Little

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Jongin tomó el celular, subió su vista al cielo y luego la bajó a su lado. Ver las estrellas en el tejado nunca sería lo mismo sin Sehun a su lado, el muchacho que salía por su ventana y usaba para subir al techo de los Kim la escalera que el padre de Jongin siempre tenía a un lado de la casa para arreglar la estúpida antena de televisión barata. Hacía un recorrido algo agotador solo para ver las estrellas a media noche con Jongin porque eso era lo que más lo calmaba y a ese muchacho pálido lo que más le hacía falta en su vida era paz.

El mayor solo pensaba que ya no le hacía falta hacer ese ridículo recorrido a Sehun y que de seguro estaba aliviado. Él solo pensaba muchas cosas tristes porque Sehun había perseguido sus sueños, dejando de lado los sueños de Jongin que se podían resumir en Sehun, su único sueño, su más grande ilusión que al final se terminó por desvanecer.

Jongin sabía más que nadie que Sehun detestaba su vida en aquel sitio y se permitió pensar que él era algo bueno para Sehun en aquel sitio, que él lo hacía feliz. Tal vez si lo hacía feliz pero no era suficiente. Él no era suficiente para alegrar las cicatrices de Sehun. Su amor no era suficiente para que Sehun encontrara el bienestar en su interior.

Sehun se fue dejando a su mano sin un lugar al que llamar hogar, la dejó caer para que se aferrara a las tejas naranjas como su cabello. La dejó sola a aquella mano que había sostenido sus emociones cuando estas se comenzaban a quebrar.

Hace muchos meses que el menor se fue. Partió una semana después de la graduación y tocó a la puerta de Jongin con una sonrisa mientras el mayor solo tenía grandes ojeras por haber llorado toda la noche, sentía que perdía a Sehun porque él no podía poner sobre su rostro una sonrisa tan inmensa como la que tenía el último día que se presentó ante su puerta. Sehun estaba demasiado feliz. Estaba malditamente feliz por dejarlo solo, por marcharse solo. Jongin se resistió al beso que quería darle Sehun y lo cambió por un abrazo para impregnarse de él por última vez, sentía que todo estaba acabando. Cuando se soltaron el menor seguía sonriendo mientras Jongin lloraba, Sehun le limpió las lágrimas y por puro egoísmo Jongin lo tomó del cuello y lo besó para borrarle la sonrisa a base de placer. Su beso solo sabía a despedida y a sueños confusos.

—No tienes que estar triste —fue lo que dijo Sehun cuando se dio la vuelta para regresar a su auto y por fin poder marcharse de esa ciudad—. No tienes que estar triste cuando pienses en mi, cuando me vuelvas a ver te arrepentirás de haber estado triste. No lo hagamos, no lloremos.

La primera vez Jongin no lo entendió, no entendió ni una sola palabra y le molestó muchísimo que Sehun le dijera esas cosas porque él era el que se quedaba mientras Sehun se marchaba con su corazón en la maleta; él era el que tendría que subir al techo solo cada noche. Las palabras de Sehun le parecieron mucho más egoísta que el mismo beso que él le dio, le pareció pretencioso y se molestó. Esa noche le gritó a las estrellas que dejaran de burlarse de él ya que ellas si podían ver a Sehun en donde sea que estuviera. Jongin ni siquiera sabía hacia dónde se dirigía Sehun.

Se molestó tanto que nunca lo llamó.

Aunque Sehun nunca lo llamó tampoco.

Pero ese día, en ese techo, con las presumidos estrellas viéndolo desde arriba, Jongin estaba llamando a Sehun.

Le costó un mundo entero marcar un número de teléfono, sus dedos temblaban, su mente era un agujero negro de miedos y cuando puso el celular en su oreja su respiración se agitó.

Sabía que Sehun le iba a responder. Era algo que su corazón le decía. Su corazón, la única cosa clara en la vida de Jongin desde que Sehun se había marchado. Siempre fue claro y nunca dudó, tampoco se dejó invadir por la incertidumbre. Su corazón siempre llevó el nombre de Sehun y siempre repetía que estaba enamorado de Sehun.

—Hola Jongin —habló de forma calmada y familiar el menor. Como quien esperaba la llamada, como si hubiera hablado con Jongin dos noches antes. Como si todavía lo amara como cuando se tomaban las manos en el techo y si, lo hacía, aún lo amaba.

Las lágrimas en el rostro de Jongin habían comenzado a caer sin piedad. Escuchar la voz de Sehun después de tanto tiempo era como pincharse con las espinas de una flor y enamorarse de la gota de sangre que caería. El dolor era hermoso cuando se lo causaba Sehun.

—Lo comprendí hoy Sehun —confesó y sabía que Sehun estaba conteniendo la respiración—. Eso me golpeó hoy —le dijo y tuvo que rogarle a su garganta que no lanzara hasta su boca el primer sollozo—. Dondequiera que estés es justo donde estás, no donde siempre estarás. Así que dondequiera que estés en el mundo quiero que estés allí y únicamente allí. Por favor, entiende que la vida sería una mierda sin ti. Siento toda clase de bienestares tan solo pensandote —y es que desde que lo comprendió en la tarde cuando el sol se estaba ocultando, no pudo estar más feliz, Jongin ahora era feliz aunque extrañara un montón de cosas sobre su novio—, cuando lo digo, lo digo en serio, espero genuinamente que encuentres lo que sea que estás buscando —Jongin hizo otra pausa y miró a las estrellas mientras les pedía disculpas y les rezaba para que cuidarán a Sehun—... Incluso si tienes que encontrarlo por tu propia cuenta.

—Te buscaré, solo espera que me encuentre a mi mismo, pero prometo que te buscaré —dijo Sehun decidido y Jongin comenzó a llorar con ganas, sintiéndose inmensamente feliz, deshaciéndose de sus malos y tristes recuerdos. Deshaciéndose de la idea de que si Sehun no estaba a su lado era algo malo.

—Siempre, una y otra vez me dejaré encontrar por ti —le respondió, porque finalmente lo había comprendido todo.






(...)


💕HunerLu


aquí está tu Kaihun, este no tiene un final trágico como los otros ❤

💕 recuerda que te quiero un montón 💕















It hit me today » Kaihun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora