[Únik]

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Escuchaste la puerta de la entrada abrirse para segundos después cerrarse de un portazo, no le diste demasiada importancia y seguiste cocinando, sabías que era Bakugo, pero todos tus sentidos se pusieron alerta cuando un golpe seco proveniente del salón resonó en todo el apartamento. Dejaste el cuchillo sobre la mesada y con paso apresurado te dispusiste a averiguar lo que había sido aquello.

El cuerpo de tu novio se había desplomado para quedar recostado contra la puerta de entrada, sin pensarlo dos veces te acercaste hasta él y lo viste alarmarse por un par de segundos—. ¡Mierda! Me asustaste ¿Qué coño haces en mi casa? —te ladró como de costumbre, tú lo ignoraste por completo arrodillándote a su lado para empezar a revisarlo, lo tomaste del mentón y moviste su cabeza hacia un lado para observar el arañazo que había en su cuello y se perdía debajo de la camiseta, miraste sus brazos magullados y llevaste tus manos hasta el borde de su camiseta para tirar hacia arriba, en ningún momento se opuso a tu toque, alzó los brazos para que se te hiciera más fácil quitarle la prenda y una risa ronca escapó de sus labios al oír el gruñido que soltaste cuando tuviste una vista completa de su apaleado torso—. No es tan grave —afirmó, sabías que te estaba mirando a la cara, buscando que sus miradas conectaran, y así fue, pero en lugar de encontrarse con tus lindos ojos, esos que le transmitían aprobación y comprensión, se topó con un ceño incluso más fruncido que el suyo en el peor de sus días.

—Nunca es grave contigo —bufaste—. Los putos equipos médicos están para algo, ese orgullo tuyo va a matarte algún día, no puedes pretender que esto —enfatizaste en la última palabra señalando con ambas manos su cuerpo—, ¡No es nada! Bakugo Katsuki, la próxima vez que llegues así a tu casa me encargaré personalmente de darte una paliza —reíste de forma cínica—, y créeme cuando te digo que vas a necesitar más que la ayuda de Recovery Girl para solucionarlo —le viste sonreír y extender sus brazos para tomarte por la cintura y situarte ente sus piernas.

—Eres tan dramática —suspiró con pesadez, tomando tu rostro entre sus dañadas manos para besarte con ferocidad—. Vuelvo a preguntar, ¿Qué haces en mi casa? —susurró sobre tus labios, tus ojos buscaron cualquier otro punto que no fuera su rostro, pero era difícil concentrar tu atención en cualquier otra cosa teniendo frente a ti sus lindas orbes rojas. Admitir en voz alta que lo extrañabas, que en el tiempo que llevaban juntos habías desarrollado una para nada sana dependencia de él, admitir que lo necesitabas y sólo te bastaba su compañía, pero que últimamente trabajaba demasiado y no compartían lo suficiente... Era penoso, no querías quedar como la novia tonta y entendías a la perfección que Katsuki necesitaba de ese trabajo excesivo.

—Quería verte, pero eso poco importa ahora —la confusión en sus ojos era evidente y no pudiste evitar la sonrisa que se dibujó en tus labios, era simplemente adorable—. Quita esa cara de estúpido y ponte de pie, toca curar esas heridas... Si las dejamos así se pueden infectar —explicaste separándote de él.

—¡Pamplinas! No me va a pasar nada, además, no es como si... —dejó de hablar en el momento en el que te vió apoyarte en el marco de la puerta del baño e inclinar la cabeza levemente, como retándole a que siguiera con la negativa. Se lo pensó un par de segundos y sin decir más nada se incorporó y caminó hasta ti, tomándote con poca delicadeza por la cintura para volver a besarte, esta vez de una forma más suave. Sonreíste sobre sus labios y retrocediste un par de pasos hasta estar dentro del baño.

—Nee~ no te hagas una idea equivocada —reíste y su ceño se frunció, ¡Oh, por Dios, ya se estaba tardando en poner mala cara!—. Hablaba enserio cuando dije que iba a curar esas heridas —te separaste de él para poner el tapón en la bañera y abrir la llave del agua, el chasqueo de su lengua a tus espaldas fue lo que te indicó que le estabas dando una bonita vista de tu trasero, y no pudiste evitar carcajearte—. ¡Por el amor a una madre, Katsu! Deja de pensar en cosas cochinas y quítate los pantalones —el muchacho rió contigo, efectivamente, Bakugo Katsuki reía, no era un monstruo con mal carácter 24/7, es más, en ocasiones, cuando los astros se alineaban y había viento norte en China, podía hasta hacer bromas, y no cualquier tipo de bromas, unas bromas buenísimas.

Bakugo Katsuki x Lectora [BnHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora