El Justiciero

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Diario del justiciero.

31 de marzo

Ahí está de nuevo, sentada y con una mala cara. Lleva en la mano un teléfono celular; solo se percibe cómo desliza sus dedos a través de la pantalla. A su lado está sentada en una silla de ruedas una anciana; tiene la mirada caída y llena de tristeza.

La mujer que debería cuidar de ella la ignora, no habla con ella, ni hace que su paseo sea divertido e interesante. El día es muy bello. El parque está lleno de una gran cantidad de aves que cantan alegremente en las copas de los árboles. La anciana le indica que el sol le está molestando el rostro; ella de mala gana se levanta y la mueve a la sombra.

No merece ese trabajo, no es buena en ello. Solo debe hacer los días de la anciana felices. Es patético que existan personas así.

¡Ella debe morir!

Yo soy... "El justiciero".

Morirá.

Oficinas del departamento de policía

04 de abril

El sonido de los teléfonos retumba en las oficinas. Jessie, sentada azotaba de manera rítmica el lápiz sobre la mesa, hundida en sus pensamientos y sufrimientos de años; no despegaba la mirada del monitor.

-Al parecer tenemos un caso serial, ¿recuerdas el caso de Virginia Thompson?, puede que esté ligado. Reúnete con el equipo y comiencen a trabajar cuanto antes –dijo Matt, el jefe del departamento, mientras dejaba sobre el escritorio los expedientes. Jessie parecía no haberle hecho mucho caso, pero sin cuestionar se levantó y se dirigió a la sala de juntas para empezar a trabajar en ello. Cada día le costaba más realizar su trabajo, a pesar de que era la mejor detective. No podía dejar de lado los conflictos que le habían causado en su vida personal, viéndose a diario amenazada. En sus pensamientos estaban las diversas víctimas a las que no pudo salvar por falta de claridad en su cabeza. Sus madrugadas se veían corrompidas por pesadillas.

Abrió los expedientes para empezar a analizarlos y deducir un patrón entre ellas, y poder determinar si se trataba o no de un caso serial.

-¡Buenos días, Jessie!, no tienes buena cara –dijo Tom, mientras contemplaba en la pizarra las fotos de las tres víctimas-. ¿Otra noche difícil?

-Ya no hay noches fáciles, Tom –contestó, mientras le mostraba el expediente de la primer víctima-. Les quitaron la vida en las calles nocturnas de la ciudad, clavándoles un arma puntiaguda en los costados; según el reporte de Charly murieron desangrados y de forma lenta, no pudieron hacer nada ya que se encontraban inconscientes, había residuos de cloroformo cerca de la nariz y boca. Lo curioso es la marca que cada una de ellas tiene en el antebrazo, y la hoja de manzano que tenían dentro de la boca –observaron con detenimiento la marca para tratar de darle un significado-. Por las marcas en el cuerpo, diría que cada vez le es más fácil asesinar. La primer víctima presenta más hematomas en el cuerpo, se ve que hubo forcejeo, y con la última todo fue más rápido, no presenta ninguno salvo la herida de deceso –sabía que lo más probable era que pronto se reportaría una nueva muerte.

Jessie y Tom llevaban catorce años trabajando juntos, habían resuelto una gran cantidad de casos seriales importantes, llenos de problemas y riesgos. Sabían perfectamente que este caso no era fácil, pues de serlo, no se los habrían asignado a ellos. Era algo que les preocupaba.

-¿Gustas un café antes de comenzar? –preguntó Tom, con un tono de ironía y diversión.

-Creo que es la mejor idea que se te pudo haber ocurrido ­–respondió Jessie, fríamente, sin levantar la mirada del expediente de la primera víctima–. Tom, creo que este caso será más difícil que los anteriores.

El JusticieroWhere stories live. Discover now