Historias de un gato y un oso.

Día 1

On ice
Oficina, orquesta, obsesión.
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(Obsesión)

El ángel del hielo y el demonio que lo observa

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Porque no importa cuanto lo intentara, sus piernas siempre lo guiaban hasta él. No importaba nada de lo que hiciera, sus pensamientos no desistían de él; no olvidaban su largo cabello rubio, sus largas y curvadas pestañas, sus labios, su cuerpo, su todo.

Observó como aquella frágil y agraciada figura se movía al ritmo de una música inexistente, pero tan real para él y para aquel ser que se deslizaba sobre el hielo. Era tan hermoso que se sentía un ser mundano frente a ese hermoso ángel. Aquel ángel al que llevaba más de dos meses observando en silencio.

Aquel muchacho de hermosa cabellera rubia e inolvidables ojos aguamarina, que reflejaban la fuerza y tenacidad de un soldado, lo había cautivado. No sabe que lo llevó a él, una jugarreta del destino tal vez, sólo sabe que aquel bello ángel se convertirá en su mayor perdición, porque ese ser mundano que siempre lo observaba, se convertiría en un demonio con tal de seguir admirándolo por toda la eternidad.

— ¿Quién eres tú y qué haces aquí? — La danza terminó y él apenas lo notó. No pudo correr, y escuchar aquella melodiosa voz ser dirigida hacia su persona, sólo terminó de hundirle, porque ahora, estaba decidido a no volver a dejar ir a su ángel — ¿Me estás escuchando?

La mirada de aquel muchacho rubio se endureció, pero muy escondido en aquel mar con reflejo de praderas, se escondía un monstruo que acecha a cada ser vivo: el miedo.

— Yuri Plisetsky — bajó su guardia al oír a aquel extraño mencionar su nombre con aquella mirada tan vacía, pero tan anhelante. Le asustó —. Soy Otabek Altin y hoy vengo por ti.