Se había prometido no llorar, lo había hecho, pero él mismo sabía que no podía cumplir esa promesa. Cada vez que se tumbaba en la cama, notaba una fuerte presión en su pecho y sus ojos se llenaban de lágrimas, intentaba secárselas, pero aún haciéndolo, no lograba olvidarse de eso que tanto lo dañaba. Él intentaba olvidarlo de todas las formas posibles, incluso había ido más allá de lo legal, pero el estado de su hermana no era algo que se pudiera olvidar así como así. Los dedos de sus manos no eran suficientes para contar las veces que había tratado de pedir ayuda, pero las palabras no habían salido de su boca. Estaba destrozado, pero no iba a rendirse, sabía que esa no era una opción, seguiría esperando, esperando que, algún día, su hermana despertaría del coma, y él estaría allí, preparado para recibirla, aunque no estaba seguro de si eso ocurriría realmente, prnsarlo lo mantenía con vida. Ella era su única motivación, así que cuando él se enteró de su muerte, al leerlo en el periódico (ya que nadie se lo comunicó por miedo de lo que podría suceder) se llevó sus ganas de vivir. Una semana más tarde, su cuerpo inerte apareció, tumbado en la bañera, con un bote de pastillas de las cuales tan solo quedaban la mitad, con una nota en la que se lograba leer:《Ella ha muerto, no esperaré más para volverla a ver, creo que éste es el camino más rápido, y si la vida después de la muerte no existe, al menos no tendré que vivir con esta gran carga》