Una tarde, al estar en los Archivos Nacionales de Kew, abrí un legajo que contenía un informe del comandante Michael Ellwood, responsable de comunicaciones durante la evacuación de Dunkerque. En él, hablaba de pasada de un radiotransmisor Marconi pudo emplear apenas unas horas debido a que se averió porque había entrado «arena al generador».
Aquello me sorprendió. ¿Cómo es posible que entrara arena en un equipo cuyo uso era tan necesario en esos momentos? El Marconi TV5 era un cajón de buen tamaño, y enseguida me acordé de Laurel y Hardy transportando un piano en Con la música a otra parte. ¿Se les habría caído en la playa a dos marineros especialmente torpes? ¿Les habría gritado el Capitán William Tennant, responsable de la evacuación, al enterarse de lo que habían hecho con el último radiotransmisor que tenía a mano? ¿O quizá no se lo dijeron, con la esperanza de que otro cargara con las culpas?
Un tiempo, en mayo de 2016, me hallaba en la entrada del espigón en Dunkerque, muy cerca donde el capitán Tennant había instalado su puesto de mando. Al mirar a mi alrededor, podía ver tramos de la playa atestados de soldados, o de hombres que parecían soldados. Había buques de guerra anclados mar adentro y un barco hospital blanco, claramente señalizado con cruces rojas, atracado al final del espigón. Un humo negro se agitaba a lo lejos, y del paseo marítimo había desparecido todo, todo rastro de las últimas décadas del siglo XX. Así debía ser dunkerque a finales de mayo de 1940.
Hubo algo que me llamó especialmente la atención. Se había levantado el viento y la arena azotaba por doquier, metiéndose en los ojos y entre el pelo. La mayoría de la gente llevaba gafas protectoras y se cubría la cara, y de pronto me di cuenta que aquella radio Marconi TV5 no se le cayó a nadie. Los marineros patosos que yo había imaginado nunca existieron. La arena se introdujo en el generador en mayo de 1940, al igual que ahora se me metía a mi en los ojos y en las orejas. Mi estancia en Dunkerque me enseñó cosas acerca de la evacuación que no habría descubierto de otro modo.
De ahí que haría visitar Dunkerque a todo aquél que este interesado en la historia de la evacuación. Caminar por las playas y recorrer el espigón, explorar el perímetro defensivo en el que las tropas británicas y francesas mantuvieron a raya a los alemanes, visitar el estupendo Museo de la Guerra, el conmovedor cementerio, y la iglesia Saint-Éloi, con sus paredes acribilladas de balazos y metrallas... Son cosas que hacen que hacen que lo ocurrido en mayo y junio de 1940 cobre vida de nuevo. El paisaje conserva dentro de sí la historia y rellena las lagunas que no suplen las palabras.
Con éste libro he tratado de contar la vida de otro modo, o al menos ampliar el relato de lo que sucedió en Dunkerque. Del mismo modo que visitar aquellas playas cambia nuestra forma de ver la evacuación, este libro trata de explicar los acontecimientos históricos situándolos en un contexto más rico, no solo en el plano militar, sino también en el político y social. En él intento explicar cómo era ser un joven soldado en 1940, y la importancia que cobró la cultura juvenil, en sus diversas manifestaciones, durante el periodo de entreguerras. Me centro principalmente en los combates (y a veces la falta de ellos) que condujeron a la evacuación, e indago en las repercusiones que ha tenido la Operación Dinamo a lo largo del tiempo, entre ellas la más reciente: la película de Chris Nolan estrenada en 2017.
He tenido la fortuna de trabajar como asesor histórico de dicha película. Fue un auténtico placer, en parte porque disfruté conociendo a tantas personas interesantes entusiastas, pero sobre todo porque el film recrea de un modo excepcional un fragmento de la historia infravalorado en la actualidad. En el último capítulo de éste libro se explican los desvelos del director, la productora y los jefes de departamento por ser lo más fieles posible a la realidad histórica. Su labor ha permitido recrear el espíritu de la evacuación con una viveza y fidelidad que considero inigualables. El resultado nos permite experimentar la historia tal y como fue: una ardua y desesperada lucha por la supervivencia que impidió el triunfo de la tiranía.
No puede haber nada más importante. Desearía que todos recordáramos, al ver la película, que sin los verdaderos Tommy, George y Alex hoy en día viviríamos en un mundo mucho más sombrío. Y alguno de nosotros no existiríamos.
Joshua Levine
Abril 2017
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DUNKERQUE
ActionCuando 400,000 hombres no podían llegar a su hogar, su hogar vino por ellos. De Christopher Nolan, director de "Interestelar" y la trilogía "Batman el caballero de la noche"