La chica de cabello castaño

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Comenzaba a alargarse la espera cada vez más y más ¿que tanto hacia ahí dentro? Quería volver a su casa cuanto antes, recargarse en su cama y quedarse ahí sin hacer nada más que comer el delicioso Katsudon que Yuuri Katuski preparaba para él. Esa era la definición de un día perfecto, pero en vez de eso se mantenía en un auto, donde los rayos del sol penetraban en su delicada y pálida piel. Aún se encontraba perdido, no paraba de pensar en lo que había sucedido antes, las escenas de Viktor besándolo de forma tan erótica se adueñaron de su mente a pesar de no ser imágenes agradables, si bien era cierto gustaba de ese hombre, pero no implicaba llevar a cabo aquellas indebidas escenas. Aún no se sentía listo, no era de admitirlo pero aún tenía miedo de perder su virginidad.

Luego de buscar entre cajones, por fin su búsqueda dio resultado, en sus manos tenía aquello papeles, no quería tardar de más, así que los tomó y salió de su casa. Después de cerrarla se topó con una mirada familiar, la misma mirada de aquella chica que lo besaba con ternura al dormir, sus ojos resplandecientes color marrón, que siempre dedicaba una agradable sonrisa. La misma mujer que lo amó con tan enorme intensidad pero era la misma mujer quien nunca llegó a amar de corazón.

—¿Elizabeth?— miró a la mujer con confusión ¿que hacía ahí? Las palabras apenas salían de su boca, tantas emociones lo atacaban.

—Viktor, yo...— una bella sonrisa adornó su rostro, brindado tranquilidad al peliplateado. —No soy nadie para venir aquí, sé que cometí un error, pero día tras día me arrepiento de haberte dejado, te extraño.— sus ojos comenzaron a tornarse cristalinos, sus palabras salían directamente del corazón, como si este la controlara.—En mi cabeza..había planeado una larga vida juntos, añoraba que pudiéramos ser padres, ver a nuestros niños crecer...Vik...Viktor, te necesito.—

La mujer entró en llanto, sus manos cubriendo su rostro, pero no podía ocultar tan evidente dolor, cada día que pasaba se hacía más difícil, amaba incondicionalmente a ese hombre, ya no soportaba tenerlo lejos. Estaba enamorada.

—Tsk...— el rubio golpeó la ventana con fuerza ¿porque demonios tardaba tanto?
Tomó las lleves que estaban en el auto y salió de allí, se cansó de esperar. A paso apresurado fue directo al apartamento de su profesor, solo tuvo que caminar un par de metro para ello.
Mientras más se acercaba, escuchaba más claro los llantos de una mujer.

"Que ruidosa" pensó, pero la mujer era de su mínima importancia, solo le interesaba saber de Viktor. Siguió su camino hasta encontrarse con aquella mujer dueña de los llantos.

¿Porque está con Viktor?" Se preguntó, estaban demasiado cerca, no existía la distancia entre ambos.

—Eli...yo amo a alguien más...—susurró a su oído, queriendo apartarla, esa mujer era su amiga, le dolía verla hundida en llantos, pero no había forma de poder ayudarla, no podía darle lo que necesitaba.

Las manos de la chica comenzaron a temblar, sin poder soportar su peso calló en llanto al suelo, estaba completamente enamorada ¿porque él no podía sentir lo mismo? Su vista se nublaba, su corazón estaba siendo sacado de su pecho lentamente, de la forma más dolorosa, había sido suplantada, alguien más tomo su lugar ahora.
Viktor le miraba con atención, quería animarla, pero conociéndose sabía que empeoraría las cosas, a pesar de su amabilidad no era una persona muy sensible, llorar era algo que ocurría en escasas ocasiones y al ver a alguien de esa forma no sabía cómo debía actuar.

Yuri se limitó a observar la escena, sin ser percibido por ninguno de esos dos adultos que estaban a unos pasos de él. Quizás era muy egoísta, pero no le afectaba en lo mínimo ver el sufrimiento de esa mujer, primeramente no sabía nada de ella, era una completa desconocida y en segundo lugar ella había perdido su oportunidad, debía aceptarlo.
Al pasó de cinco minutos (los más largos cinco minutos) se cansó de repetir la escena en su mente, la chica llorando, aunque ya parecía estar más calmada y Viktor tartamudeando si poder decir una sola palabra de apoyo.

—¿Viktor, que haces?— habló sin pensar para romper el ambiente tan tenso que habían generado para el rubio, solo pronunció las primeras palabras que salieron de su mente.

Los párpados de Viktor se abrieron, sintió angustia al verlo ahí parado, además de que lo había olvidado no había planeado que el menor conociera alguna vez a la mujer que estaba frente a él. Sentía unas nauseas terribles ¿Que iba a pensar Elizabeth? La edad del rubio no era su problema, si no más bien su género.
Al ver a su ex-esposa ahí y aquellos pensamientos atacando nuevamente su cabeza no tuvo más opción. Quería negar lo que sentía por Yuri, gustaba de ese pequeño, pero se negaba aceptarlo, no quería ser parte de un montón de enfermos,  o quería destruir a alguien.

Simplemente no tuvo opción.

Una vez más, como lo había hecho una y otra vez en un pasado, besó a la chica de cabellos castaños para interrumpir su llanto, para volver a mentir. Pero aquellos labios no podían deleitarlo como los de Yuri, al besarla simplemente no sintió nada. Aquel cosquilleo que recorría su cuerpo al probar los labios del menor, aquella sensación extraña que a la vez le encantaba, el camino al cielo cada vez que lo tocaba, el intenso sabor cuando sus lenguas se juntaban, todo aquello era inexistente al probar los labios dulces de la chica.

Viktor Nikiforov era el mejor mintiendo, con un simple beso logró engañar a muchos.

Quiero que me ames ||Yuri On Ice Au|| Vikturio #FanficAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora