Heavy Feather

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Querido señor Estados Unidos de América.

¿Recuerda aquel giro radical?

Pues es demasiado para mí.

No soporto a Jefferson.

¡El hombre no para de atacarme verbalmente! Temo no contenerme en algún momento y meterle mi zapato en su cobarde trasero. Quizá acabe haciéndolo.

¿Sabe usted si estar tanto tiempo escondiéndose en Francia trae consecuencias como ser tan entrometido y odioso? Oh, lo he olvidado, el amigo de los franceses es embajador y mientras moríamos en las trincheras él fumaba con los europeos. Cuando arribó en el puerto, lo único que parloteaba era «¿De qué me perdí?», ahora es el secretario de Estado.

¿Has oído de Madison? Ese enano enfermizo, parece que se ha casado con su maldito pañuelo, «El nuevo plan financiero de Hamilton no es más que control gubernamental» dice, já, quiero que él haga algo que no sea tomar medicina como si de helado se tratara. «He estado peleando yo solo por el Sur», yo peleo por todo el país.

«"Vida, libertad y la búsqueda de la felicidad"», ¿qué hombre se centra en sus propias palabras y no en las de los demás? Creyéndose un sabiondo...

Mi plan es perfecto para hacernos crecer, es necesario, seremos competitivos y agresivos, si unidos pudimos ser libres, unidos triunfaremos: La unión tiene éxito, amigo mío.

Y el Señor Época de la Ilustración es inútil, igual que los del congreso, no lo entienden y se creen superiores sólo porque mi proyecto depende de sus votos.

Mi amada Eliza y su hermana Angelica han insistido mucho en que me tome un descanso, desistieron al darse cuenta de que no me separaría de mi escritorio o perdería mi trabajo. Han viajado al norte del estado, a la casa de mi suegro. Me satisface saber que al menos mis hijos disfrutan tanto de su madre que yo cuando éramos una pareja más joven.

Señor Alfred, sé que eres alguien con muchos más años de experiencia que yo, que tus habilidades son casi insuperables y tu espalda ahora carga el peso de ser autónomo; por tanto, puedo confiar en ti. Y tengo que hacerlo, porque el estrés el momento no me deja pensar, tomo decisiones incorrectas y estoy en riesgo de perder mi empleo.

Confieso que he engañado a mi esposa Eliza.

No tengo perdón de nuestro Señor, me he aprovechado de su partida, estaba solo, débil, despierto...

Se llama Maria Reynolds, ella vino a mi casa diciendo que su esposo la golpeaba y engañaba entre otras cosas; una mujer sola no puede marchar a altas horas de la noche así, me ofrecí para acompañarla devuelta a su casa, el recorrido fue de una cuadra; cuando quise alejarme, ya tenía sus labios sobre los míos, tuvimos sexo esa noche y otras más, hasta que una carta llegó a mi hogar. El autor es el esposo de Maria, enunciaba que estaba enterado de mi relación con su esposa, que no le importaba ella pero su silencio hacia mi familia tenía una remuneración: debía pagar dinero.

La carne es débil, señor Jones, y yo soy la prueba viviente.

Ahora pago dinero por el silencio de las personas que me arrinconaron como un ratón, caí en la trampa y debo pagar por las consecuencias.

Por otro lado, Jefferson, Madison y yo hemos tenido reuniones, sólo nosotros tres. «Odia al pecado, ama al pecador», han sido despiadados. Palabras, acuerdos, frases y ese horrible macarrón con queso de Thomas son los protagonistas, no puedo quejarme; después de todo, Thomas Jefferson es el organizador. Te contaría de qué va todo esto, pero fue una las condiciones para poder agruparnos: nada sale hasta llegar a un acuerdo.

Cada día parece que voy perdiendo en mi propio juego de ajedrez, debo volver a poner todo bajo control, mover piezas, tirarlas, desecharlas, usarlas... Como la pluma.

Esto aún no ha salido a la luz, pero debo decirte que New York ahora no está considerada para ser la capital, pero los bancos seguirán en pie.

Los días en estos tiempos son turbulentos, la tensión me está carcomiendo lenta y dolorosamente, pero si esto es necesario para salir adelante, estoy dispuesto a seguir dando todo de mi.

Al menos tengo el consuelo de que mi amado John Laurens no está pasando por esto y ahora vive en un lugar mejor.

Le pido mis más sinceras disculpas ante toda la información que solté en estos papeles, he sido egoísta y espero que no lo tome a mal, ahora, mi único amigo cercano es usted y de verdad lo necesito a mi lado, aunque esté en otro lugar alejado.

Sin nada más que agregar, A. Ham







Alfred Jones partió la misma tarde que leyó aquella carta.

Alfred Jones, ese era su nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora