D O S

73 11 1
                                    

Cerré la ventanilla de vidrio con la mayor rapidez que pude lograr. ¿Qué carajos hacia él aquí y por qué está tocando con tanto frenesí la ventana de mi baño? Su presencia no puede traer nada bueno, estamos hablando de Floyd Canambria, mejor conocido como el novio de la oxigenada que me jode la vida, además de ser uno de los estudiantes más problemáticos de la institución -aparte de mí, por supuesto-. Yo era problemática en el sentido de lo peculiar, suelo meterme en problemas por mi altanería y porque hago cosas que muchos consideran extravagantes, él, por el contrario, es problemático en el sentido de lo peligroso.

― ¿Meyou? ― escuché su voz a través del vidrio. Fruncí el ceño bastante confundida – Abre, por favor, sé que estás ahí. Necesito tu ayuda – ¿Qué clase de ayuda necesitaría una persona como él?

― ¿Qué te hace pensar que voy a ayudarte? ¡Vete de aquí! Ve a buscar ayuda en otro sitio...no en la casa de la persona que suspendieron por tu culpa ― dije con un tono firme

― ¿Te suspendieron? N-no lo sabía. Ábreme y arreglemos esto ¿Si? Este será el primer y único favor que te pediré – me mordí el labio. No debería de hacerlo...pero estoy considerándolo ― Oh...vamos, no queda tiempo. Estoy a punto de... ― y sin dejar que terminara de hablar, abrí la ventana

― Técnicamente, este no sería el primer favor que te hago ― de un salto cayó de pie firme en mi baño. ¿Quién lo diría? Meyou encerrada en el baño con un chico...no es algo que me hubiese imaginado que pasara en este preciso momento...cuando estaba a punto de suicidarme. Suspiré profundo y tomé la decisión de tirar todas las píldoras que tenía en mi mano por el retrete...cuarto intento fallido. Al parecer, Satanás aún no tiene planes de darme la bienvenida en el infierno

― Gracias, de verdad ― me agradeció mientras volvía a cerrar la ventanilla con la rapidez, asegurándose de que estas estaban bien cerradas ― ¿Eran...somníferos? ¿Estabas intentando...? ―

― No es tu problema, ahora dime... ¿Qué carajos quieres? Terminemos con esto de una vez para que puedas largarte y dejarme en paz ― le interrumpí

― Eh...yo... ― se rascó la nuca. Está claro que no quería decirme, pero va a tener que hacerlo por las buenas si no quiere que lo saque a patadas ― Me estaban persiguiendo ― acto seguido dejo caer un pesado bolso en las frías baldosas de cerámica azul que adornaban el suelo de mi baño ― P-por esto ― tartamudeó. Sentí un ligero susto al imaginarme lo que traía allí...No podía imaginar algo bueno

― ¿Es un cadáver? ― dije con la más neutra expresión que le pude ofrecer

― Joder...no ― rio nerviosamente ― No soy un asesino ―

― ¡Entonces termina de explicarte! ― sin querer hablé en voz muy alta...si mi padre se da cuenta de que hay un chico aquí estaré muerta...aunque ahora que lo pienso...

― Pero tienes que prometerme que no llamaras a la policía ni tampoco saldrás a gritárselo a media población ― sin ni siquiera dejarme responder se agachó y con lentitud deslizo el cierre del bolso, dando a relucir un montón de pacas de dólares...sin exagerar eran como más de cien pacas aproximadamente y todas eran bastante gruesas. Llevé las manos a mi boca para no dejar escapar un grito ahogado y él se llevó su dedo índice a sus labios para que no hiciéramos ruido.

― ¿Robaste un banco? ― me agaché a su altura y tomé una de las pacas. El negó con la cabeza

― No...no a un banco ― mierda, este tipo es más peligroso de lo que imaginé. ¿A quién le habrá hurtado esta gigantesca cantidad de dinero? ― A...alguien...al jefe de una mafia ― abrí mis ojos como platos. ¿Cómo podía decirlo tan serenamente?

― Mierda...estamos hablando de aproximadamente veinte años de cárcel...sin contar el hecho de que ese jefe pueda aniquilarte en un parpadeo ―

― No...eso no pasará. Me iré de aquí...voy a escaparme. Muy...muy lejos ― lo miré a los ojos, esperando que soltara una risita que me diera a entender que todo esto era una broma...y también aguantando el impulso de decirle que me llevara con él. Si hay algo que quiero, es enterrar esta vida que tengo y comenzar una nueva...desaparecerme de este entorno que poco a poco me está rompiendo cada vez más...

― Vaya...pensé que te gustaba la vida que llevabas aquí ¿No tenías una banda de indie o de rock? ¿Qué pasará con Indiana? ― cotilla es mi segundo nombre

― ¿Banda de Indie o de Rock? ¿Indiana? ― Preguntó con el ceño fruncido ― No tengo ninguna banda de indie ni de Rock...e Indiana tampoco es mi novia... ¿De dónde sacas eso? ―

― Es lo que todos dicen ― dije en voz baja, casi en un susurro. Pasamos varios segundos en silencio, agachados frente a todos esos millones que reposaban en el piso, sin pronunciar ninguna palabra. Nuestras respiraciones eran los únicos sonidos que podían escucharse en estas cuatro paredes

― Pues es hora de que dejes de creer todo lo que los demás dicen...Ahora si me disculpas, debo irme. Probablemente ya se habrán alejado bastante ― dijo asomándose con cautela ― Agradezco mucho tu ayuda, y también agradezco que no me delataste en el instituto y dejaste que te castigaran. La única manera que consigo para pagarte lo que has hecho es...dinero. Toma lo que quieras– negué ligeramente con la cabeza

― No quiero eso ― ladeó la cabeza ligeramente, confundido. ― Quiero que me lleves contigo ― luego de varios segundos en silencio este soltó una leve risa...

― Quieres...andar sin rumbo con un ladrón fugitivo ― asintió como si mi petición le pareciera absurda

― Eso es lo de menos ― me apresuré a decir ― En tal caso yo tampoco soy una santa y tu muy bien tienes en cuenta la cantidad de barbaridades que he hecho ―

― Es cierto, lo de la última vez fue...una locura, estas... ― me señaló con el dedo riéndose

― No me importa con quien sea...puedes ser hasta el mismísimo Adolf Hitler, lo único que quiero es...desaparecer de todo esto que me rodea ― le interrumpí. Floyd miró hacia afuera...luego me miró a mí y por ultimo observó el bolso repleto de dinero

― No lo sé...yo... ―

― Está bien ― era una idea absurda. Es obvio que quiere irse solo, eso está más claro que el agua. Desistí de mi petición y solo le empujé levemente para que se fuera...al menos lo intenté ― Puedes irte, no quiero el dinero ― se despidió con una seña militar y se subió al borde de la ventana, donde se quedó sentado por varios segundos. De espaldas pude notar que suspiraba profundamente

― Ven aquí ― me dijo antes de que yo cruzara la puerta de mi baño para volver a mi sombría habitación. Di pasos de tortuga de vuelta a él y me acerqué para poder escuchar lo que tenía que decir. Lo miré expectante con los brazos cruzados ― Ve a buscar lo que necesites...te espero afuera ―


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
So FreshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora