-Merhaba Piero- dijo una sonriente niña de cabello dorado.
Piero cayó al suelo un poco sobresaltado, no pensó que su vecina aparecería por esos rumbos y menos sola, se suponía que estaba enferma.
-¿Estas bien?- preguntó la niña mientras soltaba la pelota y trataba de levantar a Piero.
-¿Hablas italiano?- preguntó el pequeño mientras se levantaba con ayuda de la niña.
-En mi antiguo colegio me enseñaron un poco- respondió la niña quien volvió a tomar la pelota -toma, voló hacia mi- dijo la niña de cabellos de oro.
-Grazie Mille- dijo Piero tomando la pelota y sin pena dijo:
-¿quieres jugar con nosotros?- y la mirada de Holly se iluminó. Estaba esperando escuchar aquello y ahora estaba de lo más feliz.
-Chicos ella es la niña nueva de la colonia- habló Piero cundo llegaron hacia donde estaban sus amigos.
-¿No que estaba enferma?- preguntó Marco.
-No, yo estoy bien- respondió Holly con tranquilidad.
-Cállate tarado, quizás no sabe- le susurró el otro amigo a Marco.
Los niños comenzaron a jugar y aunque Holly no sabía de fútbol pensaba que con patear la pelota ya sabía todo. Realmente estaba tan divertida que no se dio cuenta de lo rápido que pasó el tiempo y ya estaba anocheciendo.
Uno a uno los amigos de Piero se fueron y dejaron a los niños frente a la iglesia quienes descansaban en los escalones.
-¿Que es eso?- preguntó Holly señalando la iglesia.
-Una iglesia, ahí se casan los mayores- respondió Piero mirando como la niña miraba con extrañeza aquella construcción.
-¿Que en tu país no hay?- preguntó Piero poniéndose de pie.
-No como éstas, allá se les llama mezquitas y sólo se usan para la oración- dijo Holly y en cuanto se dio cuenta de la palabra oración abrió los ojos tan grandes que Piero se preocupó.
La niña había olvidado que la hora de la oración en casa casi llegaba y ella andaba fuera.
Dejo a Piero detrás porque comenzó su camino a casa.
-¡Espera!- gritó Piero y alcanzo a la niña.
-¿Tus padres saben que saliste?- habló Piero y al doblar a su calle vieron varias patrullas fuera de la casa de la niña.
Ambos niños sintieron nervios y seguramente serían castigados de por vida. Holly había salido sin permiso y sus padres habían vuelto hace más de una hora.
En aquel momento el padre de Piero los vio a la distancia y corriendo fue por ellos. Antes de llegar a casa de los Ozgüel el padre del pequeño lo envio a casa y le dijo que hablarían después.
Gaetano llevo de vuelta a Holly a su casa donde sus padres la esperaban preocupados y le agradecieron al señor Barone, después de aquello la policía se marchó de ahí junto con el padre de Piero.
-Piero ¿por qué estaba esa niña contigo?- habló su padre quien no sonaba enojado como pensaba.
-Me siguió, no sabía que había escapado de casa- respondió Piero apenado.
-Traquilo hijo, no te vamos a regañar pero ¿qué tal que le pasaba algo a esa niña? Debiste pensar en eso antes de dejarla jugar con ustedes- habló la madre de Piero.
-Lo siento, la próxima me asegurare que no escape- dijo Piero y sus padres lo abrazaron.
En casa de la pequeña Holly todo había vuelto a la normalidad, sólo que los padres de Holly estaban molestos por lo que había hecho la niña, bueno el padre más que la mamá. Ella era la única que entendía a su hija, sabía lo duro que debía ser para su hija él estar encerrada todo el día y no salir.
-Te pudo pasar algo Holly, se que son nuestros vecinos pero no hay que confiar en ellos- habló el señor Ozgüel.
-Basta cariño, Holly aprendió esta lección, no volverá a salir sin permiso-dijo Rafat.
-Así es padre, ya no lo volveré a hacer- comentó Holly con tierna voz.
-Esta bien hija, pero aún así estarás castigada, no podrás asomarte por la ventana durante la próxima semana, esta claro?- habló el padre de la niña.
-Esta bien padre- respondió Holly cabizbaja.
-Es por tu bien hija- comentó el padre y después la abrazo.
Eso era lo mismo que le había dicho antes de mudarse y no comprendía del todo, pero aún así debía obedecer a su padre.
La semanas siguientes empezaban entre oraciones y que hacer, Holly estaba comenzando a aburrirse, su padre había colocado maderas en su ventana, más que una habitación aquello ya parecía cárcel. La pequeña sólo subía y bajaba cuando se lo pedían, en ocasiones salía al jardín pero era vigilada por los hombres de su padre. En sólo una ocasión acompañó a su madre al mercado del poblado pero su padre se enojó tanto que su madre decidió no llevarla más.
Para los últimos días de la semana Holly estaba en cama, no quería comer ni hacer nada por el estilo. Su madre entraba a darle de comer pero salía con la bandeja llena, Holly no había querido probar bocado.
-Estoy preocupada por Holly- habló su madre al bajar con la bandeja de comida.
-¿Qué es lo que pasa con la niña?- cuestionó el señor Ozgüel cuando se sentó a la mesa.
-Pasa que Holly está muy triste, no quiere comer y no tiene ganas de nada, eso es preocupante en una niña- habló Rafat muy preocupada.
-No veo el porque de tal actitud- respondió el padre de la niña.
Rafat entró a la cocina y regresó con té turco preparado y se sentó junto a su esposo. Rafat si sabía porque su hija se sentía así pero dudaba en comentarlo a su esposo, porque sin duda su respuesta iba a ser un rotundo NO.-Lo que pasa es que Holly quiere ir a la escuela, desde que llegó ese ha sido su deseo- habló Rafat algo insegura por como iba a reaccionar su esposo.
-Sabes que eso es imposible, debemos protegerla de tu padre y sus hombres, no voy a permitir que mi hija ande en las calles, no conocemos como es la gente de por aquí- respondió el señor Ozgüel.
-Pero... no podemos tener a nuestra hija encerrada para siempre. ella necesita convivir con niños de su edad, ir a jugar. Si es necesario podrán venir sus amigos a la casa y yo estaría pendiente de ella- comentó Rafat con entusiasmo.
-Rafat, conoces la respuesta y es No- dijo su esposo y se paró de la mesa dejando a su esposa desilusionada. Rafat sabía que las cosas no podían seguir así y no descansaría hasta que su esposo le diera un poquito de libertad a Holly. Rafat conocía muy bien a su padre y sus intenciones pero sabía muy bien que en el fondo no se atrevería a lastimar a su nieta.
Pasó una semana y Holly había enfermado, sus defensas habían bajado y eso le provocó un cuadro de anemia a la pequeña además el doctor le comentó a los padres que la niña podría estar deprimida y les aconsejó dejar que Holly hiciera lo que mas quisiera.
Al principio al padre de Holly le costó entender que su hija necesitaba libertad y que no podía vivir sintiendo miedo ni encerrada en casa para siempre.
-Lamento tanto por haberte lastimado asi mi niña- dijo el señor Ozgüel mientras subia las escaleras con Holly en sus brazos.
-No te preocupes papá haré lo que tu digas para que no te preocupes por mi- dijo la niña tiernamente cuando entraton a la habitación.
El señor Ozgüel dejó a su hija descansar y bajó para hablar con su esposa sobre lo que habia estado pensando.
-Nunca me imaginé que mi actitud pudiera enfermar a Holly- habló cuando entró a la sala y tomaba asiento en el sofá.
-No es tu culpa amor, todos los cambios han sido duros para nuestra hija. Hemos estado cambiando de residencias continuamente y es cansado para Holly- respondió Rafat sentándose junto a su esposo.
-Por eso he estado pensando en que debo dejar ir a la escuela a Holly- respondió el señor Ozgüel. A Rafat se le iluminó la cara al escuchar aquello, al fin su esposo dejaría ir a Holly a la escuela.
-Estás seguro- dijo Rafat fingiendo asombro.
- Estoy hablando en serio Rafat- comentó su esposo.
-Está bien pero no te enojes amor- habló Rafat.Estambul, Turquía
-Mi señor no hemos encontrado rastros de su hija, al parecer ya no viven en Mardin- habló un hombre mientras entraba corriendo a un despacho obscuro.
-¡Maldita sea! Esa chiquilla es mi única esperanza para salir librado de toda ésta miseria- hablo un hombre misterioso quien estaba sentado en una silla de cuero negro detras de un escritorio lujoso.
-Seguiremos buscando señor, le prometo que pronto tendremos información sobre su paradero- respondió el hombre y salió del despacho.
- Ves lo que ha causado tu hija, a veces me arrepiento de haberte dado la mano cuando te conocí- murmuró el hombre observando una foto de una mujer sonriente que lucia en un portaretrato de oro.
-Los encontraré tarde o temprano y entonces vendrán a pedirme perdón de rodillas- gritó aquel hombre mientras aventaba contra el piso una fotografia familiar de los Ozgüel.
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En casa de los Ozgüel la hora de cenar había llegado y la mesa estaba lista, Rafat había preparado un gran festín para su familia.
-A qué se debe ésta cena- preguntó Holly mientras su madre le servía su cena.
-Tu padre y yo tenemos una gran noticia que darte, seguro que te pondrá contenta- dijo su madre cuando tomó asiento junto a su esposo.
-¿De verdad? Quiero saberlo- comentó Holly emocionada.
-Bueno, he estado hablando con tu padre sobre que hacer para que te sientas más feliz y contenta y...- habló Rafat mirando a su hija.
-He decidido darte permiso de ir a la escuela- respondió el padre de la niña.
- ¿Es en serio padre? - gritó Holly muy feliz.
-Así es, sí eso te pone de buen humor entonces dejaré que vayas- afirmó el padre de Holly.
¿Será que los Ozgüel tomaron una buena decisión? O será que ésta decisión cambie sus vidas para siempre
Descúbrelo en el siguiente capítulo de Luna Escondida .
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Hola mis queridos lectores 💗Se que en esta novela casi no dejaba mensajes al final de cada capítulo y eso me resultaba raro y en cierto modo lo extrañaba. 😭
Creo que es una forma de estar muy cerca de ustedes y de escucharlos y recibir palabras de ánimo.
Lamento haberme desaparecido por mucho tiempo pero no estaba pasando por un buen momento emocional, aún estoy aprendiendo a salir de el y creo que es una buen terapia el escribir.
Espero les guste este capítulo y prometo estar más seguido por acá.
Arrivederci 😘
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Luna Escondida
FanficLa historia nos remonta a la infancia de Piero Barone. Su niñez transcurría de la manera más normal hasta que conoció a Holly Ozgüel, su vecina. En muy poco tiempo ambos niños se hicieron muy cercanos. Sin embargo Holly desaparece durante un viaje e...