Un sonido, casi como un ronroneo, lo sacó de sus pensamientos. Era algo diferente. Lo había escuchado antes, sí. Pero fue hace tanto que creyó que no lo volvería a reconocer y mucho menos a escuchar, además, era algo absurdo. Una de dos: o estaba comenzando a alucinar o lo que sus oídos percibían era el sonido de un milagro.
Se paró del sofá e intentó caminar hacia la puerta sosteniéndose de la pared.
- ¿Escuchas eso?- se interpuso Silvia antes de que él llegase a su objetivo.
- Claro que lo escucho, por eso voy a averiguar qué es.
- Nada de eso.- replicó ella.
- ¿Qué? ¿No quieres saber de qué se trata?- preguntó el chico frunciendo el ceño, era raro que Silvia lo privara de ello.
- ¡Claro que quiero!...- se tomó unos segundos y continuó casi susurrando- pero, y si no es lo que nosotros pensamos- miró al chico a los ojos- me refiero a que quizás sea el gobierno o el ejército. No podemos arriesgarnos y terminar como experimentos federales.- el tono que Silvia usó convenció a Isaac, después de todo no sería extraño que el gobierno revisara La Zona antes de esparcir los químicos, eso tenía sentido para ambos.
Se dirigieron a la ventana más cercana que daba justamente al frente del refugio, miraron cautelosamente mientras el sonido se hacía cada vez más agudo e intenso lo que podía significar sólo una cosa: fueran quienes fueran, se estaban acercando.
El corazón del muchacho comenzó a palpitar con fuerza, no quería que terminara así. No después de todo lo que había pasado; Silvia por su parte mantuvo la respiración, la noche ya se había asentado lo suficiente como para no dejarlos distinguir a lo lejos, sin embargo tuvieron la fortuna de que los faros del vehículo emitieran luces. Silvia fue quien divisó al objetivo, pasando una pequeña colina de tierra:
- Ahí están- dijo murmurando- ¿qué es lo que vamos a hacer, Isaac?
- No lo sé, quizás ni siquiera le den importancia a los restos que quedan y sigan el camino.
- Pero, si se detienen aquí, estaremos perdidos.
- Perdidos...- repitió Isaac lentamente- podemos perdernos, sí. Escondernos.- terminó diciendo con una sonrisa y esperanza en su mirada.
- Sí, yo te sigo.
¿Qué si esa era una buena idea? realmente, no pues dentro del refugio no había muchos lugares donde esconderse. Fuera del baño había un pequeño cuartito donde antes se debieron haber guardado las toallas, el papel y una que otra cosa más, actualmente Isaac guardaba ahí las máscaras para respirar afuera y pocas cobijas; en la cocina estaba la alacena (que claro estaba vacía) pero cabía una persona ahí dentro, esos eran los mejores lugares con los que contaban si querían que funcionara.
El vehículo bajó lentamente y cuando creyeron que iba a seguirse de liso, el auto se detuvo por completo frente al refugio. –Demonios- pensó Isaac agachándose. Miró a Silvia que aun se asomaba por la ventana y la jaló hacia abajo.
- ¿Alcanzaste a ver algo?- preguntó preocupado mientras se dirigían al baño.
- Una mujer iba al volante, eso fue todo.
- Esto está mal, está muy mal... Te esconderás en el baño, yo me iré a la alacena. No salgas de ahí a pesar de lo que escuches.
- Bien.- sentenció ella asintiendo con la cabeza y, siguiendo la orden de Isaac se metió en el cuartito y esperó.
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Si tú vas, yo también
AdventureLa Zona. Más de 90 kilómetros a la redonda de lo que fue el estallido del rector. Isaac, un SOBREVIVIENTE, creía que estaban solos, él y su pequeña hermana, pero se equivocó. Su objetivo estaba claro al inicio: buscaba algo, algo que le había si...