Tras salir del dentista Matilda se sorprendió al ver que su madre le había regalado un bonito patito de goma. Muy contenta, regresó a su casa dando brincos.
-¡Mamá! Me voy a bañar con el patito de goma.-anunció Matilda en el baño.
La madre estaba contenta y tranquila oyendo a su hija jugando tan feliz con su nuevo patito de goma.
Pasó un minuto.
Pasaron cinco minutos.
Pasaron doce minutos... Silencio.
-¿Matilda? ¿Estás bien?-
La madre se dirigió al baño preocupada. Abrió la puerta y se le paró el corazón de lo que veía: Matilda con la mitad del cuerpo destrozado y sumergida en la bañera. El patito de goma flotanto en la bañera con sangre en la boca.