Capitulo 2: ¡Merhaba Piero!

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Había pasado dos semanas desde que la familia Barone había estado en casa de los Ozgüel. Piero había marchado como de costumbre a la escuela y Holly lo había seguido con la mirada desde su ventana. Realmente deseaba ser como todos los demás niños del vecindario, pero su padre le había prohibido salir ni siquiera podía asomar las narices.
Poco tiempo después entró su madre, sin duda Rafat estaba preocupada por su hija ya que no se había movido de ahí durante toda la mañana, según Holly quería ver el sol pero su madre sabía que no era así:
-Holly ¿qué esperas ver?- preguntó su madre sentándose junto a la pequeña.
-A los niños, me gusta ver como conviven entre ellos- respondió Holly mientras su madre cepillaba su cabello.
-Los vecinos son extraños- comentó Piero mientras tomaba el lunch con sus amigos.
-¿Por qué lo dices?- preguntó Marco sorprendido.
-Hace unos días fuimos a su casa, todo iba bien hasta que mi madre preguntó si tenían hijos- dijo Piero mientras destapaba un jugo -tienen una niña, pero estaba encerrada en su habitación ni siquiera bajó- añadió Piero después le dio un sorbo a su jugo.
-Ya ves, yo te lo dije de seguro esa niña está secuestrada- dijo Luca mientras limpiaba una naranja.
-No estoy muy seguro de eso, quizá si este enferma como dice- comentó Piero mientras le quitaba el envoltorio a su comida.
-¿Está enferma?- preguntó Marco mientras cerraba su lonchera.
-Si, no dijeron de que pero esta enferma- respondió Piero.
-Que mal, pobre niña- comentó Luca antes de darle una mordida a su manzana.
-¿Cómo esta Holly?- preguntó el señor Ozgüel cuando vio bajar a su esposa.
-Está bien pero...- dijo Rafat pero no término de hablar porque no sabía si era adecuado decirle que su hija se sentía triste.
-¿Pasa algo con Holly?- preguntó el padre de la niña.
-Uffff por Allah, pasa que ella está triste, se la ha pasado frente a la ventana estos últimos días- respondió Rafat mientras caminaba a la cocina.
-¿Triste? ¿Por qué?- cuestionó el padre de Holly.
-Se siente sola, no ha convivido con los niños de su edad, está aburrida- contestó Rafat mientras entraba a la cocina y se ponía un delantal y una especie de pañuelo sobre la cabeza.
-¿Sola? Pero ella nos tiene a nosotros y a toda la gente que vive en la casa- mascullo el padre de Holly.
-Date cuenta Ilhan, nuestra hija necesita convivir con niños de su edad no con los adultos- replico Rafat mientras sacaba algunas berenjenas del refrigerador.
-Aún así, no permitiré que Holly salga de esta casa- dijo el padre de la niña algo molesto.
Rafat se quedo en la cocina, comenzó a preparar la comida del día. Realmente deseaba que su esposo se diera cuenta de lo sola que estaba su hija, estaba claro que Holly estaba en peligro pero eso no justifica que viva encerrada toda su vida, como las princesas de los cuentos medievales.
Piero y sus amigos regresaron al salón, el recreo había finalizado y pronto estaría de vuelta en casa, de seguro su madre le prepararía su platillo favorito y disfrutaría tiempo con su pequeña hermana María Grazia, adoraba jugar con ella y más porque era la única princesa de la casa.
-Hoy iremos a jugar al parque que está cerca de la iglesia ¿irás Piero?- comentó Marco mientras sacaba un bolígrafo de su lapicera.
-Claro, después de terminar los deberes, ahí los veré- respondió el pequeño con gran entusiasmo.
-Vale- comentó su otro amigo. Después de esto la última clase daba inicio, era matemáticas y Piero adoraba las matemáticas así que quería poner toda la atención en ello.
Holly se encontraba en su habitación, estaba tumbada sobre su cama leyendo un libro, no tenía nada más que hacer y leer era su única escapatoria de la soledad, al leer se sentía libre y feliz. La pequeña deseaba que su padre pronto le diera permiso para ir a la escuela y ser una niña normal.
Para Holly la mudanza fue repentina, le dolió tanto dejar Estambul pero tenía que obedecer a sus padres quienes huían de su abuelo. Jamás comprendió el porque, sólo de la noche a la mañana se vio en Sicilia.
La hora de la salida había llegado, Piero iba de regreso a casa y lo acompañaban sus amigos, platicaban sobre el proyecto de ciencias naturales y la fabricación de un volcán, aquello sería su calificación y querían hacerlo bien.
-El sábado los espero en casa, así podremos hacer el proyecto- dijo Piero antes que sus amigos tomarán el camino hacia sus casas.
-Esta bien, nos vemos el sábado- dijo Marco y después de despedirse se fue corriendo por una calle angosta.
-A ver sí vemos a la niña rara- comentó el otro amigo de Piero, después se marcho.
Piero camino hacia su casa, esperaba ver a la niña en la ventana pero está vez ella no estaba allí mirándolo como de costumbre, si aunque no pareciere Piero se daba cuenta que Holly lo observaba. Se sintió desanimado por no ver a la niña, realmente quería conocerla. Piero siguió su camino a casa.
Minutos después Holly corrió a la ventana pero estaba ve había llegado tarde y se sintió triste por ello, se había olvidado de seguir a su vecino con la mirada y todo por leer. Soltó un suspiro de desanimo y se sentó sobre su cama.
Varias preguntas atravesaron su mente y sólo quería saber el por que no podía salir, que malo podría pasarle.
Holly dejo de lado su lectura para hacerse un ovillo sobre su cama, estaba aburrida y triste pero eso parecía no importarle a sus padres.
-Por la tarde saldré a jugar con mis amigos, estaremos cerca de la iglesia- habló Piero mientras colocaba cubiertos sobre la mesa.
-Esta bien corazón pero no regreses tarde para la cena- respondió su madre desde la cocina.
-Me gustaría invitar a la niña de a lado, pero... No se sí pueda- dijo Piero.
-Piero, recuerda que está enferma quizá por eso no puede salir- habló su madre.
En casa de los Ozgüel la comida ya había sido servida, la familia estaba sentada a la mesa disfrutando de deliciosa comida turca, pero Holly no había probado nada de su plato y eso le preocupaba a su padre. Tras varios intentos por hacerla comer no pudieron así que Holly subió a su habitación y se encerró.
Las horas pasaron y la hora en que Piero quedo de ir a jugar con sus amigos había llegado, salió de su casa con una pelota y salió disparado hacia la iglesia.
Holly lo había visto todo así que decidió bajar al jardín y tratar de salir sin que los guardias la vieran. Los padres de la niña había salido una hora atrás así que sería una buena oportunidad para escapar.
En silencio bajó para que las criadas no se dieran cuenta que había salido de su cuarto y salió hacia el jardín. Holly vio la puerta abierta y al parecer los guardias estaban haciendo cambio de turno así que no estaban a la vista. La pequeña sintió un cosquilleo en su estómago, después de revisar que ningún guardia la viera salió inmediatamente de la casona y comenzó a correr en dirección a donde se había ido su vecino. Estaba feliz, podía sentir el fresco aire sobre su cara y aquellas calles le recordaban su antiguo vecindario en Estambul. A lo lejos vio a Piero quien iba corriendo mientras sostenía su pelota, Holly iba algunos pasos más atrás que el niño, no quería que se percatara que lo iba siguiendo.
Piero sin duda sentía que alguien iba detrás de el pero eso no le quitaba el entusiasmo por ir a jugar con sus amigos, pensó que era un perro o algo así. Siguió su camino hasta que llegó a la iglesia, sus amigos lo esperaban sentados en los escalones que conducían a la iglesia.
-Ciao chicos- dijo Piero saludando a sus amigos desde lejos. Estos le respondieron con una gran sonrisa en sus ojos. Piero se dirigió hacia ellos y después de algunos minutos Decidieron jugar con la pelota que había llevado Piero. Aunque no eran muy buenos jugando fútbol los niños habían decidido jugar aquello.
La pequeña Holly miraba desde la distancia, se había escondido tras un pequeño auto que estaba estacionado frente a la iglesia. Le había dado tanta pena llegar así como si nada y preguntarles si podía jugar con ellos, así que decidió esconderse por un rato.
Piero y sus amigos estaban disfrutando de su juego hasta que la pelota salió disparada hacia el carro donde estaba escondida Holly. Piero se ofreció a ir por ella, así que camino hacia el auto por la pelota. Para suerte la pelota cayo detrás del auto y no debajo. Al acercarse más Piero logró ver un vestido floreado de color rojo tras el auto y vio como unas pequeñas manos tomaban la pelota.
-Merhaba Piero- dijo una sonriente niña de cabello dorado.
Piero se fue de espalda al ver a la niña y cayo de nalgas mientras Holly seguía sonriéndole.
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Vocabulario turco
Merhaba: Hola

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