Ahjá era una niña soñadora; atisbaba la vida, especialmente la existencia humana como una gran pregunta que simplemente arrojaban a unas incompletas respuestas.Le agradaba contemplar el alba, así que cada mañana antes de que el sol dé sus primeras señales de salida, se sentaba frente a la vieja ventana de su pequeño hogar. Admiraba la bella naturaleza, que se exponía ante su escudriñadora mirada. De paso siempre echaba una ojeada a un amontonado de tierra muy seca, que parecía ser una montaña en miniatura.
Preguntándose por qué no se desmoronaba, o por qué en lo intensos días de lluvia torrencial y la correntada no se la llevaba a su paso.
Una mañana la intensa lluvia y el mal estado climático, no permitieron que el sol abrazara con sus cálidos rayos el día de Ahjá. Así que volvió a arrimarse a la ventana, observando como la lluvia se precipitaba violentamente contra el suelo y junto con la espesa neblina que privaban a sus ojos ver más allá. Entonces su atención se posó en la tierra amontonada que se encontraba en un costado del patio trasero de su residencia. La tierra estaba mojada tornándose de un color marrón oscuro, cambiando su habitual apariencia de tierra roja y su consistente envoltura seca.Lo que atrajo su atención fue que en esta ocasión, la tierra se derretía pegajosamente mezclándose y desapareciendo lentamente con gran parte del pasto y la tierra del suelo.
Ella observaba estupefacta dicho acontecimiento tan inesperado. A medida que la tierra desaparecía, en el centro de lo que era una pequeña montaña, se dejaba vislumbrar el brillo del metal, ella permaneció frente a su ventana, llegando el momento en que, del amontonado de tierra no quedaba más que una palanca. Ahjá curiosa de saber cómo estaba sujeto al suelo, se alistó como para enfrentarse a una intensa lluvia, y así bajo un atuendo impermeable y un paraguas, se encaminó hacia la palanca.
Sus pasos se detuvieron al encontrarse frente a la palanca. Examinó detenidamente intentando encontrar una explicación lógica, de qué hacía ese objeto en el lugar.
Posó sus manos sobre ésta, percatándose de que estaba anclada a la tierra; ejerció más fuerza sobre ella, pero no se movió ni un ápice, ya se había cansado de estar ahí, así que lo intentó por última vez, en esta ocasión con más brutalidad. Y lo consiguió. Sonrió emocionada al ver que la palanca se había movido, pero no logrando su desprendimiento del suelo. Transcurrieron varios segundos cuando sintió temblar el suelo bajo sus pies. Ahjá asustada retrocede varios pasos, la sangre se le heló al presenciar semejante cosa.El suelo se había partido en dos y lo primero que se dejaba ver fue una escalera que conducía hacia el túnel, ella asomó la cabeza para descubrir el lugar pero era bastante umbroso. Sin dudarlo ella descendió sigilosamente por las escaleras.
Mientras que las gotas de lluvia la acompañaban en su bajada. Cuando nuevamente estuvo en suelo firme echó un vistazo en la cima y luego al oscuro camino del túnel, la indecisión se apoderó de ella y sus piernas flaquearon. Pero su fascinación por experimentar cosas nuevas y fuera de lo normal fueron más fuertes que cualquier otra cosa. Con gran impulso obligó a sus piernas seguir el camino sucio y oxidado pasadizo.
Ahjá llevaba caminando por un buen rato sus pies ya les comenzaban a doler con esa enorme y pesada bota que llevaba puesta, incluso sentía cansancio, la respiración se le tornaba pesada y el mareo invadió su cabeza. Se percató de que en el lugar no circulaba suficiente aire, ella se alteró ante esa situación y retrocedió con el fin de volver a su tibio y acogedor hogar. Pero su mal estar impidió que ella pudiera seguir, cayendo inconsciente al suelo.
Al abrir los ojos pensó que todo había sido una pesadilla y que estaría cómodamente en su cama. Pero no fue de ese modo, una vez que su vista se volvió nítida, no supo en qué lugar se encontraba.Ella se sintió sola y asustada, minutos después se adentraron al lugar tres personas que a simple vista la dejaron anonadada y confusa. Las personas. Si se les podía llamar personas. Se podía especular de que eran personas por las características de sus cuerpos, pero la tez de sus pieles eran pálidos, sin vida, las ojeras pronunciadas y amoreteadas. Ellos la colmaban de preguntas, pero ella no podía articular una sola palabra.
En la intensa interrogación, preguntaron si ella venía de la superficie y de ser de esa manera, que hacía allí.Ahjá no comprendía las preguntas sobre la superficie.
Ellos dijeron poder aseverar que era de la superficie por su aspecto físico.
Ahjá pidió explicaciones; además de comentarles su problema. Las extrañas y blanquecinas personas, contestaron que se situaban bajo tierra desde hace siglos atrás, no pudiendo salir a la superficie. A la que ellos calificaban como la tierra maldita, atada al sufrimiento, desigualdades y total fanatismo por lo material. En cambio ellos vivían en un completo estado de paz e igualdad humanitaria.
Ella quiso contradecirlo, hacerlos entrar en razón, discutiendo de que ellos estaban en error.
Siendo así, ellos mantenían su rectitud ante sus creencias, es más, por mucho que quisieran conocer la superficie, definitivamente no lo harían. Ya que, según contaba la leyenda, que el astro rey, quemaría sus ojos y pieles, semejantes al mármol o a un frágil hielo.Ahjá llegó a un fiel acuerdo con los individuos.
Según la petición de ellos que apuntaba a guardar el secreto y la condición de volver a cerrar las compuertas, la dejarían volver.
Y todo fue llevado a cabo de ese modo, Ahjá debería de ser la única conocedora de ese mundo por lo que resta de su vida terrenal.
ESTÁS LEYENDO
Un Mundo Bajo Mis Pies
Short StoryAjhá, continuará su vida terrenal, teniendo grabado en su mente el mundo que existe bajo sus pies... En venta por "Lulu e-book". Todos los derechos reservados ©