Nadie imaginaba que ese penal malogrado iba a desatar lo que desató. Ese mayo de 2007 fue clave para la vida de Ariel Ortega, el Jujeño. Aquella noche se jugó la revancha de la final de la Copa Libertadores frente a San Pablo. En el partido de ida su Newell's se trajo un empate increíble o milagroso, como titularon los diarios por entonces. Y para la revancha, los Leprosos, con media copa en el bolsillo, aguantaron con mucha tenacidad y mucho esmero. Sacaron todo lo que pudieron, se colgaron del travesaño. Ahí empezó la tragedia. Ahí, justo faltando 3 minutos para el final de la Final, Ortega agarró la pelota se pasó a uno, se pasó a otro, se perfiló para definir y... ¡Pum! Una patada termina de tirar al suelo (ya se había tirado antes de que lo toquen) al Burrito que se desploma al compás del pito del juez que sancionó penal. Sí, a tres minutos del final. La gente, que llenó el estadio, explotó. ¡Orteeega!, ¡Orrrteeeega! Gritaban las 35 mil almas. Todos abrazaron al Jujeño pero nadie le pudo sacar la pelota debajo de su brazo.
Hasta ahí todo bien o casi. Porque Ariel no estaba bien con la gente ni con el presidente (reelecto en unos meses antes turbiamente). Había anunciado por trigésima vez que su final de carrera sería en Nuñez, con la Banda. Pero siguió vistiendo los colores de La Lepra.
La gente, ésa noche, gritaba y gritaba tanto que no se escuchaba nada. Ortega apoyó la pelota en el punto penal, retrocedió con la cabeza al piso, giró y se quedó mirando al arquero rival. Éste le hacía gestos y el Burrito, cuando no, se ponía como loco.
Corrió hacia el balón enfurecido, con bronca y cuando llegó al balón se frenó y llegó lo peor: picó la pelota tan suave que no llegó mirar que Dida, el arquero de San Pablo (Echado del Milan unos años atrás por indisciplina), se quedó parado y agarró el balón sin moverse ni un poco.
Silencio.
La cancha se quedó muda, Dida corrió unos metros y se preparó para sacar. Ortega quedó duro mirando al arquero hasta que se le salió la cadena. Corrió hasta el arquero y con las manos levantadas impidió que saque el arquero. Paró la pelota onda jugador de vóley que hace un bloqueo.
Silencio.
Ortega cae en sí, mira al juez y le levanta la mano. Pero era tarde. Segunda amarilla y expulsión (la primera tarjeta había sido por simular una falta menor).
El camino del Burrito a las duchas fue penoso. Tétrico. Entre escupitazos, botellas de gaseosas y zapatillas sin cordones, se fue al vestuario. Era el fin. Y más sobre todo teniendo en cuenta que San Pablo ganó en los penales con un penal errado por "el refuerzo más esperado" según su presidente: Samuel.
Dicen los que lo conocen que Ariel esa noche se fue de Rosario antes de que la gente saliera de la cancha (los famosos 15 minutos para que salgan los visitantes). Volvió a Jujuy en vuelo chárter.
"Acá no va a jugar más" dijo López reconociendo que el Burrito trajo más problemas que soluciones. "Ah! Y me hago cargo de traer a Samuel cuando nadie lo quería, cuando no estaba recuperado de su triple fractura de cadera". Avisó el mandamás de Ñuls.
¿Y ahora que va a pasar? Se preguntaba la prensa y lo cierto fue que Ariel volvió al club para jugar el Apertura 2007, pero no fue tan así. Lo bajaron a entrenar con la cuarta. Así siguieron los siguientes 6 meses del Burrito. Entrenado y sin hablar con la prensa. Arrancó el 2008 y Ortega se encargó de decirle a todo el mundo que quería jugar. Sus 35 años pesaban en sus rodillas y su sueño de llegar a River se veía frustrado. Algo tenía que hacer.
En una conferencia de prensa realizada en Buenos Aires (en Rosario tenía prohibido hablar, por ley) el 14 de enero Ortega declaró: "Quiero jugar, merezco jugar... Yo me equivoqué y pagué pero...pero... pero no sé, estoy con ganas de cambiar de aire. Les pido que hagan algo. Tengo contrato hasta el 2010 con López y no sé cómo seguir. ¡Hagan algo! Quiero ser ídolo de River para siempre".

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El día que Ortega Jugó para Boca
General FictionCuento de fútbol basado en hechos irreales. Ariel Arnaldo Ortega comete una locura al jugar para el clásico rival. Esta sorprendente historia tiene rivetes inesperados donde el protagonista es un ídolo de River pero vestirá los colores de Boca, su e...