Cuando Kerin entró a la cueva el grupo no se preocupó por los cadáveres de los Llaxliman's, simplemente empezaron a guardar el oro en los cofres.
Se dieron cuenta que había una salida al extremo de la cueva. . . Fue algo maravilloso, ya no tenían que subir por las escaleras con esos pesados cofres y simplemente guiaron a los caballos con la carreta al otro lado de la cueva. Y mejor para Wilihath; salió de la cueva y se reunió con Prábalu y su equipo.
-Ya estamos guardando el oro, cuando estén listos ustedes atacan- Informó Wilihath- Encontramos una salida del otro lado de la cueva, pueden atacar por ahí.
-Perfecto- Dijo Prábalu- Ese hijo de puta llamado Kerin lamentará lo que me hizo.
Wilihath regresó a la cueva, ya casi estaba vacía, se juntó con Kerin que solo observaba como guardaban el oro en los cofre.
-¡Rápido! ¡Apúrense que no tengo todo el puto día!- Ordenaba Kerin.
Kerin lo miró con una sonrisa desagradable.
-¿En dónde esta Prábalu?- Preguntó.
-Dijo que atacaría por la puerta principal- Mintió Wilihath.
-Monten un escuadrón de arcos- Ordenó Kerin a sus hombres- Has hecho bien chico- Felicitó a Wilihath. Después este se marchó.
Wilihath se quedó de pie bajo la luz, observando la cueva; dos hombres llevaron un cofre lleno de monedas a la carreta, del lugar en donde se encontraba este salió un destello que chocó con la vista de Wilihath, él se acercó, enfocó la vista y distinguió una espada, él lleno de curiosidad estiró la mano y jaló de ella, un rostro oscuro se plasmó en su mente, jamás había visto nada igual, lo que fueron un par de segundos para él fue una eternidad, se apartó y tiró la espada al suelo, se percató que solo era el mango envuelta en una tela {¿Pero qué porquería es esto?} Se preguntó a él mismo, acto seguido abrió lentamente los pliegues de la tela y descubrió el mango más perfecto y bello que había visto en toda su vida: El guardamento era cuadrado y puntiagudo, de la curva salia otra puntiaguda, la empuñadura era color plata al igual que el guardamento, tenía una clase de metal enrollado y en la cabeza un gran diamante blanco pentagonal con un símbolo marcado en en centro; era algo pesada, con su dedo recorrió cada parte de ella, cuando llegó a tocar el diamante el mismo rostro volvió a plasmarse en su mente, parpadeó y vio una montaña junto con unos cuerpos ancestrales, giró a todos lados, algo histérico, pero todos guardaban el oro muy contentos, sin dejar de sostenerla miró el lugar en donde debería ir el filo pero no había nada. {Tal vez se quebró, el filo no debe estar lejos} Revoloteó entre las monedas y joyas no muy lejos de donde Wilihath encontró el mango, solamente encontró el cinturón que era del mismo material que la empuñadura, con unos grabados en el cuero; incrustó la cabeza de la misteriosa espada, esta no se cayó, parecía ser su cinturón pero también no parecía completada.
Salió al otro lado de la cueva en donde estaba la carreta llena de oro, olía horrible y se precipitó al ver que Én y Mirnom casi lo atacan.
-Ah, eres tú- Dijo Én guardando sus hachas.
Wilihath observó que del lado de la entrada había un cuerpo en el suelo sin cabeza.
-¿Qué sucedió?- Preguntó observando el cuerpo.
-Este idiota quiso quedarse a cuidar la carreta- Contesto Mirnom- al igual que este otro- Se hizo a un lado y mostró otro cuerpo ensangrentado.
Wilihath miró a otro lado en busca de la cabeza del cuerpo y en efecto era el hombre con el hacha que entró a la cueva y peleó contra los Llaxliman's.
Se dirigió a la carreta, buscó su mochila y guardó la espada con todo y cinturón.
-¿Qué es eso?- Preguntó Kric no muy amigable.
-Nada interesante- Contestó Wilihath con el mismo tono.
Wilihath entró a la cueva y Kerin gritó:
-¡Estamos listos! ¡Esta es la última carga!- Señaló a un hombre que llevaba un cofre a la salida.
-Yo me encargo- Le dijo Wilihath tomando el cofre pues no quería que vieran los cuerpos muertos.
-¡Dile a Prábalu que puede entrar! ¡Lo espero aquí!- Gritó Kerin.
-Una cosa más- Insistió Wilihath- ¿Por qué se odian tanto?
-En resumen: Maté a su esposa.
Wilihath salió de la cueva y lo colocó en la carreta.
-Eso es mucho oro- Dijeron a sus espaldas, era Prábalu.
-Si quieres matarlo este es el momento- Respondió Wilihath.
-De acuerdo. Gracias, dejo a dos de mis hombres por si tienen dificultades con el oro. ¡Ahora entren!- Gritó a su gente.
Su grupo entró muy entusiasmado y dentro de la cueva se escucharon gritos de guerra.
Wilihath, Én, Mirnom y Kric se miraron y después a los otros dos hombres que se quedaron con ellos. Wilihath se le dio la espalda al hombre más cercano a él.
-Lo siento, pero ya no caben más personas en la carreta- Dijo Wilihath mientras desenvainó su espada rápidamente, se giró y atravesó con ella al hombre más cercano a él; sacó del pecho del hombre su espada y este calló de bruces. El segundo hombre estaba más lejos y cuando intentó sacar su espada una flecha de Kric le atravesó la frente e igualmente calló de bruces.
Wilihath guardó su espada y Kric soltó su arco, se subió a la carreta y condujo a los caballos, a su lado iba Én, en la parte de atrás iban cuidando el oro Mirnom y Wilihath.
Se marcharon lo antes posible.
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INCROVA
FantasiTras escuchar una leyenda Wilihath Ranwhin decide ir tras la espada de Incrova, que tiene el poder de destruir a Unmordok, uno de los hechiceros más poderosos en su momento. Esta espada posee la magia de los once Migthins, los aprendices de Unmordo...