Capítulo 22: Eclipse

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El beso azul era aquello que Lauren cada día que pasaba le obsequiaba a Camila, la cual andaba preocupándose, sentía que nada estaba bien como aparentaba. Esa mañana el cielo rojizo pinto el cuerpo desnudo de ambas, una lúgubre y amarillenta luz salpico ante los radiantes ojos verdes de Lauren que recién estaba abriéndolos, aquel pintoresco momento fue una odisea para la joven cubana que deslizaba sus dedos ante la cintura de Lauren.

Camila: Buenos días.

Lauren: Buenos días.

Camila: Que hermoso. –musitó plantando sus ojos sobre los de ella.

Lauren: ¿Qué?

Camila: Tu belleza cada mañana.

Lauren: ¿Ahora eres poeta?

Camila: Solo cuando amanezco a tu lado.

Lauren: Camz...

Camila: No digas nada. –la besó-. Deja que hable, aquello que no tiene palabras.

Lauren: Insisto.

Camila: ¿En qué?

Lauren: ¿Has estado leyendo mis libros de poesía?

Camila: No. –explicó-. Pero solo con verte, puedo volverme Shakespeare.

Lauren: Me sorprendes.

Camila: Siempre te sorprendo.

Lauren: Eres una idiota.

Camila: Pero así me amas.

Lauren: A veces.

Camila: El beso azul.

Lauren: ¿Qué hay con eso?

Camila: ¿Alguna vez te han dado o has dado ese tipo de beso? –musitó.

Lauren: Tal vez...

Camila: ¿Tal vez, que? ¿Lo has dado? ¿O te lo han dado?

Lauren: El último beso que nos dimos antes de despedirnos, cuando decidiste irte en brazos de Ariana. –explicó-. Esa última noche, en la que hicimos el amor, tú me diste el más lúgubre y beso azul de todos en toda mi vida.

Camila: Lo lamento. –musitó.

Lauren: Descuida.

Camila: Dime con una sola palabra lo que es para ti el amor.

Lauren: Camila.

Camila: ¿Si?

Lauren: Ya te respondí. –explicó-. Esa es la palabra. –agregó.

Camila: ¿Yo?

Lauren: Si el cielo cayera hoy, si las nubes se volvieran de los colores de un arcoíris, si los unicornios fueran reales y se enamoraran de dragones, tu serias siempre mi más sincero pensamiento cada mañana al despertar y cada anochecer al rozar tu piel con mi piel y sentir que el beso azul no existe y que solo se vive una vez.

Camila: Vaya. –susurró.

Lauren: ¿Dije algo malo?

Camila: No. –explicó-. Solo que me quitaste el papel de poeta. –agregó.

Lauren: Lo lamento. –sonrió-. ¿Hay planes para hoy?

Camila: No ¿Quieres hacer algo?

Lauren: Si fuera por mí. –musitó-. Estaría todo el día en esta gran cama, así. Completamente desnudas las dos, tu a mi lado y yo a tu lado.

Camila: Sabes, Jauregui. –explicó-. Es la mejor idea que he escuchado en mi vida, hagámoslo. –culminó besándola.

Y así fue como lasdos se cubrieron mutuamente con un manto corporal mientras aun el sol seavecinaba ante la ventana pintando cada hectárea de su desnudez, cada fibra delcuerpo de ambas, cada marca, cada cicatriz, cada lunar mientras sus velloserizaban y sus labios unían ferozmente procreando un eclipse en plena mañana y asífue como el día transcurrió, cielo rojizo y templado, dos jóvenes, dos cuerpos,dos almas, un beso, un alma azul.

Same Place IIWhere stories live. Discover now