duodécimo halloween ii

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"I don't want to fight right now
Know you're always right, now
Know I need you around with me but nobody waiting around with me"
segundo final.
duodécimo halloween junto a Maks.

Caminaba por el tétrico lugar, lo único que se escuchaba en él eran mis pasos inseguros y mi corazón, latiendo demasiado deprisa. El miedo se abre por todo mi pecho mientras busco la tumba, al paso de cinco minutos la tengo a mi frente: hay margaritas y un chico arrodillado a su lado, fumando. Es él. 

No me mira en ningún momento, pero sé que nota mi presencia cuando con la mano contraria a la que tiene el cigarrillo da golpes en el césped que yace a su lado, indicando que me sentara ahí. Me da escalofríos la forma en la que me trata, como si no hubiera estado casi cuatro años sin verme. Antes de sentarme pongo una pequeña foto en la lápida, un pequeño recuerdo de quién yace allí y aún con nervios me siento al lado de Maks, nuestros muslos se rozan a propósito y la conocida sensación de su piel contra la mía me pone los vellos de punta.

Analizo su perfil buscando algo nuevo, alguna marca o rastro de lágrimas, me fijo en su mano, que al tenderme un cigarrilo roza mis dedos en el proceso. Sigue sin mirarme.

– ¿No lloras por ella?

– ¿Debería de hacerlo?

– Está muerta, Maks. —Susurro.

– Lleva muerta mucho tiempo, Asher, ya no duele.

– Siento haber huido.

– Yo en tu lugar también lo habría hecho, este pueblo tiene demasiados malos recuerdos, pero también muchos buenos.

Fijo mi mirada en la tumba y mi mirada cae en el epitafio: Gran hermana e hija. ¿En eso se resume la vida de Lulú? ¿En que fue una buena hermana e hija? ¿Es así como termina todo? ¿Sin tener en cuenta tus logros o sentimientos? 

– Todavía siento la rabia de que Elijah siga vivo y ella no. —Maks toca la lápida, repasando los grabados con delicadeza— Pero ahora no tengo ganas de discutir, Asher. Ya no.

En el último Halloween que pasé junto a Maks —aquel en el que Lulú y Elijah estuvieron con nosotros—después de habernos ido caminando a casa y al paso de unas largas horas, cada uno recibió una llamada. La mía era una invitación para ver a Elijah a la habitación 300 del hospital y ayudarle a sobrellevar sus huesos rotos: la de Maks, era la invitación a un funeral; el de Lulú. Cuando se habían marchado de aquella casa abandonada rojos de la furia habían tenido un accidente automovilístico en el que Lulú se llevó la peor parte, y yo al enterarme huí.

Huí porque en parte era culpa mía, por no decirle a Maks que no viniera, por no seguirles hasta el coche o relajarlos. Huí porque era un maldito cobarde que tenía miedo de afrontarlo todo, porque era lo mejor que se me da hacer a parte de hacerle daño al chico que tengo a mi frente. Porque el fantasma de mi padre me seguía cada vez que miraba a los maltratados ojos de mi madre.

– ¿La quisiste?

– Oh Ashy-Ashy, creo que tu sabes la respuesta.

Y por primera vez en el día me mira, analiza mi rostro y sus pupilas se dilatan, puedo sentir muchas emociones entre nosotros. Siento millones de palabras y acciones que no hemos dicho, y solo necesito verle a los ojos para recordar que siempre será él, siempre será Maks. 

Quiero oírlo de tus labios, Maks. Dilo.

– No, no la quise de esa forma, estaba demasiado ocupado pensando en otra persona. —Pausa— Lulú era como mi hermana.

Miro en sus ojos y puedo vernos a nosotros de niños, puedo ver todo el dolor en ellos y me pregunto si los míos también reflejan todo lo que nos ha pasado desde pequeños, toda risa y llanto. Y ahora, con nuestros muslos rozándose, nuestra mirada llena de lágrimas y el frío del triste cementerio: creo que es hora del perdón. 

¿Y ahora qué va a pasar? 

– No lo sé Ashy-Ashy, ha pasado mucho tiempo.

– ¿No es el tiempo lo que cura las heridas?

– Hay muchas cosas que el tiempo no puede borrar.

Nada más terminar de hablar me encuentro abrazando a Maks, tengo mis manos al rededor de su costado y siento el latir de su corazón en mi estómago. Sus lágrimas mojan mi camisa y las mías caen el césped, estoy acariciando su pelo y sus sollozos se intensifican. 

– ¿Recuerdas cuándo éramos pequeños? Cuando éramos jóvenes gobernábamos el mundo, Maks, éramos superhéroes.

Lo siguiente que siento es la risa de Maks, como sus brazos me devuelven el abrazo y sus sollozos han desaparecido. Todo desaparece.

Cuando eras un pequeño llorón.

– Sigo siendo un llorón, Maks.

– Pero ahora eres mí llorón. —Sonrío mientras soltamos el abrazo y me mira a los ojos— Dame uno de tus cigarrillos mentolados, Ashy-Ashy.

Observa atentamente mis manos mientras las meto en mi chaqueta y saco dos cigarrillos, veo como su mirada se queda fija en el tatuaje que adorna el costado de mi mano y juntamos nuestras bocas para encender con su mechero los cigarrillos mentolados. Fumamos sin arrepentimiento, sin desear que nuestras infancias hubiesen sido mejores, sin querer borrar nada: solo cambiaría algo, lo que nunca dije. Y sé que él también.

– ¿Qué significa el tatuaje que tienes en la mano? —Pregunta Maks, mientras suelta el humo hacia la derecha rápidamente.

– Mi padre hace mucho tiempo, cuándo empezaron todos nuestros problemas, me dijo que estabas enfermo —Veo como su mirada se hace dura y sus ojos comienzas a ir de un lugar a otro, dándome a entender que está incómodo— me contó que nuestros roces eran veneno pero aún así, yo pensé que si estar contigo significaba enfermarme quería vivir en la enfermedad toda mi vida. Sigo queriéndolo.

La sonrisa de Maks hace que mi pecho se sienta cálido. 

– ¿Recuerdas la pregunta de antes, Ashy-Ashy? ¿La de qué haríamos ahora?

– Mhm

– Nos hemos hecho mucha mierda, pero siempre acabamos juntos.

Me besa y es aquí cuando sé que no necesitamos tiempo o disculpas: nos necesitamos el uno al otro.

– Abrázame, Maks.

– ¿Tienes miedo?

– No, ya no.

Y por primera vez, sentí que nada podría ir mal: no entre los brazos de Maks.

FIN

scared » gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora