Capítulo 18. Perdidos.

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Narra Morgan

—¡Ustedes se lo ganaron! ¡A partir de ahora estamos en guerra, malditos hijos de...!

Un par de horas antes...

La presencia de mi madre, desde el punto de vista del plan, podría decirse que fue genial; por más que mis padres ya no estuviesen juntos, Sydney siempre ha tenido un poco de poder sobre Matthew por lo tanto siempre ha estado ocupándolo en cosas innecesarias que mi padre no pudo negarse, quizás le temía un poco.

Pero viéndolo desde el punto en donde convivió con nosotros durante tres días, esas setenta y dos horas fueron las más torturantes que pasé en mi jodida vida.

Hasta obligó a mi padre a dormir en el sofá para que ella pudiese descansar sobre una cama digna de una persona como ella. Sus palabras, no mías. Aunque tampoco sabía con exactitud a qué se refería diciendo una persona como ella. Yo diría bien brujas como ella, merecía dormir con el perro.

Aunque no tuviésemos uno.

Una vez frente a mi casa, cuando el último día de la semana escolar ya había terminado, aparté la vista de mi celular y la llevé hacia Chase. Mi madre había pedido que lo invitase a comer con nosotros ya que era su último día aquí en Santa Clara, diciendo que no se iría sin antes haber conocido a mi novio.

Claro, olvidando por completo que Chase y yo fuimos amigos desde el comienzo de la secundaria y que, obviamente, lo habría cruzado alguna vez rondando por muestra casa en sus pocos viajes que hacía para acá.

Acabado el almuerzo, entre sólo nosotros tres ya que mi padre no estaba, con un leve movimiento de cabeza le indiqué a Chase que me siguiera a mi habitación.

Me dejé caer sobre el suave colchón mientras sentía como se hundía a mi lado. Chase estaba muy silencioso. Demasiado y me preocupaba, él nunca se comportaba así excepto cuando ocultaba algo y tenía miedo de delatarse, por eso cerraba su boca por completo.

—Dime.

Giré mi cabeza para verle más de cerca y sus ojos estaban hacia el techo de la habitación. Apretó sus párpados por unos segundos y luego su vista fue hacia mí. No podía descifrar qué era lo que pasaba por su mente pero sabía que no era algo bueno.

Rápidamente la conversación que tuvimos hace unas semanas apareció por mi mente.

—No es nada, sólo... Siento que... —Sus brazos me rodearon y me apretaron a su pecho. —No lo sé, es un presentimiento extraño, como una presión en el pecho.

—Todo estará bien, ya verás.

—Creo que realmente será así cuando estoy contigo. Eres lo único bueno que he hecho en mi vida.

—Chase...

—Sí, sé que estoy exagerando pero no puedo evitar pensar de ese modo cuando eres tú quien siempre está a mi lado, sólo tú. —llevó su mano hacia mi mejilla, acariciándola. —No quiero cargarla. —murmuró.

—¿Y por qué irías a cagarla, Chase? ¿Qué es lo que sucede?

No entendía porqué se comportaba de ese modo, porqué creía que arruinaría lo que teníamos. Siempre había sido yo la que pensó que nuestra relación acabaría por mi causa, quizás por eso su confesión me había desconcertado un poco.

Un Plan Desastroso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora