La muchacha de cabellos azules

Capítulo 1 -¿Alucinógenos?-

Me gustaría contarte mi historia, aunque probablemente no me creas. Sólo quiero que sepas, que la fantasía, los entes, los animales fantásticos y la magia, si que existen, o por lo menos yo no estaba drogado cuando presencié todo eso...¿Pero qué digo?Yo no me drogo, venga, no nos vayamos por las ramas, pero todo cambió cuando la conocí aquella noche.

Perdón, aún no me he presentado, empecemos de nuevo, intentaré no ser grosero con la gente.

Me llamo Aiden y tengo diecisiete años.Sí, mi nombre es poco común, pero, ¿Qué esperas de un nombre salido de un sorteo de papelitos en un cubo el día de mi nacimiento? Lo sé, es penoso, no me culpes, en fin, dejemos mi nombre en paz. Tampoco os daré detalles de mi físico o personalidad, quizá mas adelante, ahora me da pereza explicarlo. No os quejéis, que ahora mismo podría estar con mis videojuegos y comiendo papitas, en serio,están deliciosas.

Veréis, todo comenzó una noche de verano...Vale, me acabo de rayar, me he sentido viejo por un momento, no es que tenga nada en contra de los abuelos, pero aun soy tan jovencito...Pasar tanto tiempo con mis abuelos y sus historias de los ochenta me está afectando,¿Cómo se me ocurrió empezar así mi historia?....Sí, no os equivocáis, me voy mucho por las ramas, algún día me llamarán mono, ¿Lo pilláis?¡Mono, por que me ando por las ramas!...jajaja...¿No?¿De verdad? Vale, ya paro.

Hoy en día vivo con mis abuelos debido a que mis padres murieron en un accidente de coche de camino al trabajo ¿Trágico verdad? Mi vida cambió mucho después de aquel accidente ocurrido hace poco mas de dos años, después de eso, me escondí en el mundo de los libros fantásticos y sus alucinantes historias, casi no salía de casa, excepto para ir al instituto, cuando me daba por leer fuera, o cuando mi mejor amiga Amber, me arrastrara de mi casa a la calle para que me diese el sol un rato. Cuando llegaba a salir un buen rato por mi cuenta, era por la noche, le quitaba la furgoneta a mi querido abuelo Tom, y me adentraba poco a poco en las carreteras del bosque.

Una noche salí en la furgoneta y aparqué a un lado de una carretera vieja y solitaria, me adentraba en los más profundo, con mis queridos libros en la mochila, y linterna en mano, y sí, se conducir, aprendo rápido.

Pero vamos a lo que me interesa, que fue esa noche en la que andé mas de la cuenta, si hijos míos, os doy permiso para llamarme estúpido. Seguía andando, y lógicamente me perdí, quería llamar a casa pero no tenia cobertura, el frío empezaba a invadir mi cuerpo y los nervios empezaban a inquietarme. No tenía idea de como salir, y tenía miedo de que algún animal salvaje me atacase....Esto me pasa por pasarme de listo, creyendo que no iba a perderme solo por caminar un poquito más, las pilas de la linterna estaban por agotarse en unos pocos minutos.

Ya cansado de andar, me senté junto a un árbol para descansar los pies, ya que llevaba casi hora y media andando, o eso me apreció a mí. Para alguien no deportista como yo, eso es un infierno, quizá tu me entiendas, pero, mi desesperación por salir de este lugar, me había dado algo más de fuerzas.

Solo podía esperar a que se hiciese de día para orientarme mejor o que mis abuelos vinieran a buscarme si no aparecía por casa, aunque lo tenían un poco crudo sin la furgoneta en su poder. Quería ponerme a leer, pero a la linterna no le quedaba mucho tiempo de vida, solo pude ponerme mi sudadera en forma de manta e intentar dormirme incómodamente apoyado en aquel árbol.

Me costaba conciliar el sueño, más que todo por que sentía que alguien me estaba observando desde la oscuridad. Pasó un buen rato hasta que ocurrió todo...Estaba a punto de dormirme, envuelto en mi sudadera cual mendigo, hasta que a través de mis parpados pude apreciar una tibia luz. Abrí los ojos y pude verla a ella, una muchacha de largos cabellos azules con unos bellos ojos azul cristalino, tenía la piel tan blanca como la nieve virgen, tenia una figura delgada y fina, me quedé alucinando, además, estaba desnuda.