4º La partida

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4º La partida

Ya había pasado la hora de la cena cuando el señor Darcy hizo acto de presencia en el salón. Ni él ni Lizzy habían bajado a cenar, y el señor Bingley no había creído oportuno llamarlos después de la conversación que había mantenido con su hermana tras su encuentro con Darcy.

-Buenas noches, lamento haberme perdido la cena- Se disculpó.

-No se preocupe, señor Darcy. Puedo imaginarme lo que le habrá costado convencer a mi hermana para que creyera sus palabras- Le dijo Jane, confesando así que era conocedora de lo sucedido- Si tiene hambre, pediré que le suban algo, y también para Lizzy.

-Por mí no se moleste, Jane. La verdad es que no tengo apetito. Tan solo he bajado para hablar con Charles sobre los preparativos del viaje a Pemberley, pero si le agradecería que mandara algo para Elizabeth.

-De inmediato- Y levantándose se fue en dirección a la cocina.

-¿Partiremos pronto, señor Darcy?

-Así es, Kitty- Le anunció, recordando que ella desconocía lo sucedido entre su hermana y la señorita Bingley- Mañana, después de que Elizabeth y yo hagamos una visita al magistrado Ferguson, saldremos hacia Pemberley.

-¡En ese caso debo subir a preparar mis cosas!- Añadió antes de salir corriendo hacia su habitación, llamando a gritos a una de las sirvientas para que la ayudara. Su emoción era palpable.

-No tenéis porque marcharos- Le indicó su amigo- Caroline no volverá a hablar con Elizabeth si no quiere que la eche de aquí- Continuó, posando una mirada gélida sobre su hermana.

-Aun así, Elizabeth está alterada por lo ocurrido y necesita volver a casa.

-Cuanto lo lamento- Cogió el hombro de su amigo- Jane estaba tan contenta de tenerla aquí, y ya conoces mi aprecio por ambos - Darcy asintió, dedicándole una leve sonrisa- En cuanto vuelva Jane, podemos ir a mi despacho para hablar.

-Si es por mí, no se molesten- Intervino la señorita Bingley- Creo que por esta noche será mejor que me retire a mi habitación, el ambiente está muy tenso para mi gusto.

Caroline se levantó con la cabeza bien alta, haciéndose la ofendida, y salió del salón, dejando a los dos caballeros a solas. Sin embargo, no fue a sus aposentos tal y como había indicado que haría, sino que dejó la puerta entreabierta para poder seguir escuchando.

-¿Cómo está Elizabeth? ¿Sigue igual de decaída?

-No, una vez he hablado con ella las cosas han ido a mejor- Contestó girando levemente el rostro, intentando que su amigo no viera el rubor que apareció en él al recordar lo acontecido tras su charla.

-Me cuesta creer que haya tenido en cuenta las palabras de mi hermana. Elizabeth no es de las que se deja manipular.

-Desde el incidente no ha sido la misma- Suspiró con pesar- Y la verdad es que yo tampoco lo he sido- Tras unos segundos, durante los cuales ninguno de los dos dijo nada, miró su amigo a la cara con preocupación- Solo de pensar que esos… Bastardos- Escupió con rabia- Saber que estaban ahí fuera, que hubieran podido volver a hacerle daño si la dejaba salir, me hervía la sangre. Cuando veía a Elizabeth intentando alejarse de la casa, el miedo me carcomía por dentro y me hacía impedirle que lo hiciera.

-Los dos habéis estado sometidos a mucha presión. Demasiadas preocupaciones a vuestro alrededor.

-Ese es otro de los motivos por los que quiero volver a Pemberley- Le confesó- Aunque aquí estemos bien, nuestra casa es otra, y los dos necesitamos la intimidad de nuestro hogar para poder superar este bache. Espero que una vez allí, pudiendo tratarla con la naturalidad con que nos comportamos estando en casa, ella pueda recuperar el habla y ser la misma de siempre, la Lizzy a la que tanto adoro.

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora