La Resurrección

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Así funcionamos aquí. Te pasas la vida esperando que tu contador llegue a cero para tu "resurrección": el evento que supuestamente cambia tu vida.
¿Que es una mierda? Puede, pero es emocionante. Ya sabes, eso de saber cuando pasará algo alucinante. O eso creía yo.
Cuando tenía ocho años, conocí a Nico. Fue mi amigo durante mucho tiempo. Él nació con un contador, un cronómetro, muy breve. En ese momento marcaba cuatro años, cinco días, veintiocho minutos y no recuerdo cuántos segundos.
Siendo él mi amigo, a sus doce años, sabiendo que su Resurrección estaba a pocos minutos, me invitó a dar una vuelta con él, para que presenciara el momento más importante de su vida.
Salimos hacia el parque, donde nos sentamos a charlar. Se notaba que Nico no podía contener su emoción, y en un desesperado intento por estabilizar sus emociones, me dijo de subir a por un helado.
Yo acepté, ya que los helados siempre han sido mi debilidad, pero aún no sé si ello tuvo algo que ver.
Perdimos la noción del tiempo, y para cuando estábamos saliendo de su casa, su contador, en el dorso de su mano izquierda, marcaba pocos segundos.
-¡Mierda! Mi contador está casi a cero, y aún no estamos en la calle. -Me dijo- No sé si puedes perderte tu Resurrección, ¡pero no seré yo el que lo descubra!
Salimos esprintando hacia la calle principal, donde Nico, mientras nos acercábamos a un cruce, resbaló. Joder, recuerdo ese momento como si fuera ayer. El pié derecho de Nico quedando atrapado en una piedra que sobresalía de la acera, él cayendo hacia la carretera, y sobretodo cómo ese jodido contador marcaba cero cuando una motocicleta pasó a toda velocidad y le aplastó la cabeza como si fuera una mísera sandía. Recuerdo su contador apagando su usual luz azul, y la sangre de Nico manchando mi camiseta azul. Después de eso, el más negro vacío y yo despertando en medio de la acera, con un corro de personas a mi alrededor y aún manchado de la sangre de mi amigo, que a sus 12 años acababa de morir por ese puto contador que nos acompañaba a todos.
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Sinceramente, ni recuerdo ya cuánto marca mi contador, ni tampoco me importa. No desde aquel 28 de Octubre en el que Nico descubrió lo que le aguardaba el suyo. ¿Sabes qué? No es agradable despertarte de un desmayo, cubierto en sangre y tu propio vómito, mientras te intentas convencer de que es mentira, que tu único amigo no acaba de ser atropellado gracias a los números de su mano izquierda, rodeado de policía y varias decenas de personas curiosas.
Ni siquiera sé cuánto marcaba mi contador ese día, ni ningún otro. No recuerdo haber destapado mi fila numérica desde aquel día, en el que pasó a estar escondida tras unos gruesos guantes de cuero.
No recuerdo cómo me llamaba, mi contador, mi familia o dónde vivía desde que me fuí. "Síndrome de Estrés Post-Traumático" lo llamó aquel doctor cabrón tras analizarme. Y una mierda que te comes, amigo. Esto lo he hecho yo. Bloqueé cualquier recuerdo anterior al 28 de Octubre de 2124, porque ni de coña iba a quedarme revolcandome en autocompasión. Ese reloj, cuya luz azulada se filtraba a través del cuero de mi guante, me las pagaría.
¿Quieres saber como se originó toda esta mierda? Muy bien, pues clase de historia. En el año 2018, el gobierno de Rusia se aventuró en una série de experimentos genéticos y neurológicos. Así fue como dieron con las Resurreciones. Por supuesto, esos cabronazos no iban a experimentar con sus abuelas, así que cogieron un puñado de aquí, otro de allá y crearon sus familias de conejillos de indias. Junto con ese descubrimiento, vinieron muchos otros, y pronto Rusia fue capaz de dominar tecnológicamente al resto del mundo.
Con sus diversos e inhumanos experimentos, observaron que aproximadamente un 40% de la población mundial contaba con la Resurrección, que era parte de su información genética, por lo que pasaba de padres a hijos. Esto estaba mal visto de cojones, ya que ponía a la persona en cuestión como "predecible" o "inútil". Así fue como algunos años más tarde inventaron el Contador, un aparato parecido a un reloj digital que marcaba el tiempo restante para su Resurrección, como forma de humillación. Por esta razón, acabaron encerrando a estos capullos sin suerte en "barrios especiales": ghettos, básicamente. ¡Anda! Lo has adivinado: yo soy uno de esos capullos sin suerte.
El Contador es una simple placa conectada a tus nervios de la mano izquierda, que buscan la señal de las Resurrección, y marcan su acercamiento. Te la introducen al cumplir un año, justo antes de volverte a meter a ti y a tus padres en las Cajas: ciudades diseñadas para nosotros, en las que nos vigilan a todas horas, y donde de vez en cuando seleccionan a un Predecible, uno de nosorros, para "experimentos aleatorios".
Sin embargo, ellos saben lo que se hacen, y no iban a dejar cabos sueltos. Escogen las personas para hacer experimentos, y tras hacerlos borran la memoria al Predecible con la suerte de haberlo sobrevivido. Aquí hay cientos de personas con golpes, amputaciones y cicatrices de estos experimentos, y aunque no saben cómo se l as han hecho, no es difícil adivinarlo. ¿Cómo puedes haberte despertado un día sin tu brazo derecho? Cortesía rusa. ¿Esas cicatrices, moratones y cortes? Cortesía rusa también.
Y es jodidamente inhumano. Pero no me voy a quedar callado. He reprimido mis recuerdos y he pasado los seis años desde que acabó el reloj de Nico preparando la próxima semana. No se me escapará.

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2017 ⏰

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