nos sentamos me pareció el mejor momento para pedirle que me contara lo que se suponía que tenía que decirme.
-Oye Malú..
-¿Si?- dijo con esa sonrisa suya que nos enamora tanto a todos
-¿Que era eso de lo que tenías que hablar conmigo?
-Pues... He pensado en lo del otro día Dani.
-¿En lo que?
-¿Cómo que "lo que"? Casi nos besamos ¿o es que no te acuerdas?
-Claro que me acuerdo...
-¿Entonces?
-No te entiendo Malú... ¿Qué es lo que has pensado?
-Que eso no puede ser. Que quiero que seamos amigos, nada más. Estoy en un momento complicado de mi carrera y...- aquello partió mis esquemas en dos, tres y cien mil pedazos. Que ingenuo fui al pensar que podía estar con alguien como ella... en fin. ¿Yo con ella? ¿En que cabeza cabe? No, no. Imposible.
-No importa.
-¿De verdad? Por supuesto me gustaría que quedáramos a tomar algo de vez en cuando... como amigos, claro.
-Si, si... Lo que quieras.
-Dani ¿que pasa?
-Nada... Oye, me voy. Ya hablaremos, algún día...
No la dejé responder y me fui. No quería que me viera mal allí, no. Empecé a caminar deprisa hasta que llegué donde había un par de taxis aparcados. Me subí al primero que vi y le pedí que me llevara a casa.
Necesitaba desconectar de todo, por lo que me pareció mejor apagar el móvil y pasar de todo. Total, mi hermana estaría en casa de Aurora así que cualquier cosa llamaría al fijo...
Llegué a casa, me cambié de ropa y me tumbé en la cama. Pasaban las horas y yo seguía allí, mirando al techo y sin moverme. Empezó a llover. Muy fuerte. Como una de estas tormentas que desbordan los ríos, se inundan las carreteras... Llovía demasiado.
Eran las dos de la mañana ya y yo seguía sin poder dormir. No dejaba de pensar en lo que había dicho. Que no quería nada. Básicamente me mandó a la mierda. Y yo como un gilipollas pillándome por ella. Já. Qué irónico. Supongo que soy tonto por ilusionarme. Un don nadie como yo nunca podría estar con alguien tan grande como ella... era imposible.