Con una mezcla de sorpresa y repulsión, Louis se dio cuenta de que lo que había encontrado era una trampa para aquellos que, como él, buscaban lo inusual. El joven exhibido era una víctima del comercio ilegal, una realidad que había sido ocultada tr...
El teléfono vibró con insistencia sobre la mesa, mostrando en la pantalla el nombre de Louis. Sin embargo, el joven decidió ignorarlo, al igual que había hecho con las incontables llamadas anteriores.
Alaric lo observó en silencio. Lo veía sumido en sus pensamientos, perdido en una maraña de emociones mientras jugaba distraídamente con su malteada.
—Toma un sorbo —sugirió con suavidad—. El azúcar puede ayudarte a despejar un poco la amargura de esta situación.
El rizado mordisqueaba su labio inferior, arrancando pequeños trozos de piel sin darse cuenta. Su rostro reflejaba cansancio y tristeza.
—Enfócate en otra cosa —insistió él—. Has estado llorando desde que salimos de la oficina. Te vas a deshidratar.
Él suspiró y, a regañadientes, llevó la pajilla a sus labios, bebiendo un pequeño trago de la espesa bebida chocolatosa. Una sonrisa fugaz, aunque teñida de melancolía, apareció en su rostro.
—No he llorado lo suficiente —murmuró, con un tono de voz cargado de pesar—. Y siento que estés presenciando todo esto. No somos tan cercanos como para que debas soportar mi tormento.
El castaño negó con la cabeza, tratando de infundirle algo de tranquilidad.
—No es una molestia —aseguró, bebiendo un poco de su propia malteada—. Estoy seguro de que Louis debe tener una explicación para lo sucedido. No pasó nada entre él y Lucille, te lo garantizo.
Harry cerró los ojos con fuerza. Sentía las lágrimas acumulándose de nuevo en sus párpados y, cuando habló, su voz se quebró.
—Tus palabras no justifican su comportamiento —dijo en un susurro tembloroso—. Lo único que sé ahora es que necesito mantenerme alejado de él hasta que pueda aclarar mis pensamientos.
Hizo una pausa, bajando la mirada antes de hacer su petición.
—¿Podría quedarme en tu casa esta noche? Solo por hoy. No tengo otro lugar a donde ir y tampoco es como si conociera a alguien más.
Alaric asintió, comprendiendo su necesidad de refugio.
—Por supuesto. Tengo una habitación de sobra —dijo, dedicándole una sonrisa comprensiva. Pero su expresión se tornó seria—. Sin embargo, debo informarle a Louis. Estará preocupado, y saber que estás conmigo podría calmar un poco su ansiedad.