El hombre de la tienda

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Una mujer anciana empujaba un carrito de compras junto con sus dos nietos. Ella tenía el cabello rubio ondulado dejandolo caer por la espalda, llevando una camiseta y pantalón negro simples, mirando a su alrrededor buscando el producto que coincide con la lista que lleva en su mano

– Abuela, puedo llevar esto? – La niña, Chrome, habló sosteniendo una caja de chocolates. Ella cumplió los siete años hace dos meses, el mismo día en que perdió su ojo derecho en un accidente automovilístico y desde entonces lleva un parche negro con un búho en él, regalo de su hermano mellizo, Mukuro. Ella tiene el cabello púrpura al igual que su ojo, mientras que su hermano índigo y ojos heterocromáticos, su ojo izquierdo azul cielo y el derecho rojo. Y ambos tenían una característica en común, pelo como una piña

Su abuela, Elena, negó con suavidad y ella los regresó al estante. Mukuro quien les seguía tranquilamente, tomó un par de cajas de cereal y su abuela los tachó de la lista para seguir avanzando con el carrito

La niña miró diferentes cosas que le gustaría llevar pero no lo haría, es el cumpleaños de su abuelo y debían ahorrar para él

– ¿Qué te parece si escojes algo para Daemon? – ella asintió y caminó por los pasillos buscando algo en específico. Se detuvo ante una vitrina observando la variedad de pasteles en ella yse detuvo en uno específico, pastel de melón. Un empleado le tendió el pequeño empaque de pastel y ella asintió con una pequeña sonrisa en su forma de decir gracias a aquella persona. Lo llevó junto con su abuela y hermano e hicieron la cola para pagar

Cuando llegó su turno la cantidad de dinero a pagar fue demasiada para ellos. Elena revisó la cantidad de dinero descontable a partir de cupones y miró a Mukuro quien contaba el dinero, sin embargo el negó. No había suficiente dinero así que ella pidió que retiraran el pastel

– Lo siento Chrome, quizás mañana

– Eso dijiste ayer – fue el suave murmullo que se escuchó a penas, y así, pagaron el resto de las cosas y se fueron. Todo esto siento atentamente abservado por otra persona

– Por favor, podría cobrarme ese pastel también – pidió el siguiente en la cola, un hombre alto de cabello marrón en desordenado como la melena de un león y ojos amables castaños, además de vestir un traje formal. La muchacha asintió e hizo lo pedido

Una vez embolsado todo, el hombre se apresuró a la salida donde Elena y sus nietos caminaban de regreso a casa

– Hey! – Se adelantó unos cuantos pasos poniendose frente a la pequeña Chrome y le tendió el pastel – Esto es para ti – Él le dió una sonrisa amable y Elena negó de inmediato

– No hay razón para que haga esto – fue su réplica

– Por favor aceptelo, yo cuando era niño...

Mamá, podemos llevar ésteseñaló un pastel de atún un pequeño niño de seis años, a lo mucho. Cabello castaño que desafía la gravedad y ojos cafes grandes e inocentes como los de una gacela. La madre tomó al ñino del brazo suavemente para llevarlo unos cuantos pasos lejos de la fila y se agachó a su altura

Lo siento cariño, pero podrías elegir otro? – le dijo la mujer joven de cabello castaño largo y ojos de igual color. Y un hombre observaba la escena, uno que no conocía de nada y nunca antes había visto en su vida

DisculpaEl niño volteó junto con su madre para encontrar a un adulto joven de cabello azul aqua con peinado de melónEs un regalole dijo, entregándole el pastel de atún que él había señalado momentos antes

– No puedo recordar su rostro, tampoco su nombre y no le pude dar las gracias, sólo lo recuerdo como 'el hombre de la tienda' – terminó, y la abuela le tendió un papel y bolígrafo

– Por favor déjeme su número de teléfono, le prometo que le devolveré el dinero en cuanto pueda – Estaba a punto de rechazarlo, sin embargo recordó una última parte y escribió algo en el papel antes de doblarlo por la mitad horizontalmente y entregarlo a Chrome quien le miraba expectante

– Prométeme que cuando puedas ayudar a alguien le tenderás una mano – ella asintió tímidamente, y el castaño satisfecho se dió la vuelta dispuesto a irse

– ¿Al menos me podría dar su nombre? – fue lo que dijo Elena, ya rindiéndose de poder compensarle de alguna manera a aquel amable joven

– Yo soy 'el hombre de la tienda' – les regaló una sonrisa suave antes de despedirse de ellos, recibiendo el agradecimiento de los tres

...

– Hemos vuelto – anunció Elena entrando al hogar junto con sus nietos

– Y trajimos ésto – Chrome colocó el pastel en el regazo de un hombre viejo, de la misma edad de Elena, un peinado parecido al de un melón partido con dos rayas en zig zag en el centro

– ¡Oh! Melón, es mi favorito – le dió un abrazo a la niña y ella junto con Mukuro fueron a la cocina para preparar la mesa – Fue un gasto inecesario – dijo en voz baja Daemon para que los niños no le escucharan

– No fui yo, fue un hombre amable ...

– Me dió esto – dijo Chrome aparciendo devuelta entregandole el pequeño papel que le había dado el hombre de la tienda. Daemon lo tomó entre ambas manos y lo desdobló

"Un simple acto de caridad crea un espiral sin fin...

Recordó a un pequeño niño castaño al que le había dado una nota con las mismas palabras exactas hace bastantes años ya

Que vuelve hacia ti"

– Gracias – susurró ese niño

El Hombre de la TiendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora