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La mañana siguiente, desperté con dolor en mi espalda baja, me incorporé en la cama y vi a Victoria profundamente dormida a mi lado, con su pecho descubierto, invitándome a tocarlo. Controlé mis impulsos, de lo contrario la despertaría y al verla dormir tan pacíficamente, sería un pecado hacerlo. Me estiré ligeramente y escuché unos músculos tronar, exhalé pesadamente. Este tipo de ejercicio hacía mucho que no lo hacía, supongo que por ello me sentía así de agotado. Me acosté de nuevo, sin saber de verdad qué hora era y aún así cerrando mis ojos felizmente, recordando los actos de la noche anterior...

La tenía en mis brazos y la besaba como si fuera la última vez que lo fuera a hacer, metía la lengua en su boca y jugaba con la suya sin cesar. Mis manos apretaban sus muslos y se recorrían a sus mejillas una y otra vez.

Hasta que no pude más...tenía que tocarla en el lugar donde más anhelaba.

La coloqué en la cama y removí sus bragas lo más rápido que pude, deteniéndome un momento para admirar lo que cubría una ligera capa de vello púbico. Abrí sus piernas y no me pude contener, me lancé hacia su vagina preparado para probarla, nunca me había gustado hacer orales pero en esta ocasión era diferente. Sentía una urgencia de hacerlo, quería darle todo el placer posible y al sentir como tiraba tímidamente de mi cabello y empezaba a gemir, era la gloria.

No me separé de ella hasta que sentí sus fluidos en mi rostro, me levanté ya preparado para insertar mi miembro en esa hermosa cavidad caliente. Victoria me ayudó a limpiarme la cara y la besé para recostarla de nuevo en la cama. Me quité los bóxers de un jalón y sentí como ella se lo comía con los ojos.

-Déjame devolverte el favor- dijo sin quitar la vista de él.

-Después, te necesito ahora.

-¿Estás seguro?- dijo viéndome con sorpresa ante lo que dije.

Asentí tomando su boca en otro beso, levanté sus piernas y las coloqué en mis hombros, tomé mi miembro y lo coloqué en la entrada. Sentía cómo él pulsaba salvajemente, necesitaba estar dentro.

-El condón- dije separándome de inmediato al recordar el instrumento esencial para este acto.

-Estoy tomando la píldora.

-¿De verdad?

Ella asintió, tomando mi miembro y jalándolo hacia ella. No lo pensé más y me enterré en ella. Ambos gemimos ante la sensación abrumadora, se sentía tan caliente, suave, húmedo... Me quedé por unos segundos sin moverme, sólo tratando de relajarme.

-¿Estás bien?- preguntó.

-Sí, lo siento es que estoy demasiado excitado y no quiero venirme tan rápido. ¿Tú estás bien?

-Sí- dijo con un hilo de voz.

-Ok, voy a moverme.

Ella asintió vigorosamente. Saqué un poco mi miembro y lo volví a meter con rapidez, repitiendo ese movimiento las veces que fueran necesarias para alcanzar el clímax. Se escuchaban nuestras respiraciones pesadas y el sonar de nuestra piel chocando cada vez más rápido. Después de varios minutos noté el sostén que cubría aún su pecho. Había estado tan sorprendido con su vagina que olvidé por completo su pecho. Eso no era correcto.

Bajé sus piernas de mis hombros y las coloqué en mi cintura, haciendo que su vagina me abrazara de manera diferente. Me incliné un poco y la abracé metiendo mis manos por debajo de ella. Desabroché con agilidad el sostén y lo tiré hacia un lado, no podía haber más perfección que ésta.

-¿Te gusta lo que ves?

-Más de lo que pudieras imaginar.

Empecé a besarlos y a tocarlos con mis manos, haciendo que Victoria inclinara su cabeza hacia atrás en placer. Seguí embistiendo a un mismo ritmo mientras lamía cada centímetro de sus hermosos senos. Hasta que de pronto sentí presión en mi abdomen bajo, era demasiado lo que estaba sintiendo. Dejé en paz sus senos y bajé mi mano hacia su clítoris, dibujando círculos rápidos en él, tenía que verla venirse.

Sus gemidos empezaron a ser cada vez más altos que por un momento pensé que despertaría a todo el edificio. Y me sorprendí de estar pensando en otra cosa que no fuera el mismo acto del sexo.

-Sebastian...

Escuchar mi nombre salir de sus labios en esta situación, más sus gemidos...era música para mis oídos. Su espalda se arqueó de repente y sentí su vagina apretarme demasiado, llenándose de más fluidos que envolvían mi miembro como nunca nadie lo había hecho. Su cuerpo se quedó inmóvil, exhausto de todas las sensaciones de la última hora. Pero faltaba yo. Tomé sus piernas de nuevo y las coloqué en mis hombros, empecé a embestir cada vez más rápido, tratando de llegar a mi propio clímax. Empecé a sentir presión en mi abdomen bajo y de pronto exploté en ella.

Ambos estábamos tratando de devolver nuestras respiraciones a la normalidad, uno al lado del otro. No podría creer que por fin lo habíamos hecho. Había estado dentro de ella y fue la mejor sensación del mundo. Sentí como ella me abrazó de la cintura y enterró su cara en mi cuello, plantando un pequeño beso. La abracé igualmente y besé su cabeza, tomé el cobertor que estaba a punto de caerse de la cama y lo coloqué encima de ambos. No teníamos que hablar, con estar juntos era más que suficiente.

Desperté de nuevo por el sonido de su voz, cuando abrí los ojos ella estaba encima de mí mirándome con una sonrisa en su bello rostro. Seguíamos desnudos, entonces no tardé en sentir mi miembro volverse completamente erecto.

-Victoria creo que deberías de cambiar de posición.

-Pero quiero montarte esta vez, por eso empecé a tocarlo.

-¿Quieres hacerlo de nuevo?

-¿Tú no?- dijo tomando mi miembro y acariciándolo de arriba a abajo.

-Si insistes- dije sonriendo de lado y cerrando los ojos de placer.

De repente sentí como insertó mi pene en su vagina, y me abrazó fuertemente. Podía hacer cualquier posición con ella y siempre me sentiría pleno. El ver sus senos subir y bajar mientras ella se movía encima de mí, era increíble. Sin embargo quería abrazarla, me senté con ella haciendo que parara de moverse por un segundo y la besé dulcemente abrazándola y sintiendo su pecho en el mío. Pasé mis manos por su suave espalda y las bajé hasta llegar a su trasero apretándolo.

-Deja de interrumpir- dijo rompiendo el beso y empujándome para caer en la cama. Empezó a moverse de nuevo pero esta vez yo no podía quitar mis manos de sus mejillas, así que se movían con ellas. Después moví una de mis manos hacia el frente y empecé a tocar su clítoris, quería que ella sintiera tanto como yo.

-Espera... detente... Seb...

-¿Por qué?

-Me voy a venir.

-Ésa es mi intención.

Empezó a alentar sus movimientos y sentí sus paredes estrecharse a mi alrededor. Puso ambos brazos a los lados de mi cara para detenerse. La abracé y en un movimiento ella estaba debajo de mí, sin haber sacado mi miembro en lo absoluto. Tomé sus caderas y las levanté para que fuera más rápido. A pesar de haber alcanzado su clímax, empezó a gemir de nuevo junto conmigo, al empezar a embestir en ella de nuevo. Me dejé llevar por todas las sensaciones, clavé mi mirada en ella, su rostro, su pecho, su abdomen, su vagina, sus piernas... Todo, absolutamente todo en ella me encantaba. Me vine en ella y sentí su nombre escapar de mi boca.

Es la mejor forma de despertar

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Viena (Sebastian Stan - español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora