❥ ladridos y besos

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Era verano la primera vez que lo vio, y quizá por eso KyungSoo pensó que se sentía un poquito acalorado, después de todo el sol estaba arrasando con todo a su paso y el cuerpo sudaba horrores, cosa que realmente no le gustaba.

Se había detenido debajo de un frondoso árbol cerca de su casa, para echarse aire con una de sus manos cuando lo vio.

El muchacho de piel ligeramente tostada y altura sensualmente adecuada, era delgado y de cabellos azabaches, con una sonrisa enorme que hizo que las rodillas de KyungSoo temblaran sin poder hacer algo al respecto. Llevaba un cinturón especial mientras que ambas de sus manos sujetaban con sus fuertes brazos varias correas de las que los cachorros que iban paseando delante de él estaban sostenidos.

KyungSoo se mordió el labio, seguramente ese era el nuevo cuidador de canes que había escuchado mentar con la señora de la tienda de la esquina. ¡Estaba como quería el condenado! Por lo que realmente se lamentó en esos momentos de no tener un perrito que cuidar para que el muchacho de piel canela también lo sacara a pasear.

El bajito sintió que el tiempo se suspendió como mínimo una fracción de segundo, cuando el paseador de perros pasó a su lado, con el montón de perritos ladrando y corriendo, siendo prácticamente arrastrado por ellos, pero teniendo el tiempo necesario para voltearlo a ver a último instante, cuando sus ojos finalmente se encontraron KyungSoo sintió que se le heló la sangre, que seguramente podría haberse desmayado... pero el momento pasó, y después de esbozar una sonrisa traviesa, el cuidador se fue por la acera, dejándolo atrás.

KyungSoo reacción cuando finalmente pudo tragar saliva para bajar el nudo que tenía hecho en la garganta. Era bien sabido entre sus amigos que le gustaban los hombres, pero KyungSoo era muy exigente en cuanto a sus gustos. Se llevó las manos a las mejillas solo para corroborar que estaban ardiendo, así cómo se sentía por dentro, porque el maldito cuidador de perros le había gustado y él necesitaba hacer algo al respecto.

Esa noche, después de cenar solo en su silencioso departamento, Do KyungSoo sintió el peso de la soledad después de mucho tiempo, sin poder sacar de sus pensamientos al muchacho de sonrisa deslumbrante, imaginando lo que aquellos aterradoramente perfectos labios podrían hacer sobre su piel.

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Brillos, Kyungsoo podía definir los espectaculares brillos que se desprendían del cuerpo del muchacho que paseaba los perros por donde vivían, eran pequeñas partículas de polvo estelar rodeando la silueta morena cada que pasaba frente a su casa como a eso de las siete de la tarde, de regreso con todos los pequeños que tenía a su cuidado. Kyungsoo había optado por esperarlo siempre afuera como si le encantara sentarse en las escaleras del edificio para admirar el cielo multicolor por los tonos del atardecer, y el muchacho siempre desviaba la mirada a último momento, dirigiéndole un saludo de cortesía, una ligera inclinación de cabeza o quizá una sonrisa que había puesto el corazón de KyungSoo en marcha. No dejándolo dormir adecuadamente por las noches.

Había preguntado discretamente a la señora chismosa de la tienda, Nayeon, si de casualidad conocía a alguien que pudiera ayudarlo con un perrito, a lo que la señora con el ceño fruncido le había respondido que no recordaba que él tuviese un cachorrito.

KyungSoo tuvo que explicarle que su amigo BaekHyun había comprado uno hacía poco y que él quería ser de utilidad. Así que Nayeon terminó por decirle que Kim JongIn era el mejor cuidador de perros que iba a poder encontrar a cincuenta kilómetros a la redonda, como mínimo.

Paseador de perros ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora