No debió pasar más de una hora antes que JunSeo apareciera atravesando el portón de hierro del cementerio, con la tristeza plasmada de forma dolorosa en sus finos rasgos.
Zelo esperaba sentado en una banca, como llevaba años haciendo, sosteniendo el celular entre sus manos y con los audífonos en las orejas, los que se quitó cuando su hermano se dejó caer a su lado.
—Si hubiera respondido esos mensajes —susurró recargado en el respaldo de la banca y con un cigarro liado entre los labios, expulsó el humo hacia el cielo y continuó entrecortando las palabras con suspiros nebulosos—, ¿crees que él me habría esperado? Si yo le hubiese dicho me fui amándolo más que a mí mismo, ¿crees que no hubiera muerto?
—¿Tanto lo amabas, realmente?
JunSeo le lanzó una mirada que, si hubiera podido, lo habría asesinado.
—Seis veces, una por año, fueron las que YongNam me engañó. —Volvió la vista al cielo y dibujó una sonrisa débil con sus labios—. También las que yo lo engañé a él, por supuesto.
Zelo podía adivinar que esas fueron solo las veces consideradas en el tiempo en que fueron una pareja formal, el resto del tiempo fue solo JunSeo despreciando a YongNam porque se tiraba todo lo que tuviera dos piernas o YongNam espantado cada pretendiente de JunSeo. Eran graciosos y patéticos al mismo tiempo.
—Siempre volví a él, nunca importó realmente cuántos gritos o lágrimas hubiera entre medio, lo que contaba era que siempre volvíamos al mismo lugar, solo los dos. —Las mejillas de JunSeo seguían húmedas, las lágrimas seguían corriendo y Zelo no comprendía cómo podía seguir llorando con el frío que estaba haciendo, debía sentirse congelado—. No soy un buen hermano, Junnie, estoy muy lejos de ser el tipo de hermano mayor que quise ser para ti. —Con un suspiro pesado, JunHong pasó un brazo por la espada de su hermano y lo abrazó. No quería que por un repentino sentimentalismo JunSeo comenzara a sentirse menos, para él estaba bien como estaba y era el mejor hermano que podía imaginar—. Siempre creí que mi ejemplo sería suficiente para evitar que tú pasaras por lo mismo o por algo similar.
—Yo estoy bien, hyung, aprendí mucho de ti.
—Todo lo que no quieres ser.
Como un niño pequeño buscando refugio en una noche de tormenta, JunSeo se acurrucó contra su pecho, temblando. Zelo acarició sus brazos, pero no hubo forma en que los temblores disminuyeran.
—Me gustaría que no sufrieras, hyung, que superaras a YongNam y su muerte... Incluso aceptaría que volvieras a Canadá y te olvidaras por completo de mamá y de mí. —Los sollozos de su hermano se intensificaron y deseó llorar con él, como cuando era menor y JunSeo lo protegía del mundo y todos sus males. Quería consolarlo y que su hermano se sintiera amparado por él, pero siempre seria el hermano menor molesto—. Yo solo quiero que seas feliz.
—Lo intento, Junnie, de verdad que lo intento, pero no puedo recoger de los pedazos de lo que alguna vez llamé vida. —Era la primera vez que JunSeo hablaba de sí mismo, de sus emociones o sobre cualquier cosa que se tratara de él; siempre lo hacía sobre el resto o sobre las cosas que Zelo debía aprender o mejorar, de cómo iba el mundo, de lo divertidas que eran las personas, de lo odiosos que eran los grupos de kpop o lo patéticos que llegaban a ser los americanos, incluso de política. Nada era más irreal que escuchar a JunSeo así de roto y desesperanzado—. Con YongNam las cosas siempre eran fáciles, ir y volver, siempre los mismos problemas, siempre al mismo lugar, siempre el mismo sentimiento.
JunHong quería refutar completamente esa afirmación, ya parecía que su hermano estaba delirando.
—YongNam siempre fue tan dulce, en eso se parece un poco a YongGuk porque ambos sienten de la misma forma, pero Nam siempre fue más delicado y tierno. —No podía imaginar a los gemelos Bang de esa manera, no cuando había visto sus más sucias y feas caras—. No me crees, ¿verdad? Me gustaría que vieras esa parte de ellos, de YongGuk, sin que te rompa el corazón. Tal vez tú sí puedas hacer algo bueno por ese degenerado.
ESTÁS LEYENDO
Requiem [BangLo]
FanficChoi JunHong contemplaba a la distancia cómo la tragedia golpeaba a la familia Bang, sin saber que la tormenta estaba a punto de alcanzarlo. «Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis»