Últimas palabras

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No quiero una caja cualquiera, quiero un sarcófago

con rayas de tigre, y una cara redonda

como la luna para poder contemplar.

Quiero estar mirándolos cuando vengan

juntando los minerales estúpidos, las raíces.

Ya los veo —con las caras pálidas, lejanas como estrellas.

Ahora no son nada, ni siquiera bebés.

Me los imagino sin padre ni madre, como los primeros dioses.

Se van a preguntar si fui importante.

¡Tendría que confitar mis días y conservarlos como frutas!

Mi espejo se está empañando --

Unas pocas respiraciones, y no va a reflejar nada más.

Las flores y los rostros se destiñen como sábanas.

No confío en el espíritu. Se escapa en sueños

como vapor a través de la boca o del ojo. No puedo detenerlo.

Un día no va a volver. Las cosas no son así.

Se quedan, sus brillitos especiales

se calientan de tanto uso. Casi ronronean.

Cuando se me enfríen las plantas de los pies,

el ojo azul de mi turquesa me va a consolar.

Dejen que me lleve mis ollas de cobre, dejen que mis potes de rouge

florezcan sobre mí como flores nocturnas, perfumadas.

Me van a envolver con vendas, van a guardar mi corazón

bajo mis pies en un paquete prolijo.

Difícilmente me reconoceré. Va a estar oscuro,

y el brillo de estas pequeñas cosas será más dulce que la cara de Ishtar.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2017 ⏰

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Poesía de Sylvia PlathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora