-Puta madre. – fue lo primero que Janice pudo decir al sonar el despertador tan abruptamente, ella sabía que era lunes, el asqueroso lunes que todos nosotros odiamos y detestamos. Era duro tener que levantarse nuevamente a las seis A.M., tener que buscar ropa y cambiarse, bajar de su cuarto, prepararse el desayuno, pasar quince o veinte arreglando su cabello en el baño. Agradecía no maquillarse como las otras chicas a las que estaba acostumbrada a ver, eso que apenas va en segundo grado de universidad y las de primero (uno o dos años menores que ella) solían ir arregladas como si fueran a la fiesta del siglo. Ella vivía sola en una pequeña casa, no muy cómoda. Pero lo suficiente para ella, se sentía bien por completo, tenía su cuarto propio, bastante amplio. En el cual tenía sus pequeñas pertenencias y ropa suficiente, incluso. No le importaba repetir su atuendo para nada, le encantaba ponerse su vieja blusa roja algo despintada junto con su sudadera negra, Jeans algo ajustados y tenis clásicos. Después de tratar de peinar su revoltoso cabello de todas las mañanas, uno pensaría que se lo arreglaría de alguna forma excéntrica, pero era otra realidad, únicamente tomaba una liga con la cual amarraba su cabello en una coleta semi larga, cabello castaño claro bien cuidado, unas cuantas pecas en sus mejillas que resaltaban en su piel clara, ojos cafés. No era la reina de la belleza. Pero resaltaba que era una chica muy atractiva, sin embargo, ella no tenía pretendientes a sus pies o miles de admiradores secretos. Era una chica muy reservada y bastante solitaria, estuvo absolutamente sola todo el primer grado de universidad. Llego a encontrar a una chica que le pareció bastante atractiva.
-Es tan linda que incluso me salgo de mi heterosexualidad- se dijo a si mismo mientras estaba en los baños del instituto, pero no fue algo más que un simple pensamiento pasajero. O eso fue lo que ella pensó hasta el momento. Fue lo que se convenció ella misma, solo fue un pensamiento pasajero nada más. -Vamos chica, no está bien esto. No. Si lo está, o sea. ¿Se que me gustan los chicos, pero, ella? Digo, ni siquiera me atreví a preguntarle su nombre. ¿podríamos ser amigas ahora. ¿No? Pero... oh! Vamos Janice! No tiene nada de malo. ¿Pero, relájate de acuerdo? Solo relájate. Ya todo va pasar chica. Todo va estar excelente. - y así fue todo el recorrido de camino a la universidad, mientras escuchaba música. Miraba todo el lugar, las calles, los demás llegando en autos lujosos ¿y ella? Ella caminaba tranquilamente relajada, tratando disimular su nerviosismo. Por lo que estaría por venir. No por sus compañeros o sus maestros. Ella siempre iba a estar alejada de todos y todo porque así era ella. Era su instinto y naturaleza. Era más bien por las materias. Que tan duro tendría que trabajar, proyectos. Actividades extra curriculares, todo aquello que estaba integrado en su nuevo plan de estudios. Finalmente estaba cerca del lugar, menos de dos calles, Cuando sucedió. Una chica. De su misma estatura, con el cabello negro que le llegaba hasta los hombros, en una vieja bicicleta roja. Una camisa de manga larga con jeans y botas. Mochila en espalda y audífonos. Janice sabía que la conocía de algún lado, ya la había visto antes pero su mente no daba más que simples fragmentos de imágenes indescifrables. Sin embargo estaba tan perdida viendo a la chica que no pudo percatarse de esa estúpida toma de agua con la cual choco desastrosamente y cayó al piso de forma tan aparatosa que no pudo ni meter sus manos. -mierda!- fue lo único que pudo exclamar mientras se encontraba boca abajo en el piso frio de la calle, como pudo se incorporó con una especia de sonrisa entre avergonzada y riéndose de si misma por tal espectáculo que dio. Pero lo peor estaba por venir. Aquella chica de la bicicleta se había detenido y la estaba viendo. Ella tenía unos hermosos ojos café claros, lo opuesto a los ojos de Janice. La chica sostenía el celular de Janice en sus manos, ella ni siquiera se percató que el aparato salió volando del bolsillo del suéter que traía puesto.
La chica se le acerco rápidamente mientras extendía su mano para devolverle el celular a Janice, quien torpemente lo agarro. -Gracias... no me percate que salió volando. – la otra chica tenía una mirada seria. Pero fue suavizándola al ver que Janice estaba realmente avergonzada y sonrojada por lo ocurrido. -No te preocupes, los accidentes pasan ¿no crees? – La chica le dio una leve sonrisa. – s.. si, si. Tienes razón, nuevamente gracias. – fue en ese preciso momento donde Janice pudo reconocerla. Era esa chica de hace un año. Aquella que tanto le hizo salir de sus cávales y dudar de su propia sexualidad. Aquella chica a la cual nunca pudo hablar. Ni un hola. Ella se desconectó del mundo por completo. Pensar que por fin la había conocido, alguien que causo tanto revuelo en su mente, pero la alegría duro poco. Se fue, ella había montado su bicicleta y se había ido. Janice solo podía pensar en la cara de estúpida que había puesto mientras probablemente esta chica la miraba con cara de rareza y se iba desconcertada por lo que paso. – Felicidades Janice. Acabas de hacer el doble de ridículo chica. Vamos genial. – lo único que pudo hacer fue reanudar marcha y entrar a la universidad, seguía desconcertada pero aun así logro ubicar con rapidez su aula. Respiro profundo y entro. Para su sorpresa, el maestro ya estaba iniciando la clase, estaba presentándose y pidiendo que los alumnos hicieran lo mismo. – disculpe.. ¿puedo entrar?.-
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Max
RandomJanice es una chica de 20 años cursando la universidad, siempre fue una chica solitaria. pero por azares del destino o ¿ en forma de broma mala? conoce a Max, otra chica la cual causa un revuelo enorme en su vida. incluso alterando su heterosexualid...