Capitulo XXI

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- ¿Hay alguien acá adentro? – la voz de Astoria sonó amortiguada por la puerta.

- Draco venia hacia acá, seguro esta adentro. – Zabinni se mostro casi irritado.

- Pues que la abra. ¡Draco! – pumpumpum, Pansy Parkinson golpeaba la puerta.

Te congelaste en tu lugar, mirando fijamente hacia la puerta. Draco aún mantenía una mano en tu cintura y lo escuchaste insultar por debajo de su aliento.

- ¡Me estoy cambiando! – grito el rubio platinado, buscando generar tiempo. – Ven. – te susurro.

Camino hasta uno de los grandes cuadros de la pared y lo separo de esta para dejar ver un pasadizo oscuro.

- Odio las arañas. – dijiste al notar que dicho pasillo se mostraba en desuso y sucio.

- ¿Prefieres salir por la puerta principal? – pregunto riendo.

- No.

Te dispusiste a caminar por el agujero en la pared. – Espera. – tu enemigo tomo tu brazo para atraerte hacia la una vez más. – Me debes algo.

Sus carnosos labios atraparon los tuyos con naturalidad y respondiste agarrándolo por la mandíbula de forma posesiva. La varita en tu bolsillo vibro ante el contacto de tus labios con los de él. Los golpes en la puerta volvieron a resonar por la pequeña habitación.

- ¡Dracooo! – el tono de Astoria hacia el chico que estabas besando te irrito.

Malfoy suspiro contra tus labios y cuando volviste a abrir tus ojos fuiste deleitada con la vista de sus cachetes y nariz teñidos de un ligero tono rosado por sobre su blanca tez.

- Te odio. - susurro.

Que hermosa vista. Pensaste.

- El sentimiento es mutuo.

Te alejaste por el oscuro pasillo iluminando el camino con tu varita, tus labios aun hormigueando con el recuerdo de su boca. Tu pecho ardiendo de emoción y su imagen sonrojada flotando en tu cabeza.

Estabas feliz.

En tu estomago revoloteaba una emoción que no sentías hace bastante, aunque era el mismo sentimiento que sentiste en la cámara de los secretos y la misma adrenalina que cuando enfrentaste a tu dragón en el torneo del año pasado. Una gran bandera roja, que decidiste ignorar por el momento.

La clase con Snape paso rápido, ya que esta vez el había interactuado contigo y no un muñeco de prácticas. Dicho muñeco, pensaste, podrías usar cuando entrenaras con tus compañeros. Sería fácil recrearlos.

- Concéntrate en mí, Evans. – últimamente había optado por llamarte por tu segundo apellido y no por el primero, jamás preguntaste el porqué.

- ¡Lo estoy!

- La ultima vez con el muñeco avanzaste bastante. – sus prendas negras colgaban hasta el suelo y su cabello negro formaba cortinas a los costados de su rostro, dejándolo casi en la oscuridad. – Lograste utilizar hechizos defensivos sin tener que nombrarlos. Atacar obviamente te iba a parecer más difícil porque tienes que proyectarte mas lejos.

La luz de la habitación era limitada, como siempre, pero te había ayudado a ocultar el rubor de tu rostro.

- Gracias por ayudarme, profesor.

Severus simplemente asintió.

- Ya no puedo entrar a tu mente, pero te siento inquieta, ven más tranquila la próxima vez... - comenzaste a ponerte tu buzo nuevamente, estabas sudada y cansada de la práctica. La magia podía ser un drenante de energía importante si la llevabas a tu limite y últimamente estabas entrenando muy duro. – No se meta en problemas.

Brave /Draco Malfoy/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora