Introducción

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Mi vida siendo sincero no era difícil, tenía unos padres que me cuidaban, se preocupaban y me consentían; era hijo único y tenía todas y cada una de las cosas que se me antojaban; mi casa era la más grande del barrio y al estar siempre solo me resultaba muy simple traerme chicas a la cama; poseía una gran facilidad a la hora de estudiar, capacidad heredada por mis padres; era el capitán y el jugador de fútbol americano más importante; moreno, metro noventa y con los ojos azules. Las chicas caían rendidas a mis pies.

Lo tenía todo y no tenía de nada.

Durante mi decimoséptimo verano conseguí comprender que la vida se trata de encontrar la felicidad y no de poseer objetos materiales. Por muchas cosas que obtenga mi alma no se llena, me faltaba algo, pero ¿qué era?

Tras un viaje a un acantilado perdido llegué a comprender que la soledad me estaba arrebatando el alma, mi posesión más preciada. Para no perderla por completo, debía llenarla con lo más parecido que existe el amor. Tal vez el amor de otra persona podría complementar aquella parte que me faltaba.

Se acabó el desfile de chicas por mi cama, debía sentar la cabeza y para ello necesitaba cambiar. Debía refugiarme en mis pensamientos y hacer que mis sentimientos fluyeran, no necesitaba el cuerpo de una chica, lo que necesitaba era una musa. Me centraría en la poesía.  

Más allá de mis pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora