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  -¡Por dios Yenevit! No logro entender… ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién?-

Creo que mi manera de haberle dicho a Cristóbal que me iba a casar había sido un poco brusca. Era gracioso en realidad, verlo histérico, hablar sólo mientras camina por toda la sala. De verdad que parecía alterado pero con él nunca podías estar seguro, actuaba muy diferente a como pensaba. A veces solía estropear las cosas cuando lo que había pensado resultaba ser mucho mejor, otras, era viceversa.

  -Tranquilo, a ver… se llama Franco Evans y es mi jefe. Hicimos un convenio ¿de acuerdo?- trataba de explicarle la situación.- Él quiere obtener su herencia y yo quiero a Melanie, acordamos casarnos así podríamos conseguirlo. Eso es todo. Es todo lo que debes saber.

Cristóbal solo se limitaba a verme, es difícil suponer lo que sea que esté pensando, solo sé que no le agradó la idea.

  -Yenevit, creí que habíamos llegado a un acuerdo con Anthony.-dijo

¿Anthony? A ese tipo ni siquiera lo conocía, aunque tampoco conocía a Franco pero me sentía más segura por el hecho de haber un contrato de por medio.

  -¿Estás loco Cristóbal? Ni loca iba a casarme con un amigo tuyo, esos no son de fiar.- dije ante la mirada ofendida de mi hermano.- además Franco y yo firmamos un contrato así que ya no podemos retractarnos.

Al fin pareció comprenderlo y aunque no lo hiciera él sabía perfectamente que cuando se me metía una idea en la cabeza nada ni nadie se interponía ni me hacía cambiar de parecer. Solo me abrazó y con un beso en mi cabello me deseo la mejor de las suertes.


Por las mañanas suelo despertar con un gruñido o maldiciendo todo por el hecho de levantarme temprano y salir de mi adorada cama pero hoy no era un día de esos, no. Hoy era un día maravilloso, tenía que serlo, no muy seguido me levanto sonriendo, ni encaminado hacia la ventana donde me siento mirando el cielo. Hoy por fin Franco iba a conocer a Melanie.

Estaba entusiasmada y nerviosa, no sabía cómo iba a reaccionar él al verla, pero de lo que si estaba segura es que le iba a encantar. Gracias a dios mi automóvil ya estaba listo así que solo me encamine hacia el para marcharme a la empresa.

Mientras emprendía mi camino no dejaba de pensar en esa hermosa bebe que me hacía tan feliz de solo recordarla, sin duda seré la mejor mamá y me esforzare mucho para hacerla feliz.

Franco esperaba en el estacionamiento a un lado de su auto, algo extraño ya que se supone que iba a estar en una junta en estos instantes. Aun no habíamos planeado anunciar nuestra relación en la empresa, la verdad es que todo fue muy rápido. La gente siempre piensa mal, Franco me aseguraba que todo estaba bien y que ya tenía algo pensado, me moría por saber.

  -¿Qué pasa? Creí que tenías una junta.- dije bajando del auto.

  -Buenos días a ti también Yenevit.- que educado.- ¿sabes? Esa forma de ser tuya, como que no me agrada mucho, ya hablaremos de eso más tarde. Como lo dijiste, tenía, ya no. Así que pensé que sería mejor irnos de una vez a ver a esa bebe que tanto quieres. ¿Qué te parece?- No conteste solo sonreí y asentí en dirección a mi auto. La fuerte y enorme mano de Franco me impidió abrir la puerta y un tanto molesta me gire para preguntarle con un gesto que era lo que ocurría.- Iremos en mi auto.- dijo para abrir elegantemente la puerta del copiloto.

Entré sin protestar, solo con una sonrisa falsa que después fue cambiada por una rodada de ojos cuando él no veía.

El tiempo se había ido bastante rápido con las bromas sobre Evans siendo un pésimo piloto y yo un desastre de copiloto. Cuando menos lo pensamos ya estábamos aparcando en la cera del orfanato. De pronto me entro un aire de pánico y nerviosismo. Él pareció notarlo porque tomó mi mano izquierda.

Adoptando Un FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora