"Si la vida fuera más sencilla, si la vida trajera buenas noticias en vez de malas, si en vez de guerras, hambre, odio... si no viviremos entre fronteras ni razas para que no estuviera entere nosotros el racismo. Si tan sólo pudiéramos sentirnos libres de hacer, sentir, pensar, elegir... si tan solo pudiese cambiar con un solo pestañeo de mi triste ojo toda la maldad de la gente, si tan solo pudiera arrancar de la tierra cualquier objeto fabricado para matar, hacer daño, para hacer sufrir... si tan solo tuviera el poder para hacerlo, lo haría. En mis sueños oculto bajo la llave de mi corazón el mapa para llegar al destino que muchos desean, que pocos encuentran, que no muchos luchan por hallar." Abro los ojos, despierto de mi profundo sueño y a continuación me levanto como un día más. Apago la apestosa alarma que me acompaña todo mi larga pero corta vida, apago el sonido que me hace despertar, el sonido que marca el comienzo de un nuevo día. Con ya pocas ganas pienso desde tan temprano en lo que que me va a costar seguir hacia delante cada día, cada hora, cada minuto de este día y así con todos los días de todos los años. Pienso y antes de contestarme razonó. Razonó por qué sigo aquí delante del espejo, y entonces recuerdo la promesa. La promesa que te hice, que me hice a mi de que cada día seguiría hacia delante cueste lo que me cueste, arrastrando todo mi pasado para llagar a donde estoy sin estropear al futuro, mi futuro. Soy adolescente, joven y a menudo me siento más lista que los demás, un forma de sentirme hacia mis respuestas de cada pregunta, de cada prueba de la vida. Me encuentro en silencio, me encuentro como cada día de mi vida, intentando ocultar mi pasado en mi mirada, siendo valiente, fuerte, por qué verdaderamente no necesito a un humano para superar mi pasado, me necesito a mi para olvidarlo todo. Esto es el principio de un final.