Wasted [Fontcest]

Capítulo 5

Papyrus y los demás guardias estuvieron entrenando hasta tarde, pese a haber terminado horas antes las pruebas y todo, aún así seguían entrenando.

Ganz mientras seguía sentado, observándolo todo mientras cada tanto tiempo los guardias que lo vigilaban cambiaban por otros.

– ¡Bien! Hemos terminado por hoy, ahora quiero que todos os senteis aquí– ordenó Papyrus, haciendo una señal a los dos guardias que vigilaban a su hermano para que lo trayesen– Ahora, veremos cómo hace las pruebas el traidor– sonrió con burla.

Papyrus sospechaba que Ganz no podría hacerlas, nunca lo había visto entrenar y seguramente no sabría hacer nada, por lo que sería un espectáculo entretenido para ellos y humillante para él.

– ¿Yo? Creo que paso...– negó Ganz.

– No era una pregunta– respondió Papyrus, empujando a Ganz delante de todos.

El esqueleto más bajo suspiró con pesadez, mirando unos segundos a todos los guardias, quienes le veían con algo de burla mientras se veían algo cansados por el entrenamiento.

– ¿Este es el castigo?– preguntó mirando a su hermano.

Papyrus no respondió y le miró con cara de que si no empezaba le haría pasar un mal rato. Ganz, dudó unos segundos pero al final aceptó con resignación, empezando a hacer las pruebas una a una mientras los demás miraban. Para su suerte, el esqueleto más bajo supo defenderse bien según lo hacía, agradeciendo mínimamente los "entrenamientos especiales" que alguna vez le dio su padre, Gaster.

Ninguno de los guardias, incluyendo a Papyrus, se veía satisfecho con lo que veían, notando que el esqueleto casi hasta hacía con facilidad cada prueba, cosa que en parte los enfadaba, pero el enfado se fue cuando Ganz iba por la última prueba: una barra horizontal que estaba algo alta para el esqueleto.

– Uh...– Ganz miró la barra con cansancio.

Algunas risas se escucharon detrás de Ganz, quien trataba de ignorarlas pensando como haría esto.

– Mel– murmuró Ganz– no llego

– Lo sé, y es demasiado gracioso– rió el "amigo" de Ganz apareciendo.

– ¿Qué debería hacer?– preguntó.

– ¡Crecer!– se escuchó uno de los monstruos responder.

– Esa ha sido buena– admitió Mel– pero solo yo me meto contigo, ¿Te ayudo?

Ganz miró de reojo a Mel y negó, dando un salto para tratar de alcanzar la barra.

Por otro lado, Papyrus observaba a su hermano, estaba algo sorprendido y molesto de que Ganz pudiera hacer todas las pruebas y ahora le resultaba chistoso como no llegaba a una simple barra. Tras un rato, ya aburrido de ver a su hermano observar la barra, Papyrus se acercó a este y le tomó de la capucha, empezando a arrastrarlo.

– ¡Recoged todo! Ya podéis iros todos– ordenó Papyrus, dejando atrás a los demás guardias y yéndose de ahí junto a Ganz– eres patético– comentó a su hermano.

Ganz no le respondió y trató de seguirle el paso para no ser arrastrado.

El camino estuvo silencioso entre los dos, haciéndose eterno para Ganz quien escuchaba a Mel diferentes ideas para librarse de Papyrus, como atravesarlo con unos huesos o utilizar unos Gaster blaster; ideas que claramente no utilizaría.

Al llegar a la casa, Ganz fue prácticamente arrojado al interior de esta mientras Papyrus cerró la puerta detrás suyo al entrar.

– Te dije claramente que no huyeras, era una de las reglas y la has roto, DELANTE DE MIS INFERIORES– habló con enfado el hermano menor.