ANNA
-Eso es lo mínimo que vas a recibir la próxima vez que intentes pasar por encima de mis decisiones Alex.- Ya no soporté más su altanería y su soberbia, no tenía por qué seguir escuchándolo. Di media vuelta y salí de ese lugar.
Necesitaba tomar aire fresco, por un lado me sentía agotada con todo esto, y por el otro frustrada porque no lograba que me tomara enserio. Cuando al fin estuve afuera y sentí el viento tocar mi piel pude relajarme un poco, sentirme más liberada. Cerré los ojos y me permití sentir la frescura del aire y olor a naturaleza.
De un momento a otro alguien me tomó del brazo y me dio vuelta.
-¿Qué te pasa? ¿Estás completamente loca?- Era Alex muy enojado.
-Solo te puse en tu lugar porque creo que hace mucho que alguien no lo hace ¿Y sabes qué? A veces es bastante sano.- le contesté todavía más indignada.
Se acercó tanto a mí que podía sentir su respiración.
-Nunca más vuelvas a hacer eso. Demasiada paciencia estoy teniendo Anna.- podía ver la ira en sus ojos, y sí que los conocía bien.
De repente unas gotas empezaron a caer del cielo, cada vez eran más ¡Perfecto! Esto era lo que faltaba.
-¿Me estás amenazando?- dije con un hilo en la voz pero sin desconectar mis ojos de los suyos, no es que no quisiera, sino que simplemente no podía. La lluvia se hizo más intensa pero ninguno de los dos se movía.
-A estas alturas tómalo como quieras... Taponcito. Puede que te sientas más valiente desafiándome pero quiero que sepas que no me mueven un pelo tus berrinches de niña tonta.-
-No quiero esos malditos crepes en mi menú- le dije con total seriedad. Los odie completamente y no me parecía justo tener que comerlos el día de mi boda ya demasiadas nauseas tendría ese día.
La lluvia se desató de un momento a otro haciendo que el cielo oscureciera completamente. Alex se alejó un poco y miro hacia arriba.
-¿Por qué me tengo que casar con la mujer más frustrante del mundo?- gritó.
-¿Y yo por qué tengo que compartir mis días con el imbécil más grande de la historia?- le contesté en el mismo tono.
Me miró con odio y se fue para adentro. Yo me quede ahí, viéndolo alejarse. ¡Maldito idiota!
Decidí entrar a la casa yo también. Para cuando llegue Evaristo estaba con algunas toallas en la mano.
-¿Pero qué fue lo que les pasó?- nos preguntó.
-Nos agarró la lluvia por sorpresa.- fue todo lo que pude decir.
-¡Oh! Pero que desastre. Tomé señorita, se puede enfermar.- Y me entregó una.
-¿Dónde está Alexander?- le pregunté.
-Acá estoy.- dijo apareciendo por una de las puertas. Me entregó mi abrigo. –Nos vamos, es tarde.-
-Señor si me permite, creo que la lluvia es muy intensa y el camino es de tierra...- quiso intervenir Evaristo pero Alex lo interrumpió.
-Gracias por su preocupación pero sé que hacer.- Y dicho eso me tomó del brazo y me llevó a la salida.
-Pero... ¿y el menú?- escuche a lo lejos.
-Alex puede ser peligroso, quizá no deberíamos salir con esta lluvia.- le dije, pero para entonces ya estaba abriendo la puerta del auto.
-Si queres quedarte podes hacerlo, pero yo pienso volverme.- y entró al auto.
Sin pensarlo un segundo más decidí seguirlo. La verdad es que no conocía el lugar y no quería quedarme sola. Cuando entré ni siquiera me miró, solo puso en marcha el auto y avanzó.
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Casada con mi Enemigo
Ficção AdolescenteElla es todo lo que él cree que no necesita... El es todo lo que ella no quiere recordar... Esta es la historia de un reencuentro inesperado que le cambiara la vida a dos jóvenes que juran odiarse pero, como dice el refrán: " Del odio al amor hay un...