Afinidad

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¿Cuál era la palabra apropiada para describirlo?

¿Síntoma?

No, no era un síntoma. Un "efecto secundario". Quizá hasta "daño colateral". Había consecuencias en dejarse poseer por un espíritu, Ritsu lo aprendió.

Cegado por la codicia, pensó que sería capaz de vender hasta su alma por poderes como los de su hermano. ¿Y... fue eso lo que había pasado?

Era un absoluto secreto, por supuesto. Porque ¿a quién podía contarle? ¿Quién le creería? Y más importante, ¿cómo podía explicarlo?

Hoyuelo era el único que conocía su secreto, porque él también era víctima del mismo fenómeno. No tenía tampoco una palabra exacta para ello. Lo mejor que podía expresarlo era como una enfermedad. Saludable.

-"Afinidad" -murmuró, y por un momento pareció contentarse con esa palabra. Quizá tampoco abarcara completamente ese sentimiento, pero quería darle un nombre a eso y por el momento bastaba.

Sentía afinidad por el espectro, y cuando se oyó decirlo así, pensó que las palabras le hacían poca justicia al sentimiento, pero estaba cansado de buscarle un nombre.

Su posesión había sido atípica. Prolongada, repetida. No había estado inconsciente mientras Hoyuelo tomaba control de su cuerpo. Había estado despierto; dos almas compartiendo la misma piel, mezclándose, simbiotizando... El resultado había sido... "afinidad". O como quisiera llamarle.

Había desarrollado esa especie de atracción por el espectro; su alma lo reconocía como parte suya. Cuando fuera que no estaba cerca, surgía ese anhelo, le hacía falta. Se sentía incompleto hasta que pudiera verlo, hablar con él. Ni siquiera había una buena razón: no era una obra de arte ni tenía mucho para contar; simplemente le hacía falta.

Hoyuelo lo visitaba a menudo. La razón era la misma.Tenía a su hermano para utilizar para sus planes, y tenía todo el ancho mundo para pasearse. Pero era la habitación de Ritsu la que visitaba cada noche, flotando sobre su cabeza mientras estudiaba, hablando de esto y aquello hasta que se quedara dormido, discutiendo juntos los pormenores de este sentimiento. Ritsu no tenía pudores en decirle abiertamente que lo echaba en falta, porque Hoyuelo sentía el mismo escozor cuando no estaba con él. Esas visitas nocturnas eran un momento de sosiego, en que ambos se sentían completos sólo por el hecho de estar juntos.

Ritsu oyó un golpecito en el vidrio de su ventana y saltó en la cama para ver. Hoyuelo estaba del otro lado, sonriendo y haciéndole señas.

Fue a abrir la ventana, pero el espectro no entró como siempre lo hacía. Lo saludó flotando desde afuera.

-Te traje algo. Ayúdame a entrarlo.

- ¿Eh?

Ritsu asomó la mitad del cuerpo y vio un bulto oscuro en su jardín.

-¿Qué es eso?

- Se vería sospechoso si trato de entrarlo por mi cuenta. Ayúdame a subirlo.

Ritsu intentó subir aquello con telekinesis. Era pesado y bastante grande, pudo saberlo. No fue hasta tenerlo frente a sí que pudo ver que se trataba de un hombre adulto inconsciente. Casi lo deja caer por la sorpresa, pero fue poseído en ese momento por el espectro y entró de un salto a su balcón.

El chico se hizo atrás para dejarlo entrar y observó por un momento ese rostro desconocido.

- ¿De quién se trata?

- No lo sé. Fue lo que pude conseguir.

- Pudiste haber averiguado mis gustos primero...

- Lo siento, estaba en un apuro. ¿Alguien más joven la próxima vez? ¿Una chica?

Ritsu sonrió y meneó la cabeza.

- Da igual. Eres tú de todas formas.

Se acercó lentamente y puso sus manos a cada lado de la corbata negra que vestía. Las deslizó suavemente bajo las solapas de su saco abierto y las llevó a encontrarse detrás de su espalda.

Recostó su cabeza en el centro de su pecho mientras dejaba que le respondieran el abrazo. Pudo oír latidos de un corazón ajeno al espectro, pero que aceleraba según los sentimientos de éste.

Hoyuelo se dejó envolver en el calor del chico, disfrutó de la sensación simple y aún extrañamente satisfactoria del quedo crepitar de sus cabellos bajo las yemas de sus dedos, mientras rascaba suavemente su cuero cabelludo.

- Es extraño, ¿no? -dijo. - Luego de haber sido uno, tener esta necesidad de ser dos.

El chico se apartó un poco de su pecho para buscar sus ojos.

-¿Por qué es así?

- ¿Eh?

- ¿Por qué me siento más cerca tuyo cuando hay una barrera de piel de por medio? -acarició tiernamente su mejilla.

Hoyuelo buscó en vano una respuesta, ligeramente boquiabierto, perdido en sus ojos. Sintió el estremecimiento galvánico cuando esos dedos delgados deslizaron por su mejilla y trazaron suavemente su labio inferior.

-No lo sé -respondió al fin.

- ¿Te quedas conmigo hasta que me duerma? -le sonrió el muchacho. El otro le respondió la sonrisa y asintió.

-¿Vas a acostarte así? -preguntó Ritsu, haciendo espacio junto a él en la cama para el otro hombre. - Esa ropa se va a arrugar.

- No importa -le restó importancia Hoyuelo. - Si se arruga hará juego con esta cara -rió.

El chico también rió y se anidó en sus brazos.

- Y bien... ¿cuáles son "tus gustos"? No me haría mal saber tus preferencias, para la próxima vez.

El chico ahogó una risa en su pecho.

- No habrá una "próxima vez".

- ¿Eh?

- Voy a disfrutar esta noche -lo abrazó un poco más fuerte- pero esto es algo de una sola vez. No quiero que lo vuelvas a hacer.

- ¿Por qué no? -se extrañó el espectro.

- ¿Qué pasa si te enamoras de este cuerpo? ¿O del próximo? No quiero eso.

Hubo un silencio algo extraño y Ritsu se dio cuenta.

- ¡Qui-quiero decir...! -se sonrojó abochornado - si-si desarrollas a-afinidad po-por este cuerpo... t-tú... ¡sabes de lo que hablo!

Hoyuelo rompió su silencio con una carcajada y se abrazó más fuerte al muchacho.

- ¡Eso era: esa era la palabra! -Lo acercó más a su pecho y respiró en su cabello. - Estamos enamorados...



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⏰ Last updated: Aug 07, 2017 ⏰

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