Capítulo 2

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La mañana siguiente todo parecía normal, salvo por mi dolor de cabeza y porque era el día en el que al fin volvería al instituto y vería a todos juntos. Durante el verano hemos ido quedando sí, pero nunca todos juntos, ya que cuando uno no estaba de vacaciones otro si, y cuando volvía se iba otro... Pero bueno, al fin volveríamos a estar todos juntos. ¡Que se preparen porque la squad ha vuelto!

Nada más salir de casa cogí el periódico que estaba en la puerta y lo ojeé mientras esperaba el bus. Miré un poco la sección de anuncios, nada interesante. Lo dejé en el banco cuando el autobús llego, pues mi madre no lo leía y mi padre, bueno, se fue antes de que naciera. En el bus me senté en el sitio de siempre. Pasó por casa de Chuck y él se sentó a mi lado. Esa era nuestra rutina diaria.

-¿Qué, listo para volver a la cárcel?- me reí con su broma y asentí- Yo la verdad no sé, aunque el hecho de saber que este año viene carne fresca me motiva.

"Carne fresca". Ese es el mote que él les pone a las chicas nuevas cada año. Para mí la carne fresca son los nuevos compañeros y posibles, más bien seguras victimas de nuestras bromas.

Durante el trayecto estuvimos hablando sobre quien creíamos que vendría al instituto, sobre los olds, que es como nos llamamos entre nosotros los que ya llevamos un tiempo, y sobre los nuevos profesores. Sabíamos que en mates tendríamos a la señora Gertrudis, y por su mote (la sargento) nos imaginábamos como serían sus clases. Para sociales tendríamos a Don Buen Rollo, un profesor bastante querido por todos por su "suavidad" en las clases. De la que tenía miedo era de la de literatura, doña González, una mujer de unos 50 años (aunque nosotros creemos que son 437) que asusta a cualquiera que tenga clase con ella. Creo que la sargento es su versión joven...

Llegamos a la parada del instituto y salimos corriendo hacia la puerta de este.

-¡El último que llegue es un huevo podrido! –gritó Chuck mientras salía corriendo.

-¡Maldito tramposo! –grité mientras salía corriendo.

Llegamos a la par, así que lo dejamos en medio huevo para cada uno y entramos a la sala de reuniones a que nos dieran el horario.

Era ahí donde notabas lo que eran los alumnos. Esa sala estaba llena de adolescentes nerviosos por empezar a estudiar después de tres meses de relax, otros que les daba igual, reencuentros de "superamiguis" que no se veían en todo el verano por culpa de las vacaciones llenas de viajes, encuentros de colegas que no habían pasado un día del verano sin verse y demás fauna variada aquí y allá.

Chuck y yo nos pusimos en la fila para los horarios y bromeamos un rato con el chico que teníamos delante que, aunque era nuevo, ya lo conocía, pero no sé de qué. Y así me paso con mucha otra "carne fresca".

-Oye, ¿cómo te llamas? ¿Nos conocemos? Me suenas un huevo, ¿por dónde vives? –esas fueron las frases que más repetí ese día.

Después de mates, una clase teórica de educación física que casi todos aprovecharon para estar con el móvil, charlar o dormir y la presentación del curso, Chuck, Alex y yo decidimos escaparnos de lo que quedaba de charla orientativa para ir ya al recreo

-¿Qué tal chicos? –preguntó Alex- Contadme que habéis hecho este verano

-No mucho la verdad... Ver series, leer, dibujar, quedar con vosotros, dormir... Ah, y el viaje a las pirámides de Egipto a mediados de verano –contesté yo.

-¿Me lees el pensamiento o qué? –los tres nos reímos- Más o menos lo mismo, pero cambia lo de Egipto por Manchester y ya tienes mis vacaciones

-Pues creo que somos clones o algo porque menos porque aparte de a Egipto y a Manchester también he ido a Londres, Mónaco y Paris han sido las mismas vacaciones –volvimos a reír los tres.

Llamas cruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora