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Día 58

Querido amigo.

Hay cosas que no te he contado, aunque, ya debes saber que es imposible plasmar una vida entera en tan pocas páginas.

Hoy hubo un corte de luz en el barrio en el cual vivo. Lo único que pude hacer al respecto, fue sentarme en la oscuridad de mi comedor a contemplar la escasa luz de luna que ingresaba por la ventana.

No me gusta leer libros en la oscuridad.

El viento soplaba inclemente afuera y las bisagras de la puerta trasera se rompieron por ello. El estruendo fue espantoso, me llenó de tristeza. Así, como se derrumba mi casa, me derrumbo yo por dentro. Lo único que pude hacer fue atarla con alambre y sentarme a esperar, a que otra vez se cayera.

Recordé a mi padre, en mi infancia. Ya te conté que él podía hacer de todo, era bueno para ese tipo de cosas, para arreglar cualquier objeto que se rompiera en la casa. Pero había cosas para las que papá no era bueno, no sabía cuidarme y yo cada vez que podía me iba, sin avisarle, a la calle. Es muy probable que esa fuese mi forma de castigarlo.

Una vez salí y juro que no me fui muy lejos. Me quedé jugando en el terreno junto a la casa. Un hombre, nuestro vecino, se paró junto a mí y comenzó a darme conversación. No podría decirte que fue lo que me dijo, antes de pedir mi ayuda. Eso sí lo recuerdo. Aseguraba sufrir de dolores y que la médica que lo trataba no había ido a su casa. En ese momento, tenía yo, apenas 8 años.

No te imagines lo peor, no fue tan grave como podría haber sido. Fui con él a su casa. Se sentó en su silla y abrió las piernas, dejándome ver que debajo de sus pantalones cortos no llevaba nada. (Incluso, estaba depilado, amigo... pero eso yo no lo podía saber a esa edad) Tomó mi mano, pequeña en comparación a la suya, y me hizo tocarle junto a la entre pierna. Dijo que eran masajes, que eso lo hacía su doctora. Luego, para enseñarme, hizo lo mismo conmigo, me tocó ahí, muy cerca.

Me asusté, entonces, no supe porque, no comprendí la situación mucho tiempo después. Simplemente, mi cerebro había comenzado a avisarme que algo no estaba bien. Quizás, era porque, fue la primera vez en la que vi la parte intima de un hombre adulto. Papá era muy pudoroso en esas cuestiones. Le dije que me quería ir a casa y él me dejó hacerlo, me pidió que no le contara a mi familia y yo cumplí.

A las pocas semanas, me enteré de que había abusado de otros niños. ¿Cuál fue la mano invisible que me salvó en ese entonces? Y ¿Por qué yo no pude convertirme en ella y salvarlos?... Si tan solo hubiese hablado, eso no les habría sucedido a ellos.

Si te preguntas como me siento al respecto de estos recuerdos, seguro que te desilusionará saber que no siento nada. Como te dije, tarde mucho tiempo en darme cuenta de la gravedad del asunto y a veces, me cuesta ser empático, por ello, tampoco siento culpa por no haber dicho nada.

¿Crees que soy una persona terrible, querido amigo?

Por lo general, he olvidado muchas cosas de mi vida. De mi infancia, de mi adolescencia, a veces, incluso, no recuerdo lo que he hecho el día anterior. Sin embargo, la imagen de ese hombre, su rostro y lo que sucedió ese día, aún permanece intacto en mi memoria.

"Querido amigo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora