Lunes de nuevo y todo sigue igual. Robin me ha sacado estos días para que no me sienta sola, pero sé que lo hace porque se siente culpable. Sabe que al dejarme aquí tal vez me de un ataque y no hable ni con mi madre.
Tampoco para exagerar, pero ella sabe que sin ella no tengo ningún amigo. Ignorando a Finn, quien no es mi amigo. Solo es alguien que me sigue a donde voy sin descansar porque al parecer, no tiene más nada que hacer.
Pero, tampoco me molesto. Estoy del todo segura que no le contaré nada de Finn a Robin, porque sé que ella estará como loca, y empezará con su locura una y otra vez sin parar.
No estoy dispuesta a soportarlo, más aún cuando no sé que es lo que está pasando conmigo. El miedo, está desapareciendo, o desapareció por un tiempo. No he visto a Finn desde el viernes y desde ese momento he vuelto a la soledad.
Pero, si quiera al verlo, me he dado cuenta de que se me pasan un poco los síntomas. Al principio pensé que estaba mejorando, y tal vez si lo esté. Pero, solo por él, y no quiero me niego a creer que alguien que conocí en la calle, me haga sentir mejor que mi propia familia.
Alguien con quien no hablo más de diez minutos, eso para mi es algo grave. Tengo que admitir que es alguien muy amigable. Pero, no sé porque causa ese efecto en mi.
Siento, que es el mismo que causa Robin, pero mucho, mucho más fuerte. Ese sentimiento de que estás segura, ese sentimiento de que debes dejar el dramatismo de lado y vivir la vida. Pero, luego, ya no lo siento, porque ya no estoy con él.
Y la verdad, quiero sentir eso por mi misma y me rehuso a pensar que él es alguien que me anima tanto, cuando no conozco ni su edad. Y solo sé su nombre por la pelea en el hospital. No lo acepto.
Todo este asunto me tiene de las malas.
No he visto a Finn en tres días y no he comido bien, no he dormido bien. Pero, no creo que deba relacionarlo, duermo mal a diario, sueño mal, como mal. Vivo la vida mal siempre, pero no evito pensar que algo tiene que ver con Finn.
Necesito conservarlo con Robin, pero no estoy dispuesta a soportar todas sus bobadas.
-¡Señora! -habló un niño sacándome de mis pensamientos.
-¿Si? -pregunté aturdida.
-¿Puede cobrarme la galleta? -preguntó.
Me di cuenta de que había una fila para pagar en el Walmart y yo no había facturado a ninguno.
-Si, lo siento. -me disculpé.
Le facturé su galleta y el niño salió alegre de la tienda. Mientras iba reduciendo la fila de gente que esperaba por ser atendida, me di cuenta de una llegada al supermercado.
Acababa de entrar el chico del hospital, el que hablaba por teléfono el día que me diagnosticaron depresión clínica. Junto al niño que estaba con él ese día, y no podía faltar Finn.
Entraron como modelos de televisión, porque visiblemente parecían unos. Entraron directo a los pasillos y ninguno se detuvo a ver quien era la cajera, cosa que agradecía.
Asumí en ese instante que todos ellos eran familia, claro está su parecido el uno con el otro era extraordinario, pero si los ves por separado como los vi yo. Pues, no los unes por nada del mundo.
Hasta que los ves juntos, ahí se te prende el foco.
Atendí a todos con rapidez, hasta que todos desaparecieron. Cuando atendí al último, rápidamente me volteé hasta donde estaba mi bolso. Saqué de él un gorro en el cual me enrrollé el cabello y me bejé el gorro para que no se me viera una gran parte de la cara.
ESTÁS LEYENDO
La Aventura de la vida.
Teen FictionApril tiene depresión, no confía fácilmente en nadie, no se atreve a vivir fuera del límite. Se ha convertido en una persona solitaria, incapaz de pensar por sí misma. Cumple su rutina y no sale de ella. Desde ese momento.... Finn llega a su vida p...