Mi mente y yo.

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Me encuentro en uno de esos días en los que no se puede ver la claridad del sol y tampoco los nubarrones, un día que parece ser ordinario, como la vida misma... Sólo que ahora mis ojos están cansados de ver, mis oídos indispuestos a escuchar, mi nariz tapada por el catarro de la tristeza, mi piel frígida no desea el contacto con nadie (y tampoco sería útil). Siento que me han extirpado el alma y que el que escribe es sólo un autómata que trata de contar la historia de un joven desafortunado.

Existen más razones para encontrarme como estoy, que razones para no estarlo... Antes pensaba que esto tenía que pasar, así, de la misma forma que vino, pero llevo 10 años pensando que todo algún día estará por fin bien... Pero se que no será así, ¿qué caso tiene recordar lo que pudo haber sido y nunca fue? Todas mis esperanzas están con una masa de más esperanzas, intangibles prácticamente inexistentes.

Esta no es la historia de un chico depresivo, es la historia del que lo ve tomando píldoras "para ser feliz" una visión lejana a lo que el mismo verá nunca, una persona que no le quedan ya sentimientos... Una persona inerte y ajeno a todo lo que pasa por su pequeño mundo, ese mismo que trata de buscar fuera de el con la esperanza de encontrar el trozo de corazón que la vida le ha quitado, un joven que fácilmente agacha la cabeza cuando tiene mil cosas que decir. Y lo veo y puedo asegurar que me compadezco de el, pobre, se siente un objeto utilizado que empieza a estorbar.

No tiene apetito, le hace falta algo que no es necesariamente comida... Ahora se pregunta; ¿por qué yo? ¿Por qué tuve que ser el elegido para cargar este peso que me quiebra el pecho y que lastima mi espalda invisible? Hace un pequeño cálculo de las veces que ha intentado librarse de las esperanzas que no son más que bolsas vacías, un bonito regalo que sólo tiene papel picado de colores, que ilusiona y que justo después de ver que hay sólo papel hace lo contrario. Lamentablemente este joven ha recibido muchas ilusiones con demasiado papel. Piensa que lo necesario es ir con el pragmático de sus años pasados, pero se da cuenta que, al igual que esas bolsas vacías existe una carencia de voluntad por parte de los que parecen ser los protagonistas de esta historia hecha de pensamientos vagos y confusos como el mismo define las conversaciones con el dueño del sótano, este joven se niega a hablar, se da la vuelta y comienza a vagar.

Vagar de un lado a otro, buscando las esperanzas que desde hace mucho no encuentra, y en su lugar encuentra algo desalentador... Los hábitos. Lo que para el en otra etapa de su vida reprobaba ahora lo practicaba con la sumisión de algo indefenso. Se dio cuenta que nadie, excepto el que lo miraba por el espejo podía describirle lo que quizá nadie le había hecho comprender, comenzaba, al verle a los ojos, sus virtudes que parecían estar tamizadas por la desesperanza desoladora de su propia soledad.

Estaba divagando sumergido en un mar de confusiones a las que deseaba una respuesta que carecía de algo tan básico como una pregunta. ¿Por dónde empezar? ó ¿por dónde terminar sin un comienzo? Fragmentado en todos los aspectos cotidianos, había conseguido una primera respuesta, a la que le venía de manera automática otra duda. Era patética la forma evasiva que anteriormente ya le había costado mucho, así que no tenía elección.

Se vio a los ojos por el revelador espejo y reconoció ante lo que estaba escribiendo que entre sus problemas, existía uno con relativa importancia. Solía quejarse del dueño del sótano, ese que incluso antes de que se construyese el impenetrable búnker de su soledad al que llamaba sótano, lo había hecho ingresar con apenas 16 años, edad en que casi todos entregan a los que esperan de ti el "casi todo" y que sin duda lo entregó.

Su mirada se ilumina al recordar esos tiempos, bastantes diferentes a los de ahora, pero a la vez con una similitud enorme que logra confundir a cualquiera.

Se ve en el espejo, pero esta vez no tiene ganas de llorar su corazón se conmociona y sostiene la mirada en el piso azul de aquella habitación pensando, casi delirando por los momentos de cúspide que su relación experimentó, y alucina con la idea de que esos momentos se repitieran. Es absurdo, piensa en seguida "lo vivido, vivido" y nada me quitará esos magníficos recuerdos dignos de Shakespeare.

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⏰ Última actualización: May 25, 2014 ⏰

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