18 - Nueva era

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El rebote del balón contra sus antebrazos ya comenzaban a sonar apagados. El rechinar de las zapatillas gastadas pedían parar de una vez a la par que sus músculos gritaban.

Ella no tenía pensado tener piedad ante sus caras agotadas ni aunque se lo pidieran de rodillas.

Miró el reloj de la pared marcando las seis de la tarde. Y optó por dejarlas en libertad temprano esa vez.

—  Última vuelta de lanzamientos alrededor de la cancha y pueden irse a casa.

Las caras de desprecio por parte de todas fue respuesta suficiente ante aquella orden. A Inoue no le importó en lo mas mínimo ya que sólo se dirigió a tomar agua a un lado ignorándolas por completo.

Ha pasado una semana desde que la nueva capitana del equipo de voleibol retomó los entrenamientos poniendo en práctica su rol.

Desde el primer día empezó a hacerse cargo de los entrenamientos siendo concebida por el coach, cambiando las rutinas y poniéndole más presión y exigencia a sus compañeras.

—  Creo que te estas pasando de la raya.  —murmuró Natsu, en su nuevo papel como vice-capitana — ¡¿Te piensas que somos animales o fenómenos como tu?!

Akane tragó el último sorbo líquido de su botella y la miró con cansancio. Una mirada tan penetrante que te obligaba a retractarte en ese mismo instante. La azabache dio un respingo pero no cedió.

—  Si quieres ganar las nacionales será mejor que cierres la boca y muevas más tus piernas.

Su voz sonaba tan apagada que te daba miedo incentivarla a intentar siquiera contradecirle.

—  Estás enferma. No voy a permitir que esto siga así.

—  Entonces largate. —la desafió. — Abandona el club como toda cobarde que eres, ya que le estás llorando a la misma persona que te eliminó el año pasado. No necesito inútiles en mi equipo que se crean las mejores rebajando a las demás.

"Las demás" y "Las inútiles" se mantenían al hilo de aquella discusión dándose totalmente por aludidas. Las primeras dieron toda la razón al comentario de Inoue, mientras que para las segundas fue un golpe bajo.

—  Haz lo que quieras, Himori. —se dio media vuelta dispuesta a partir  —  Nadie te esta obligando a que seas parte de esto. A ninguna honestamente. —elevó su voz para que todas la oyeran —  Si quieren volverse fuertes, si quieren aunque sea llegar a las nacionales las veré mañana en el entrenamiento matutito. Pero quienes yo vea que realmente se están esforzando y quieren lograr esas metas, serán quienes pisen la cancha. Todas tendrán su oportunidad, desde las titulares hasta las suplentes; desde las de primero hasta las de tercero. Ya depende de ustedes el lugar que quieran ganarse.

La peligris abandonó finalmente el pabellón dejando a todas perplejas por aquellas palabras y con sus cabezas maquineando sobre que harían.

Por mas de que ella se sentía en total libertad de hacer lo que quisiera y hacerlas sudar sangre a cada una, en el fondo existía un motivo y siempre fue el mismo. La sed de llevar a su nuevo equipo a la gloria. Sacarlas de ese oscuro pozo en el que estaban. A su manera, como un digno castigo por ensuciar su nombre.

Al otro día Akane estuvo a primera hora de la mañana armando el gimnasio. Totalmente sola, el eco de cada sonido que producía era lo único que se sentía en el ambiente.

Una vez que finalizó se dispuso a realizar saques. El último lo lanzó con tanta potencia que terminó rebotando contra la pared del otro lado y rodando hasta la puerta del pabellón. El esférico besó los pies de alguien más allí y ella no lo notó hasta que su voz sonó.

—  ¿Ya empiezas sin nosotras? Eso es injusto.

Inoue se dio media vuelta y una muchacha de cabellos marrones la miraba sonriente. Era una de las ingresantes de primer año, pero no estaba sola parada ahí sino que todas las suplentes estaban mirándola sonrientes.

Una cálida emoción brincó dentro de ella pero no le tomó mas de dos segundos eliminarla.

—  Las estaba esperando, ya que llegan tarde.

Todas ingresaron y comenzaron a precalentar sin esperar ordenes de la capitana. Eso en parte la sorprendió, pero no tanto que ver solo a las suplentes presentes y ninguna titular, incluyendo a Natsu.

Akane sonrió ampliamente con un dejo de triunfo.

Finalizaron la práctica totalmente agotadas pero felices de lentamente empezar a notar mejoras en sus reflejos, tanto en ataque como en defensa. Inoue ya no solo se sentía su capitana, su líder, sino su emperatriz,  la persona que iba a guiarlas a donde ellas quisieran luego de haber exterminado a las bacterias que contaminaban su equipo.

Aun así no podía evitar sentirse un poco intranquila. Himori Natsu no era una persona de fácil convencer y mucho menos de fácil abandono. Algo estaba planeando y ella tenía que estar preparada para cualquier cosa.

Todas se despidieron y Akane se quedó sola cerrando el pabellón. Giró sobre sus talones dispuesta a emprender camino hacia la salida mientras guardaba las llaves en su mochila sin prestar atención a su alrededor. Sintió una presencia a su lado al pasar pero no le prestó atención y siguió caminando. Ella no había notado que esa persona estaba esperándola. Ella no había visto que esa persona era por quien, muy en su interior, había estado esperando para volver a tener una conversación. De esas que la hacían reír hasta perder el aire. De esas que la hacían sentirse admirada. De esas que necesitaba.

Él no pudo decir ni hacer nada, más que presionar sus puños y morder su labio inferior con impotencia. Simplemente la dejó ir, tal como lo hizo antes, maldiciendose a sí mismo por haber sido tan patético con ella. Por haber permitido que su amistad se rompa y ahora no pueda ayudarla. Porque Hayama podía verlo, nada estaba bien. Era otra persona en el cuerpo de su amiga. Y no podía aceptarlo.

Amo odiarte | Akashi SeijuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora