X: Deseos

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El problema eterno con los alfas radicaba en su total falta de control frente un omega en celo. Sangwoo de pequeño nunca había podido comprender como individuos tan fuertes y competentes, guerreros eternos, nacidos para luchar y pensar al mismo tiempo, eran capaces de perder la cabeza ante un débil, indefenso y simple omega en celo y su húmedo agujero listo para ser tomado. Sin embargo, con el tiempo y su naturaleza alfa recién descubierta, fue capaz de comprobar por sí mismo—Incontables veces—El alcance que tenían las hormonas de un omega en celo sobre los de su clase. Pero nunca, y eso podía afirmarlo con certeza, había llegado a perder la cabeza en proporciones tan épicas como lo estaba haciendo en ese preciso momento frente a un acalorado Bum.

Aun escuchaba a su ya casi ahogado sentido común diciéndole que se detuviera, pero se oía lejano, prácticamente extinto entre tantos deseos carnales. Poco le importaba ya que Bum fuese su rehén y él fuese su secuestrador, tampoco parecía tener efecto en él recordarse constantemente el hecho de ellos eran dos fugitivos y que, a esas alturas del partido, sus perseguidores podían estar pisándoles los talones. Ni siquiera la imagen de su padre tuvo efecto en él esta vez, pasando de largo una y otra vez en lo profundo de su conciencia. Estaba decidido, un solo pensamiento abordando su mente. Tomar lo suyo. Bum era suyo.

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Calor. Mucho calor.

Bum se sentía cada vez más sofocado, el aire escapaba rápidamente de sus pulmones al tiempo que el calor invadía su cuerpo, quemándole desde dentro con una sucesión de llamaradas que parecían abrasar sus órganos, pero que despertaban en él una serie de instintos salvajes. Sabía que ese no era otro de los tantos calores nocturnos que le habían estado atormentando las últimas noches de su cautiverio. No. Aquello era diferente. Malditamente diferente.

No tenía un solo pensamiento coherente en su mente, recordaba estar hablando con alguien, pero luego todo era un gran borrón y para ser sincero, le gustaba que lo fuera. No quería pensar, quería ser dominado. Se retorció un poco en la dura superficie sobre la que se hallaba tumbado y re-enfocó su mirada, permitiéndose a sí mismo finalmente observar el gran hombre tumbado a su lado, mirándole directamente.

Sangwoo.

Profundizó su mirada en los ojos de su acompañante, perdiéndose en los insondables iris color negro que se veían mínimamente iluminados gracias a los ases de luz que se colaban en la oscura cueva. El alfa le estaba observando con tal intensidad, que Bum sentía como si le devorase con la mirada, todas y cada una de sus células siendo escrutadas por aquella deseosa contemplación. Soltó un jadeo y se removió, acercándose esta vez más al hombre cuyo calor le llamaba. Alfa. Alfa. Alfa. Notó como un musculo en la mandíbula del muchacho se tensaba y este se movía incomodo, tratando con desesperación alejarse. Era obvio que estaba conteniéndose, o al menos lo intentaba. Huía de él como si tuviese la peste. A Bum no le gustaba eso, él le quería cerca, quería que le tomara de todas las maneras posibles.

El calor ya había afectado sus pensamientos, que a esas alturas, solo giraban en torno al individuo frente a él. Se tomó la libertad de acercarse una vez más, esta vez sin darle tregua al otro de escapar. Asegurándose de no permitirle hacerlo.

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Antes siquiera de que Sangwoo pensará en moverse y escapar, Bum ya se encontraba sobre él, apresándole contra el suelo y enloqueciéndole con su dulce aroma. Sin poderse detener, agarró con firmeza la cintura delicada del omega en un acto reflejo y tiró de este más cerca. Mío. Luchó por mantener alejado ese pensamiento. Bum era su rehén. Bum era su primo. Y sobre todo, Bum era el enemigo.

Venganza y destino [YAOI//Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora