Capitulo 1

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  AL DIA SIGUIENTE ~

― ¿No te has olvidado de algo?


Natalia se separó dando un brinco de la cafetera, su jadeo haciéndose eco por toda la brillante cocina.


― ¡Maic, maldición!


— ¿No? ―le repitió, sus manos encontrando sus caderas mientras se apretaba contra ella desde atrás.


— ¿Qué? ―lo miró―. ¡Necesito café!


— Lo sé, nena. No estoy hablando de eso.


— ¿Eh? ―parpadeó.


— ¿Sientes esto? ―meció las caderas contra su cu.lo.


— ¿Y?


— Estoy desnudo ―le susurró,su suave aliento golpeándole en la nuca.


— Estoy feliz por ti. Sigo necesitando café antes de hacer nada más.


— Nena, ¿recuerdas lo que planeamos?


— ¿No?


— Imagino que no. Te desafié a pasar el fin de semana desnudos.


— Ah―Eso―.¿Ahora?


— Sí,ahora sería un buen momento para empezar.Yo ya he seguido las normas. Ahora es tu turno.


— Estoy haciendo café,Maicol.Probablemente no es...


Él la cortó.


― Sin excusas.Un desafío es un desafío,corazón.Venga.―Le agarró el borde de la larga camiseta que llevaba y tiró a un lado.


Sus pechos inmediatamente se pusieron de punta: por el frío o por cómo la tocaba,no estaba segura.Él tiró la camiseta por algún lado detrás de sí y tomó sus caderas con ambas manos, apoyándose contra ella una vez más. Su polla estaba dura como una piedra contra su cu.lo.


Mmm, tal vez estar desnudos todo el fin de semana no sea algo tan malo, después de todo,pensó mientras dejaba caer la cabeza contra su pecho.Cuando él empezó a deslizar las palmas de sus manos hacia arriba, ella le rodeó el cuello con los brazos.


Él gimió un poquito al ver lo que tenía delante,sus pechos levantados,esperando que los tocara.


Los ahuecó y sopesó por un momento antes de abrir los dedos para que sus pezones sobresalieran entre ellos.

Ella miró hacia arriba y observó mientras él tensaba los dedos, estrujándoselos hasta que jadeó por el placer-dolor que la recorrió.


― ¡Maicol!

— Eso te gusta,¿eh?Te gusta cuando soy áspero;sé que sí―le susurró al oído.


Ella en reacción empujó sus caderas hacia arriba.Siempre que él hablaba así ella acababa mojada en sólo unos segundos. Probablemente por eso él lo hacía cada vez más a menudo,incitándola cuando estaba atada a la cama,murmurando cositas sucias cuando esperaban en algún sitio,sonriéndole malvado porque ella se volvía roja y se removía inquieta.


— Maik...―su nombre surgió con un suspiro.


Él tiró de sus pezones, estirándolos, haciéndolos endurecerse. Dolía un poquito, pero tenía razón, a ella le encantaba.


― Inclínate―le ordenó mientras él se echaba para atrás y presionaba una pesada palma entre sus omóplatos.
Natalia puso las manos sobre la encimera y abrió las piernas antes de que él se lo pidiera. Maicol le dio unas palmadas en el cu.lo, obviamente contento. Se dio cuenta de que estaba sonriendo y meneó la cabeza ante su propia reacción. De verdad que él era el mejor novio de todos los tiempos. Era caliente de una forma totalmente masculina: de hombros anchos, caderas estrechas, con una nariz fuerte y cejas oscuras y tatus tribales en un cosatado y otro por encima de su cadera. Sus ojos color verde eran el único rasgo que suavizaban su, por otra parte, ruda apariencia.


Lo mejor de todo era que la amaba y sabía cuándo ser travieso. ¿Quién podía pedir más?


Mantuvo la posición mientras le oía abrir el cajón de los cubiertos. Se preguntó qué andaría buscando. Cuchillos no, por supuesto que no. Un temblor le recorrió la espalda y casi se gira para preguntarle lo que estaba haciendo. Demasiado tarde. Algo le golpeó la nalga derecha, tomándola por sorpresa. Gritó:


— ¡Maicol!


— No te muevas, ¿me oyes? ―Su voz había adquirido aquel tono duro, el que le hacía que su interior palpitara. Ay, dios, se estaba poniendo en plan Dom con ella―.Empieza a contar,Naty


Aquello era nuevo, pero totalmente excitante.La estaba tratando como una de las sumisas de las que leía en sus libros, las que adoraba compartir con él por las noches, haciendo que los dos se pusieran calientes e inquietos bajo las mantas. Debería haber sabido que algún día lo usaría.


— Qué cu.lo más bonito―comentó él en voz alta―.Pero no está lo suficientemente rosa para mi gusto.―Volvió a azotarla, pero no usó su mano. Algo duro y rugoso le dio en la piel, el sonido alto en el silencioso apartamento.


— ¡Oh!―ella empujó la cadera contra el dolor, insegura de si quería que se detuviera o que continuara―. ¡Uno! ―por poco se olvida de contarlos.


— Bien,bonita.Ahora veamos si puedes aguantar hasta diez.


Ella sintió que se le abrían más los ojos al oírlo.¿Diez? ¡Diez! ¿Estaba loco?


― No creo que...


Él no la esperó, simplemente le azotó el cu.lo, deteniéndose cada vez para que ella los pudiera contar.Tampoco fue suave con ella,y aún y así sabía que no usaría toda su fuerza.Si alguna vez lo hiciera,lloraría, estaba segura de eso. Después de todo podía levantar pesas que pesaban más que ella,y no era una chica diminuta.Ni mucho menos.


— La última,bonita―dijo unos minutos más tarde.Ella se tensó un poco al sentir inesperadamente sus dedos abriéndola, deslizándose por su coño como si quisiera asegurarse de que ella lo estaba disfrutando―.Mmm, te gusta que te azote el trasero.Estás mojada,nena.


— Lo sé―gimió,temblando un poquito,intentando que su toque se dirigiera a donde le dolía más. Él deslizó un dedo en su interior, ignorando su clítoris por completo.Entonces le azotó la nalga derecha una vez más, y como reacción sus paredes internas se contrajeron alrededor de su dedo―.¡Ohhh!―Echó la cabeza hacia atrás.


— Dios,qué jodidamente caliente que eres.―Sacó el dedo de dentro y ella pudo oírlo lamérselo hasta dejarlo limpio.


La imagen la puso tan caliente que sintió que sus jugos goteaban por sus muslos.


―¡Fóllame!..........  

El desafioWhere stories live. Discover now